Las lluvias que se registraron la semana pasada en la ciudad y que mantuvieron en jaque a la población que habita al poniente, regresaron a la memoria colectiva el fantasma de aquella tormenta que castigó a Juárez el 6 julio de 2006, dejando la ciudad prácticamente inundada, afectando de gravedad a las colonias aledañas a la Sierra de Juárez.
El fenómeno climático , que durante 40 minutos provocó una lluvia diluviana es recordado como “la tromba de Teto”, que obligó a una evacuación masiva, cuando miles de familias tuvieron que ser desalojadas ante el riesgo del estallamiento de cuatro diques.
En aquel tiempo, el presidente municipal era el fallecido político y empresario Héctor “Teto” Murguía Lardizábal, quien tendría en ese primero de dos trienios que le tocó gobernar la ciudad, la prueba de fuego –o de agua–, una crisis ajena a la violencia e inseguridad de la ciudad.
En esa ocasión, cuatro personas perdieron la vida a consecuencia de las lluvias y al menos 8 mil juarenses que habitaban en las colonias del poniente tuvieron que ser evacuadas, ante el riesgo del desbordamiento de los diques.
Además, cientos de viviendas terminaron inundadas, al igual que decenas de automóviles fueron arrastrados por las corrientes de los arroyos naturales que reclamaron su cauce natural, entre casas, calles y construcciones. Arrasaron con todo a su paso.
El jueves que dejó a Juárez bajo el agua
Fue durante el atardecer del jueves 6 de julio del 2006 cuando durante poco más de 40 minutos una lluvia torrencial se dejó sentir en la mayor parte de la ciudad, superando aquel trágico choque de dos tormentas que ocurrió el 1 de julio del año 2000, cuando 20 personas fallecieron ahogadas mientras viajaban a bordo de “la rutera de la muerte” en el viaducto Gustavo Díaz Ordaz.
En el 2006, la gran acumulación de agua que bajaba de la sierra estuvo a punto de colapsar el dique de La Montada, que ya se encontraba a su máxima capacidad. De no haber resuelto las autoridades evacuar de manera inmediata y obligatoria a los residentes, en los minutos subsecuentes a la tromba, probablemente el número de víctimas habría sido incalculable.
Entre las colonias que tuvieron que ser desalojadas estaban la Fronteriza Alta y Fronteriza Baja, Ampliación Fronteriza, donde se requirió la presencia de la Policía Municipal y el Ejército Mexicano, para resguardar el sector de la rapiña o del regreso anticipado de las familias.
Entre las personas que se ahogaron había una mujer de 37 años de edad, quien falleció cuando su vehículo fue arrastrado por la corriente, al igual que otra mujer de 75 años, que fue encontrada ahogada en el cruce de las calles Asfalto y Caliche en la colonia Vista Hermosa, una tercer mujer, de 78 años de edad, fue encontrada sin vida en el interior de un dique.
Además, un adolescente de 13 años, quien fue arrastrado por la creciente de un arroyo y fue reportado como desaparecido, fue recuperado, sin vida, un par de días más tarde.
Otras de las colonias que sufrieron grandes afectaciones fueron la Azteca, Estrella del Poniente, Galeana, Plutarco Elías Calles, Lomas de Poleo, Anapra y Los Ojitos.
Agua turbulenta
En el trabajo de investigación “Agua turbulenta, ciudad en riesgo”, publicado en Norte Digital, el 20 de junio de 2022, el periodista Javier Arroyo, hace un recuento de aquella ocasión cuando el agua arrasó con todo a su paso:
“El Arroyo del Indio fue marcado por la tragedia en la tromba del 6 de julio de 2006 que cayó en la Sierra de Juárez. El agua bajó ese día violentamente hacia la parte sur de la montaña, arrasando con un dique mal construido en lo alto de la zona de Los Ojitos y desbordando la presa Trituradora, colindante con la colonia Vista Hermosa.
Cuatro personas murieron, entre ellas un adolescente de trece años que fue encontrado aguas abajo, entre las ruinas de las viviendas, al tercer día de la crecida.
Tres mujeres víctimas mortales, también fueron arrastradas por la corriente que sorprendió a todos ese día, ya que la precipitación atípica se generó en la parte alta, sin que en la parte baja pudieran tomar previsiones.
Las familias residentes de 234 viviendas fueron reubicadas y las propiedades demolidas. El Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), calculó los daños en la propiedad privada y en la infraestructura pública en más de 15 millones de dólares.
Además de la canalización, se construyó un parque lineal junto al cauce del arroyo, pero no se atendieron las estructuras de contención aguas arriba, junto a las cuales persisten asentamientos en riesgo.
También quedó un tramo pendiente de canalización y faltan estructuras de captación, aguas abajo.
Una vuelta de 20 años
En aquella tormenta colapsó completamente el dique Sierra de Juárez, en la parte más alta. Después de la tragedia, esa estructura fue reconstruida por autoridades estatales y municipales sin el visto bueno de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), instancia que solicitó su inhabilitación y reposición completa, lo que tampoco ha ocurrido.
“La mayor parte de la cuenca se encuentra urbanizada y no existe capacidad suficiente de su colector principal. Se cuenta con un inventario de 27 obras de regulación, de las cuales 14 se consideran alcantarillas y el resto son diques o bordos en avanzado grado de azolvamiento e invasión por viviendas, la mayoría ubicados al centro de la subcuenca”, señala el último diagnóstico elaborado por la Junta Central de Agua y Saneamiento.
La tormenta como la vivida hace una semana, es un fenómeno que se presenta cada 20 años en la región juarense, según especialistas. La última gran tormenta, previa a la de días pasados, fue la del 6 de julio de 2006, que este día cumple 19 años.
Conforme a los archivos periodísticos, cerca de 4 mil 100 viviendas presentaron daños, al igual que en más de 30 escuelas ubicadas en el poniente.
A la tormenta del 6 de julio, le siguieron semanas de lluvia incesante, no de la misma magnitud, pero permanente, lo que agudizó aún más la crisis, al registrarse hundimientos, calles anegadas y el riesgo de que luego de 50 años, el río Bravo se encontrara a punto de desbordarse.
A casi 20 años de aquella gran inundación, no han cambiado mucho las cosas en el poniente, muchos de los vecinos regresaron a sus viviendas y otros más se fueron sumando a ese sector, poblando aún más la zona, mientras que la naturaleza, de tiempo en tiempo, continúa reclamando su espacio.
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