Ahora sí se les hizo bolas el engrudo a todos los que reclaman su terrenito en El Chamizal, después de que el propio presidente de la República declaró el viernes, tajante, que el parque público no será entregado al sector privado, para que construyan el Centro de Convenciones de la ciudad. Tómala.
La controversia en torno al pulmón verde de la ciudad, la comenzaron los activistas del Frente de Defensa de El Chamizal, oponiéndose primero a la construcción del Centro de Exposiciones y Convenciones de Ciudad Juárez “Paso Del Norte”, así como a la entrega incondicional y sin regulación de 20 comodatos.
Los comodatos, entregados por el Gobierno municipal en diferentes administraciones a organizaciones civiles, entre deportivas y particulares con fines de lucro, y que incluye al Fideicomiso Paso del Norte, con 14 asociaciones y cámaras del sector privado, son ahora el punto central de la discusión, que escaló hasta la Presidencia de la República, para que interviniera la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), quien supuestamente tiene la última palabra.
Irónicamente, la defensa del parque se ha centrado en la defensa de los terrenos cedidos en comodato y se ha dejado de lado lo más importante: la supervivencia de la zona arbolada, que muestra una deforestación muy avanzada, con cientos de árboles secos y enfermos.
Las 248 hectáreas del parque El Chamizal, fueron entregadas al municipio de Juárez desde el 18 de mayo de 1987, comprometiendo a la autoridad local a la creación de un Consejo de Administración.
Tuvieron que transcurrir 35 años para que ese Consejo se autorizara con todas las de la ley, pues fue aprobado por el Congreso del Estado hasta el pasado 19 de enero de este año, para entrar en vigor el 16 de febrero, con su publicación en el Periódico Oficial.
Hablamos de más de tres décadas de un vacío legal que permitió que presidentes municipales de distintas administraciones y distintos colores partidistas, repartieran El Chamizal al mejor postor, como si se tratara del patio de su casa, olvidándose del fin primario del parque y de su conservación.
Ahora, después de que vino la titular de la Semarnat, María Luisa Albores, a enterarse del conflicto y ordenar una consulta pública, para que supuestamente la gente decida lo que ha de hacerse con El Chamizal, el presidente Andrés Manuel también pone su granito de arena para meterle más ruido al problema, al asegurar que el parque no se entregará a particulares.
Si, formalmente, la federación entregó el parque al Municipio y finalmente ya existe aprobación para la creación del Consejo de Administración, ¿puede el Gobierno federal meter su cuchara, pasando por encima de la autonomía municipal y por encima de un decreto del Congreso? Los especialistas dicen que no, pero todo puede pasar en esta jungla de asfalto gruyere a la que llamamos Juárez.
El Consejo de Administración aprobado establece, claramente, en su artículo cuarto, que este será un órgano de consulta y evaluación de los proyectos y tareas a realizarse dentro de El Chamizal, tales como la difusión, mejoramiento, aprovechamiento y mantenimiento del mismo.
También precisa que llevará a cabo la revisión de los comodatos municipales para su regularización, pero ahora, con la intervención del Gobierno federal en el conflicto, todo ha quedado nuevamente en el limbo, y a los integrantes del Fideicomiso del Centro de Convenciones les queda claro que el Gobierno municipal seguirá al pie de la letra las instrucciones de la 4T, aprovechando la consulta popular.
No en vano, el mismo presidente López Obrador dijo en la mañanera que le tiene mucha confianza a Cruz, y esa declaración pública compromete al alcalde a no defraudarlo. Ni más ni menos.
Aunque la integración del Consejo de Administración del parque, incluye “la invitación” a organismos de la sociedad civil, prácticamente los dejaron fuera, ya que son los representantes de los tres niveles de Gobierno los únicos que pueden tomar decisiones con voz y voto. Lo anterior resulta inaceptable, tratándose de un tema de interés comunitario que involucra la lucha de ciudadanos preocupados por su ciudad y con legitimo derecho a participar en este tipo de decisiones.
Por lo mismo, la desconfianza de los organismos del sector privado que integran el Fideicomiso creado desde el 2004, y del que forman parte también como fideicomitentes, el Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Finanzas y Administración, así como el Ayuntamiento de Juárez.
Si la consulta pública morenista determina que el Centro de Convenciones Paso del Norte no se construya en Los Hoyos, como todo apunta a que ocurrirá, por el manoseo que se ha hecho con el tema, así va a ser indudablemente. Así, el Consejo de Administración de El Chamizal habrá nacido muerto.
De nueva cuenta, de nada servirá que se hayan gastado millones en los primeros trabajos de movimiento de materiales, planeación del proyecto ejecutivo y diseño arquitectónico de la obra.
Aunque los defensores del parque tienen toda la razón en su lucha, porque a nadie más parece importarle las condiciones de abandono que presenta desde hace varios años, no es con una consulta ciudadana, como las que suele realizar la 4T, con la que se va a resolver la sustentabilidad de nuestro único filtro ambiental, así de simple.
Antes de que sigan rasgándose las vestiduras y peleando cada quién por su verdad, las tres instancias de Gobierno deben entender que el parque de El Chamizal, o lo que queda de él, requiere atención urgente de especialistas en agronomía, arboricultura, así como de ambientalistas. Los Hoyos y los planos pueden esperar hasta que todos se pongan de acuerdo, si ya esperaron 18 años desde que se integró el Fideicomiso, para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo.
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Por cierto que, siguiendo con el tema, en el 2004 el Congreso del Estado aprobó al Ayuntamiento de Juárez una sobretasa en el cobro del impuesto predial, para arrimarle recursos al Fideicomiso del Centro de Convenciones Paso del Norte. Dicha sobretasa, aplicaba desde entonces únicamente para el sector comercial de la ciudad, por considerar que sería el más beneficiado con la obra.
Sin embargo, se supone que esos recursos nunca se han entregado al Fideicomiso por ninguna de las administraciones municipales desde ese año, y nadie sabe, nadie supo, dónde quedó la bolita.
La opacidad con la que se ha manejado el famoso Fideicomiso ha provocado que de este tema nada se sepa y que todo mundo piense que existe un clavo muy bien guardado, pero ahora quieren nuevas fuentes de financiamiento, como las que tuvieron cuando el proyecto se iba a construir en terrenos donde estuvo el hipódromo y galgódromo de Juárez.
Ahora el tema ya no será competencia del Consejo de Administración de El Chamizal, a menos que la Semarnat meta reversa y no realice la consulta pública, que está dedicada a impedir que se utilicen Los Hoyos del parque para la obra.
Los que sí deberían de rastrear esos recursos, son los empresarios y comerciantes afiliados a los organismos del sector privado, que han sido los paganos de la sobretasa, porque son muchos millones los que andan bailando, y los que gobiernos de diferentes administraciones, de 2004 a la fecha, aparentemente se gastaron sin dejar rastro.
Son cinco administraciones las que tuvieron esos recursos, pero fue la del quinquenio del locutor Armando Cabada la que mayor ingreso registró, ingreso que tuvo un destino igual de opaco que en los anteriores gobiernos.
Consultando la ley de ingresos de cada una de las cinco administraciones y analizando las revisiones realizadas por la Auditoría Superior del Estado, quizá sea posible encontrar la punta de la madeja.
Lo malo del asunto es que, aun cuando se detecten los recursos, sus montos y su destino final, estos ya no existen ni podrán recuperarlos, a menos que no se hayan invertido en la ciudad y se fueran a las cuentas personales de algún “servidor público” de alguna de esas administraciones.
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El proyecto del Centro de Convenciones sigue siendo sumamente polémico, sobre todo por el desfalco y la complicidad de organismos privados, que han consentido el derroche de recursos públicos en proyectos y obras a medias, obras que nunca se concretaron y que, a estas alturas, después de dos décadas, pretenden aterrizar en una época en donde los grandes centros de convenciones, tal y como los conocemos, empezarán a desaparecer para dar cabida a nuevas formas y nuevas tecnologías en el turismo de negocios, eventos magnos y atracción de inversionistas.
Son decenas de millones los que se han derrochado con absoluta opacidad, pero, de acuerdo con la visión del Fideicomiso Paso del Norte, creado para la construcción del Centro de Convenciones de la ciudad, ellos no han incurrido en ninguna conducta que pueda ser reprochable o condenable.
Desde el punto de vista de estos patriotas y sacrificados empresarios, han sido los gobernantes (gobernadores y presidentes municipales) los únicos responsables de haber movido de lugar, una otra vez, la obra, derrochando decenas de millones, mientras que ellos solo han sido testigos ciegos, sordos y mudos de sus aberrantes decisiones.
Pero, ¿a estos empresarios les importa Juárez y su gente? Hasta donde Mirone alcanza a ver, se trata de hombres y mujeres de negocios que ni siquiera viven en la ciudad, y que habitan, junto a sus familias, en la vecina ciudad de El Paso, tomando decisiones desde una distante, ajena y relativa cercanía. Lo único que les importa son sus negocios.
A esta gente no la mueve ni conmueve la pobreza en Juárez, las condiciones miserables en las que, en muchos de los casos, viven sus propios trabajadores y sus familias, las calles llenas de baches, el caos urbano por obras inconclusas y mal hechas, la suciedad y la basura, las colonias sin drenaje y agua potable, las escuelas en pésimas condiciones, los niños sin comida y sin zapatos; y el hampa y la delincuencia desatadas, matando, full time, a diestra y siniestra.
Por el contrario, les avergüenza que de este lado de la frontera no tengamos un Centro de Convenciones “a la altura”, y en sus viajes al extranjero seguramente les da pena decir que tienen relación (aunque sea solo de negocios) con una ciudad ahogada en el crimen, el caos y la miseria.
Pero lo más irónico es que, precisamente, es esta élite, bien establecida en el extranjero y con vasos comunicantes con sus pares en Chihuahua capital, la que ha contribuido, en gran medida, por complicidad, por conveniencia, por indolencia y hasta por comodidad, para que Juárez esté como la vivimos y padecemos hoy, los que aquí sí habitamos con nuestras familias.
El tema del Centro de Convenciones ilustra perfectamente lo anterior. Se trata de un proyecto que involucra recursos públicos, recursos que deberían de haberse invertido en beneficio de la ciudad, y son bastantes los millones de pesos que se han tirado al cesto de la basura y, hasta ahora, no hay quien pueda dar la cara o rendir cuentas por ello.
Definitivamente, nuestra frontera no se merece los gobernantes que ha tenido, pero tampoco se merece una clase empresarial frívola e indolente que se dedica, entre otras linduras, a promover y solapar fraudes sociales como el dichoso Centro de Convenciones, mientras la ciudad, nuestra ciudad, se cae a pedazos.