Existen opiniones encontradas en cuanto a la influencia que puede tener la música en el comportamiento del ser humano. A lo largo del tiempo se han generado diversos estudios en los que se afirma que ciertas frecuencias sonoras influyen en los seres vivos, no solamente en las personas.
Pero no todas las sensaciones que se reciben provocan reacciones iguales; algunas pueden someter al ser vivo a ciertos estados de estrés y depresión, como otras pueden hacer que se presenten casos de alegría o euforia, y hasta hay música que puede inducir a episodios que desencadenen la violencia.
Y hoy en día, querámoslo o no, nuestro país se encuentra inmerso en la narcocultura, donde las series televisivas y la música han ido escalando posiciones en el gusto y disfrute de la población.
En el caso de la música, los narcocorridos o corridos belicosos o tumbados, ya Mirone no sabe ni cuántos subgéneros son, porque cada día los chamacos bautizan nuevos productos, pero el caso es que forman parte del consumo no sólo de un grupo social en específico, sino de una nación partida en dos.
Es México un país de fifís y chairos, en el que la división ha resultado fructífera para los grupos políticos solamente, pero que ha polarizado los sentires y los quereres; y en esta realidad no han sido pocos los casos donde las familias se han dividido por los gustos, desde la música hasta las afinidades partidistas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado en varias de sus conferencias matutinas los corridos tumbados, y a sus intérpretes, ya que, ha señalado, promueven el uso de drogas como el cristal y el fentanilo.
En este contexto, en días recientes en el Ayuntamiento de Chihuahua aprobaron, el miércoles 26 julio, prohibir conciertos o actividades donde se escuche reggaetón o los conocidos como corridos tumbados.
La medida, argumentan, tiene como fin prevenir la violencia de género y lograr así sancionar las conductas que atenten contra la dignidad de las mujeres, que en música como reggaetón o los llamados corridos tumbados son una constante en sus letras.
La verdad es que esos dizque cantantes, de repente berrean cada estupidez que además de ofensiva y agresiva, hasta causa vergüenza ajena… y lo que ellos menos tienen es vergüenza, precisamente.
Cabe recordar que en el municipio de Chihuahua ya estaba prohibida la interpretación de los llamados “narcocorridos” e incluso varios grupos y artistas han sido multados por ignorar la orden.
Y el presidente municipal de Juárez dijo que esa prohibición no resuelve el tema de la violencia. ¡Toñoñón! No cabe duda que en gustos se rompen géneros y opiniones hay de toda especie, solamente que las de los señores autoridad hay que juzgarlas de acuerdo a lo que repercuten en la comunidad.
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En juegos olímpicos y otras competencias internacionales, llegar en segundo lugar implica un honor, porque se recibe una medalla de plata que alegra al competidor y engalana el tablero de su país.
Sin embargo, en el caso de las estadísticas, esos primeros o segundos lugares no necesariamente son para enorgullecerse o colgarse una medalla. Más bien lo contrario: las autoridades suelen esconder esos “logros” y buscar justificaciones para tratar de explicar por qué andan tan mal.
Tal es el caso de las cifras de homicidios publicadas este jueves 27 por el INEGI respecto a los homicidios cometidos entre los años 2011 a 2021.
En el caso de Chihuahua, son prácticamente los períodos de César Duarte, Javier Corral y lo que va del de Maru Campos Galván.
En la sumatoria total Chihuahua aparece en el segundo lugar, con 30 mil 873 casos entre el 2011 al 2022, solo superado por el Estado de México, la entidad más poblada del país, donde la cuenta de homicidios marcó 36 mil 132. Eso en números brutos (¿aunque más bien los brutos serán los responsables de esta incidencia? ¡que brutos…!), es decir, sin considerar los datos de acuerdo al número de habitantes.
Esos dos son los únicos estados que superaron la cifra horrenda de las 30 mil muertes violentas entre la segunda década de los dos miles y lo que va de la tercera.
Otros cuatro estados superaron los 20 mil: Guanajuato, con 28 mil 783; Guerrero, con 25 mil 386; Baja California, 21 mil 680 y Jalisco, 21 mil 547.
Entre esos seis estados acumularon el 46.9% del total de asesinatos registrados u ocurridos en el período antes referido.
Todo esto forma parte de un horrendo mapa con el que se completa un total de 349 mil 972 muertes violentas en un lapso de once años.
Aunque las cifras del INEGI publicadas este jueves no incluyen el dato, otros documentos refieren que la mayor parte de las personas que perdieron la vida en un hecho delictivo eran jóvenes de entre los 14 y los 39 años de edad.
Esto significa que prácticamente perdimos una generación que hubiese renovado la demografía del país.
Nada más basta ver las cifras de mortandad publicadas por el mismo INEGI la semana pasada, según la cual, la principal causa de muerte durante el 2022 entre las personas de entre 14 y 49 años fue el homicidio, con 19 mil 881 casos.
En los 21 años a los que nos referimos hubo dos períodos completos y uno en curso de gobierno estatal, y tres presidenciales. Por lo visto, ninguno acertó cuando quiso reducir la violencia y las muertes por actos delictivos.
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En el próximo período ordinario de sesiones el Congreso del Estado aprobará una reforma en materia de protección a la infancia, que marcará todo un hito en el país.
La Comisión de Justicia del Congreso del Estado aprobó en fechas recientes la reforma al Código Penal para perseguir de oficio el maltrato contra personas menores de edad.
La cosa es que, ahora, el agredido, que puede ser una niña o un niño pequeño o un jovencito o jovencita de 14 años, por ejemplo, no tendrá que esperar a tener los 16 años de edad para ir a una oficina del Ministerio Público o, si es el caso, tampoco tendrá necesariamente que enfrentar la difícil situación de denunciar los actos violentos de sus padres o familiares.
Bastará con que en un primer reporte policiaco se establezca que el menor sufrió agresiones de parte del padre, madre o de ambos, para que la autoridad inicie la integración de una carpeta y, de proceder, se lleve el caso ante un juez.
Nos cuentan que el tema ya está “planchado” y prácticamente listo con su redacción final, y que podría ser uno de los primeros asuntos a votar en el inicio del período de sesiones, que arranca el 1 de septiembre próximo.
Una vez que entre en vigor, será Chihuahua el primer estado que persiga de oficio esa deplorable práctica, lo que marcará un precedente en cuanto a protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
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Entre los asesores, abogados e incluso diputados y diputadas del Congreso del Estado campean las expresiones de disgusto por la cantidad de iniciativas que presentan en las sesiones tanto de período ordinario o de diputación permanente.
Parece que las hacen por kilo o que a los diputados iniciadores les pagan por horas-tribuna, porque les llega cada propuesta legislativa que, o no tiene sentido alguno, o está repetida, o de plano ya está plasmada en la constitución o en alguno otro ordenamiento legal.
Ese “montón” de iniciativas lo único que ha provocado es que se junte “la chamba” en comisiones y que las reformas urgentes no avancen porque primero deben dictaminar una bola de propuestas que, en muchos casos, ni vienen al caso.
Una parte que ya hace crisis en los archiveros del Congreso son los famosos “respetuosos exhortos” dirigidos a autoridades de todos los colores y sabores, muchos de los cuales están repetidos o no tienen sentido alguno.
Pero más aún: en algunos de ellos solicitan acciones, programas, proyectos que ya están en curso e incluso van más avanzados de lo que pidió el Congreso en su dichoso “exhorto”.
Un caso ilustrativo de ese “montón” fueron las respuestas que dio hace poco el Instituto Nacional de Migración a tres puntos de acuerdo enviados desde el Congreso de Chihuahua: la respuesta a cada uno fue prácticamente la misma porque la petición era, a final de cuentas, igual.
El trabajo legislativo ya está haciendo crisis, y eso que aún no sale todo el producto de la reforma constitucional.
Más vale que agilicen las cosas y dejen de presentar iniciativas nada más por quedar plasmados en el Diario de los Debates y salir en la foto. Hagan su trabajo con sentido común, señores y señoras de las curules.