Llamó la atención que en la misa de cuerpo presente de los sacerdotes jesuitas César Mora y Javier Campos, no asistiera la gobernadora Maru Campos, después de haberse mostrado tan abrumada e inquieta con estos terribles asesinatos, incluido el del guía de turistas, Pedro Palma Gutiérrez.
Maru asistió a la capilla donde se realizaron las honras fúnebres de Pedro Palma, pero no llegó a la misa de los sacerdotes en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la capital del Estado.
Probablemente fue avisada de la presencia de sus odiados enemigos Javier Corral, Gustavo Madero y Víctor Quintana y optó por eludirlos. Mala decisión, tratándose de un caso tan sensible que tiene los ojos del mundo posados en Chihuahua.
Del exgobernador panista de triste fama, sorprendió su asistencia después de que los medios revelaran la protección por omisión que dio al asesino El Chueco desde el 2018, cuando éste secuestró y mató al turista estadounidense Patrick Braxton y Corral simuló que lo perseguía, cuando en realidad lo dejó escapar.
De Madero y Quintana era justificable su presencia por ser egresados del Instituto de Estudios Superiores de Occidente de Guadalajara, que dirigen los jesuitas, aunque solamente el primero de ellos entró al templo, mientras que Quintana se quedó bajo la sombra colocada en la calle, quizá previniendo algún siniestro si pisaba el templo.
El que no perdió la oportunidad de los reflectores, como es su costumbre, fue otro de los fieles corralistas, el sacerdote jesuita Jesús “El Pato”Avila, quien desde el púlpito le mandó un mensaje “respetuoso” al presidente de la República: «Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos».
Los que también se vieron en las honras fúnebres encabezadas por el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda, fueron los ex gobernadores priistas Patricio Martínez y Fernando Baeza, aunque estos tuvieron siempre más afinidades que diferencias con el inepto Corral, sobre todo porque los tres querían la caída y desgracia de César Duarte.
Los dos santones del priismo, o lo que queda de éste, acababan de sentarse en la mesa de trabajo de Maru en palacio, para “analizar” el estado de violencia y la forma de atrapar a El Chueco, y luego se vieron muy solícitos con el panista en la iglesia.
Al término de la misa, Javier Corral se despidió presuroso de sus compas priistas y salió del templo jalando prácticamente del brazo a su esposa Cinthia Chavira, para escapar de los reporteros que le cuestionaron su promesa incumplida de atrapar a El Chueco.
Unos dicen que son los nuevos tiempos de civilidad política, otros le llaman cinismo político, que no es lo mismo, pero el término embona perfectamente con los protagonistas de este nuevo capítulo de la tragedia de Chihuahua.
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A los que les llovió en su milpa este fin de semana y les tundieron en las redes sociales con enjundia, fue a los dueños de la franquicia de Movimiento Ciudadano en la entidad, quienes fueron a la embajada del Vaticano en la Ciudad de México por una biblia, para llevarla al templo de Cerocahui, donde fueron asesinados los dos sacerdotes jesuitas.
Alfredo El Caballo Lozoya, su esposa Sol Sánchez y su fiel escudero Francisco Sánchez Villegas, mejor conocido como Pancho Pistolas, se colgaron miserablemente de la tragedia de Urique y hasta anunciaron su viaje a la nunciatura apostólica, para llevar el testimonio de los chihuahuenses que sufren por la violencia.
Nadie sabe quién les entregó la representación de los chihuahuenses para que realizaran tal encargo, porque como dirigentes estatales del Movimiento Naranja en la entidad, no pasan del millar los militantes afiliados y por lo tanto, carecen de una legítima representación.
Por esa razón, en las redes sociales los cuestionaron hasta con groserías, y de oportunistas y falsos representantes sociales no los bajaron.
Uno de esos fuertes comentarios de gente de Parral, decía: “Yo estoy segura que fueron a pedir justicia por los muchos asesinatos en su administración como la de Uriel Loya etc etc etc , la desaparición de los enfermeros; la venta indiscriminada de droga!. Se necesita tener una cara muy dura para semejante cinismo” (sic).
Otra mancha a la hoja de ocurrencias del diputado Pistolas que, en vez de tantas vaciladas, debería de gestionar los servicios básicos de alimentación, salud y educación que tanta falta hacen en las comunidades de la sierra Tarahumara. Esa si es su obligación, lo demás es hipocresía.
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Muchos se preguntan por qué el aferramiento del Gobierno del Estado de construir la famosa Torre Centinela en el centro de la ciudad, cuando hay tantos sitios con localización estratégica y sin las complicaciones de vialidad que tiene el primer cuadro de la ciudad.
En las redes y chats de grupos de profesionistas, el tema cobró relevancia cuando trascendió la noticia de que el gobierno municipal le dará a Maru el terreno donde se encuentra el viejo estacionamiento Plaza, en las avenidas Francisco Villa y Abraham González, para que construya la sede de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.
En ese hilo de discusión se cuestionaron los problemas que los policías enfrentarán por embotellamientos y calles sin salida rápida, además del paso del tren que paraliza las actividades en este sector tres veces al día.
Los internautas sugieren que se construya en la avenida Lincoln y Henry Dunant, donde se encuentran las ruinas de lo que fue el hotel Camino Real, o en los desolados estacionamientos del Pronaf, que además de acumular basura y tierra, no tienen otra utilidad.
La discusión en las redes subió de tono, sobre todo por la controversia que generó el rechazo de la construcción del Centro de Convenciones en los hoyos de El Chamizal.
Ninguna de las dos obras tiene definida su ubicación porque han sido rechazadas por organizaciones de la sociedad civil; en el caso de la Torre Centinela por los comerciantes del centro, mientras que el Centro de Convenciones por los grupos ambientalistas.
Solo falta que ahora que ya comienzan a hacerle ruido a la nueva posible ubicación del cuartel de la policía estatal, también se suspenda el proyecto.