Pregunta para los jefes del Gobierno estatal: ¿es permitido y legal que un funcionario que cobra tiempo completo como subsecretario, solamente le dedique medio tiempo a su labor, porque tiene un trabajo nocturno en el Gobierno federal y debe dormir el tiempo que le queda libre?
Este es el caso de Sergio Acosta Licea, el subsecretario de Desarrollo Humano y Bien Común del Estado en la frontera, quien llega todos los días después de las 12 horas a sus oficinas, porque trabaja en la noche en la clínica local del Issste.
Lo peor del funcionario es que llega tarde y se va temprano, porque para las 4 en punto deja las oficinas localizadas en el Parque Central Poniente, ya que de otra forma no tiene tiempo de ir a su casa a prepararse para su chamba de camillero y chofer de ambulancia, en la clínica médica de la burocracia federal.
Esa doble chamba en las dos esferas de gobierno de Acosta Licea, no le permite atender como es debido su cargo, pero para eso nombró a su comadre Sandra Simental como coordinadora administrativa, quien ejerce el poder del subsecretario para manejar a su pobre criterio las tareas de la dependencia.
Sandra fue candidata del Partido Acción Nacional a diputada local por el séptimo distrito electoral en las pasadas elecciones, donde perdió por amplio margen frente al candidato de Morena, Gustavo De la Rosa Hickerson.
Antes y después de la elección, Sandra tenía empleo como secretaria del departamento encargado de la administración y mantenimiento del Parque Central.
Cuando llega Acosta Licea a la Subsecretaría, la nombra jefa administrativa y Sandra asume su cargo invadiendo otras funciones, con la autorización del titular, quien no puede dedicarle el tiempo completo a la dependencia, porque tiene que dormir después de su chamba nocturna.
De entrada, Sandra tomó decisiones arbitrarias, como la de negarse a recibir las obras hidráulicas, eléctricas y de reforestación realizadas en el parque por una empresa externa. Personal de la secretaría de obras públicas que atestiguó esta negativa, informó de la prepotencia y rudeza innecesaria de la mujer con un proveedor que solo estaba cumpliendo con el procedimiento.
Por otra parte, el lago del parque, que fue desazolvado y se limpia a base de bacterias, ya comienza a tener problemas, y todo porque Sandra despidió a los responsables de su mantenimiento y los que comisionó no tienen la mínima idea del trabajo que requiere.
Esa es la razón de que el nivel del agua del lago haya bajado en estos días hasta 40 centímetros, lo que pone en peligro las 7 bombas aireadoras que no pueden funcionar sin agua, porque se queman, y cada una tiene un costo de un millón de pesos, nada más.
Pero eso no es nada. Otra de las ocurrencias de la administradora, fue la de comisionar a un chofer de la Subsecretaría para operar las bombas de la fuente saltarina del parque oriente, como si se tratara solamente de abrir y cerrar una llave de paso.
La dama desconoce que el equipo que utiliza la fuente, para que las aguas simulen una danza al ritmo de la música, requiere de personal especializado, que sepa calibrar los módulos independientes de las bombas de presión, que pueda regular la velocidad y tiempos del agua, pero sobre todo, que tenga conocimiento del software que se utiliza para sincronizar los movimientos del agua con la iluminación. Es obvio que un chofer no sabe nada de esto.
La irresponsabilidad del subsecretario Sergio Acosta, al delegarle facultades a su comadre, ha impedido que los locatarios que pagaban una renta para vender sus productos en el parque puedan hacerlo, porque Sandra no los autoriza hasta que le lleguen al precio, según los propios afectados.
Con esta disposición, han dejado de ingresar recursos al parque por la renta que se les cobra a los locatarios, en momentos en que el Estado requiere precisamente de recursos frescos para terminar el año.
El parque recibe aproximadamente de 90 mil a 100 mil personas por mes, que consumen los productos que los locatarios venden en los corredores. Ahora no hay ventas, pero los desperdicios de los visitantes se acumulan en un tráiler y un contenedor que, según los jardineros del lugar, ya tienen más de 40 toneladas de basura, que no se retiran porque la administradora no ha podido conseguir el servicio de PASA, por su prepotencia y mal trato a la gente.
Habrá que preguntarle al subsecretario de medio tiempo, Sergio Acosta Licea, por todas estas irregularidades, que ponen en riesgo la millonaria inversión que ya hizo el Estado para rehabilitar las dos secciones del parque y su lago, que pueden volver a colapsar solo por su irresponsabilidad y negligencia para atender su cargo.
El Parque Central no solamente representa un espacio verde para el esparcimiento de la ciudadanía, también forma parte de la historia de Juárez, al haber sido originalmente el campus de la Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar”, que mucho prestigio dio a la ciudad por la calidad de sus estudios, y de donde salieron miles de agrónomos a tecnificar el campo nacional.
Por lo mismo, sería un ecocidio que por malas decisiones de neófitos en el manejo del parque, se ponga en peligro su flora y fauna, de la cual forma parte la jirafa Modesto, que ha sobrevivido a malos tiempos en la sección poniente, pero no podrá hacerlo en manos de ignorantes.
Ya es tiempo de que las organizaciones ecologistas y las defensoras de animales de la ciudad se hagan presentes, y exijan informes de la forma como se administra el segundo pulmón verde de la ciudad, donde vive la icónica jirafa que merece cuidados y atención de especialistas, no de legos empleados que no distinguen un burro de un caballo.