Don Mirone quiere comenzar esta columna con una pregunta incómoda para los mandos de la Guardia Nacional y de la Policía Fiscal asignados a la aduana fronteriza: ¿cuántas armas o contrabandos millonarios decomisaron el jueves, en las revisiones que hicieron en el puente libre a todos los automovilistas que venían de regreso a Juárez?
La respuesta es simple: no hubo ningún decomiso de contrabando y mucho menos de armas. Eso lo sabemos por un simple ejercicio que todo periodista incómodo y escéptico debe hacer: Si hubieran logrado interceptar, aunque fuera una bala calibre .22, los federales lo hubieran cacareado a los cuatro vientos, pero como solo han guardado silencio hasta ahora, podemos deducir que, aparte de la molestia que causan a los automovilistas, sus revisiones solo han servido para hacer el ridículo.
Se sabe que estas revisiones se realizarán periódicamente y no son aleatorias, porque se hacen auto por auto, sin ningún criterio, y mucho menos respeto para las familias, que tuvieron que descender de sus vehículos para que los uniformados manosearan sus asientos, tableros, cajuelas y hasta las llantas.
Con estas ocurrencias de la gendarmería y la Policía Fiscal, las filas de regreso provocaron retrasos hasta de una hora y media para cruzar hacia Juárez, situación que no les preocupó a los importados del altiplano.
Lo sospechoso de este inútil y molesto operativo, es que comienza a unos días de que se reabran los puentes internacionales, cuando el flujo de mexicanos al shopping se intensificará después del largo periodo de abstención que se vivió a causa de la pandemia.
Imaginemos entonces, que los tiempos de cruce hacia el Paso se duplicarán y los de regreso podrán triplicarse con los operativos “busca armas” de los sabuesos mexicanos, que aplican la legendaria e infalible técnica del manoseo vehicular para detectar los contrabandos.
Alguien podría tener la amabilidad de informarles que ya existen aparatos para detectar armas, balas y explosivos, y que los contrabandistas no las pasan a la vista, ni en las cajuelas, ni en las guanteras, sino en los dobles fondos que adaptan en vehículos grandes, generalmente.
A lo mejor nuestros despistados agentes federales todavía andan buscando las armas del operativo gringo “Rapido y Furioso”, pero lo que no les han dicho es que esas armas entraron a México desde el 2006. O sea que andan un poco atrasados de noticias y muy, pero muy desubicados.
Mirone promete desplegar sus sagaces fuentes en estos operativos para denunciar abusos y evitar que se conviertan en otro punto de negocio o extorsión, como los que suele instalar la Guardia Nacional en los retenes callejeros de la ciudad, donde nunca detienen malandros ni previenen delitos, pero sí que suena la caja registradora.
Igual ocurre en el aeropuerto de la ciudad, donde caballeros de la virtuosa institución hacen negocio hasta de la falta de espacios para autos en los parques vehiculares para usuarios, ofreciendo, como si fueran privados, espacios en zonas de terracería dentro del mismo estacionamiento, y cobrando entre 150 y 200 pesos por día a quienes llegan apurados para tomar un vuelo y son rápidamente atorados por los celosos agentes del orden.
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Finalmente, después de muchos jaloneos, piquetes de ojo y patadas a las espinillas entre media docena de aspirantes que aseguraban ser los buenos, ayer tomó posesión de la presidencia del Consejo de Administración de la JMAS el empresario Sergio Nevárez, quien sustituye en el cargo al contador público Jorge Domínguez, que ocupó la posición sin pena ni gloria, porque la que realmente manejaba la dependencia, a control remoto, era la exvicegobernadora Leticia Corral.
Ahora que ya se acomodó en la silla, Sergio tendrá tiempo para hacer una buena limpia de la mafia corraliana que se apoderó del control total de la descentralizada, desde la tesorería, compras, dirección administrativa y la dirección comercial.
En esa lista destacan, por el trabajo político que realizaban desde la Junta para la causa de Javier Corral, la tesorera Martha Adriana Durán y la directora de compras, Norma Luévano, quien tenía la facultad de asignar contratos sin tocar baranda a los recomendados de Leticia.
Nos informan que ahora que este equipo se queda huérfano, andan buscando desesperadamente contactos en el directivo estatal que puedan afianzarlos, aunque sea en otras posiciones, la que sea, con tal de no perder los jugosos sueldos que por cinco años percibieron en áreas de privilegio de la descentralizada.
Aseguran que la semana que entra comenzarán las sustituciones en los puestos clave, con la gente de confianza de Nevárez y con los recomendados que le enviarán de Chihuahua, para cumplir compromisos de campaña.
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Difícil petición les hicieron los diputados locales al alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar y al secretario de Seguridad Pública, César Omar Muñoz, en el sentido de reforzar la vigilancia en el trayecto que tienen que cubrir los estudiantes que asisten a la Ciudad Universitaria, localizada en los límites de la mancha urbana y en medio de la nada.
Decimos difícil, porque si no tienen suficientes unidades para el patrullaje normal de la ciudad, mucho menos para cubrir distancias tan largas en solitarios caminos que están bajo el control de los malandros de aquellos rumbos.
Fue la diputada de Morena Magdalena Rentería Pérez, quien llevó su idea a la tribuna, para el exhorto a las autoridades municipales de Juárez, con la cual lo único que mostró fue su desconocimiento de la realidad por la que atraviesa el Municipio en materia de equipamiento para seguridad pública.
La legisladora tuvo la ocurrencia de pedir también que se realicen acciones para eficientar la vigilancia y la seguridad preventiva en la ruta universitaria, ante el incremento en los índices de violencia en la ciudad.
Como rollo en tribuna estaba muy bien la propuesta, pero ponerlo en práctica estará en chino, porque de las 500 patrullas rentadas que tenía en operación la Policía Municipal, solo funcionan la mitad.
Actualmente el servicio de patrullaje se realiza con 10 unidades por turno en cada uno de los 7 distritos policiacos en que está dividida la ciudad. O sea, con 210 unidades, mas las que utilizan los mandos suman más o menos 250, para vigilar lo que se pueda. El resto de las unidades se encuentran en los talleres mecánicos, esperando su reparación, o bien, su destino final en el deshuesadero.
Dicho en otras palabras, se patrullan todas las calles de Juárez con 30 vehículos por turno, lo cual resulta en una reverenda vacilada, porque la capacidad de cobertura es mínima. Por eso no llegan más allá del periférico Independencia, ni pasan de Riberas del Bravo.
Por lo mismo, resulta ocioso que los diputados pierdan su tiempo pidiéndole peras al olmo. Mejor deberían de gestionar recursos extraordinarios para que se puedan reparar las unidades descompuestas. De otra manera, estarán perdiendo su tiempo, como ya es común cuando se suben ocurrencias como iniciativas que solo quedan en buenas intenciones.
La Universidad ya ha planteado ese tema en diversos foros y, como siempre, las autoridades municipales y estatales han prometido atenderlo pero, hasta ahora, todo ha quedado en simples promesas.