Al cierre de la administración del gobernador Javier Corral hay un sabor agridulce en distintos sectores de la comunidad fronteriza.
La doble pandemia vivida en el actual quinquenio deja un saldo final que rebasa los 6 mil asesinatos y casi llega a 4 mil muertos por la pandemia solo en esta frontera.
El de Corral fue un gobierno que atendió la agenda empresarial afín al nuevo amanecer antes que la agenda social de los fronterizos.
En el quinquenio que está por terminar, grupos empresariales lograron que se orientaran recursos públicos a sus fines, para construir centros de innovación y relanzar el proyecto de un centro de convenciones para atraer más inversiones y seguir haciendo negocios a costa del dinero público.
Nadie puede decir que esas obras sean malas. Lo cuestionable es que se hagan en una ciudad donde se adolece de servicios básicos, por ejemplo, de hospitalización de tercer nivel y pavimentación de calles.
Justo a un lado de donde se dejó abandonada la obra de dos hospitales que atenderían a las clases más desprotegidas, edificaron los centros de innovación e inteligencia artificial.
Corral, con oídos sordos a la demanda social
Al inicio de su gestión, el gobernador Javier Corral ofreció devolverle a Juárez lo que en justicia le corresponde, pero terminó desoyendo las voces de la sociedad.
Por ejemplo, nadie puede negar el beneficio de la obra pluvial en el parque central, en Pradera Dorada y en otros puntos.
Pero es imposible no señalar las fallas que ya empezaron a mostrar los trabajos, cuando todavía el gobierno no termina.
En el lago artificial se derrumbó un muro de contención y en Pradera Dorada las rejillas pluviales resultaron ser de mala calidad.
Puentes enanos, el primer reclamo social a Corral
Para la construcción de la vialidad de flujo continuo Francisco Villarreal Torres hasta su continuación en la avenida De las Torres, el gobernador tuvo la primera oportunidad de atender el llamado de la comunidad.
Transportistas, constructores y empresarios le pidieron que en los pasos deprimidos de esa arteria, se respetara la altura que recomienda la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Esto permitiría que a futuro la ciudad estuviera preparada para que por ahí pudieran circular vehículos de carga.
La vocación del sector es como en casi todo Juárez, una mezcla de zonas residenciales con parques industriales.
Pero el jefe del ejecutivo no quiso escuchar. En lugar de construir los pasos deprimidos por lo menos a 5 metros de altura, como lo marca la SCT, optó por hacerlos de apenas 4 metros.
Hoy los pasos deprimidos de las avenidas Francisco Villarreal Torres y De las Torres no permiten el paso del transporte pesado ni de revolvedoras de concreto.
Fue una inversión de varios millones hecha bajo el criterio de funcionarios que no viven aquí.
Esa avenida, desde el Cuatro Siglos hasta el libramiento, es la más utilizada por los vehículos de transporte pesado que a diario llevan la producción maquiladora a los puentes internacionales.
Además de que se convertirán en un obstáculo para el flujo de mercancías, las obras van retrasadas.
Nada podrá evitar que queden sin completarse en este periodo de gobierno.
¿De qué sirve una promesa si al final no se cumple o solo se cumple a medias?
El BRT, otra promesa incumplida
El Sistema Integrado de Transporte llamado ahora BRT es otro ejemplo de la ineficacia.
La primera mitad del gobierno, los juarenses tuvieron que sufrir un servicio en condiciones deplorables.
Las estaciones del viejo Vivebus lucían oscuras y poco funcionales. Con las finanzas quebradas el gobierno actual no tenía dinero para invertir en obras. Pero entonces decidieron tomar el recurso del Fideicomiso de Puentes Fronterizos que originalmente estaba destinado para pavimentación de calles.
Interviniendo directamente en su comité de inversiones, con los empresarios apoyadores del nuevo amanecer, aplicaron el recurso de los puentes para la modernización del Vivebus.
Le cambiaron el nombre por Bravobús y empezaron a construir estaciones y carriles confinados en las principales arterias de acceso a la ciudad.
Nuevamente el gobierno decidió no escuchar las voces que pedían sí modernizar el transporte, pero sin destruir vialidades.
Contra protestas sociales y argumentos de expertos en urbanismo el enfoque oficial prevaleció y el nuevo BRT empezó su construcción.
Aferrado a mostrar obras en Juárez, el gobernador se empeñó en hacerlo todo de un solo golpe.
Adiós a la planeación y a la movilidad de miles de juarenses.
A pocos días de que termine el gobierno, ninguna de las dos rutas troncales funciona como se prometió.
En la troncal uno faltan camiones para satisfacer la demanda, y la troncal dos está estancada con obras a medio empezar en las avenidas 16 de Septiembre y Manuel Gómez Morín.
Por otro lado, en Paseo Triunfo de la República y la avenida Tecnológico hay una tercera parte de carriles confinados y estaciones que aún no se terminan.
El sistema de recaudo y los autobuses nuevos tendrán que esperar a que llegue el nuevo gobierno para ser instalados y entrar en operación.
Las obras de las estaciones subterráneas en el centro se quedaron suspendidas porque los estudios de riesgo obligaron a parar. Otra vez falta de planeación.
Hoy Juárez es un caos de obras a medias que van a depender para su terminación de la voluntad de la próxima gobernadora.
La comunidad organizada deberá ser enérgica para exigir que nada quede a medias.
En cuanto a lo hecho por el gobernador Corral, habrá puntos de vista opuestos sobre su gestión, pero en los hechos le aplica el refrán popular: el que mucho abarca, poco aprieta.
Seguridad, la incontrolable ola criminal
En el tema más sensible que los juarenses han padecido en la última década, el titular del Poder Ejecutivo no solo fue poco efectivo. También optó por la manipulación de las cifras.
Los números son fríos, como los miles de cuerpos de las víctimas que fueron masacradas.
Con la comparsa de sus fiscales, la complaciente voz del alcalde y el mutis de los funcionarios federales, el quinquenio corralista deja un baño de sangre con más de seis mil 200 asesinatos.
No hay excusa que valga. El gobernador Javier Corral fue duro con su antecesor César Duarte cuando desde el Senado y luego desde la candidatura le espetó sin ningún recato que la infiltración de las Policías estaba dando al traste con la seguridad.
Las comunidades de la sierra y las calles de Juárez estaban padeciendo una masacre, decía un enérgico Francisco Javier Corral Jurado.
Sin embargo, en el año 2017 el número de homicidios en esta frontera sumó 771, cifras oficiales de la Fiscalía General del Estado.
A partir de la llegada del actual Jefe de Palacio de Gobierno, la cifra se disparó.
En 2018 fueron ultimadas mil 245 personas; en 2019 la cifra subió a mil 509 y en 2020 alcanzó las mil 642 ejecuciones.
La explicación de que la mayoría de los homicidios están relacionados con actividades de delincuencia organizada solo confirma lo que todos los fronterizos saben. Pero no justifica que quienes fueron elegidos para gobernarlos no hayan logrado contener la violencia.
El gobierno de Javier Corral ha construido bardas para resguardar instalaciones de seguridad como los edificios de Fiscalía y la Comisión Estatal de Seguridad, pero no pudo construir estrategias para proteger a sus ciudadanos.
La sociedad reclamó, y con fundamento. Cifras de la Mesa de Seguridad y Ficosec señalan que más del noventa por ciento de los homicidios que se cometen aquí quedan impunes.
Covid-19, cerrar el gobierno con olor a peste
Convertida en el reto más formidable de la época reciente, la pandemia de Covid-19 sacó a relucir las debilidades más marcadas del actual gobierno estatal.
La primera, desoir las recomendaciones de los grupos de la sociedad civil. Y la segunda, optar por la manipulación de la información y el ocultamiento.
En los primeros días de la pandemia se recomendaba al gobierno construir más hospitales, ampliar su personal especializado, hacerse de equipos para salvar la mayor cantidad de vidas.
La principal recomendación fue que se construyera en Juárez un laboratorio para hacer pruebas aquí a la mayor cantidad de población posible.
Los expertos de la Organización Mundial de la Salud repitieron hasta el cansancio que era mejor detectar a los asintomáticos y aislarlos para evitar que siguieran propagando el virus.
El gobernador Javier Corral prometió que el laboratorio se construiría, pero tampoco lo cumplió.
Muchas obras habían iniciado en los meses que empezó la pandemia.
El recurso que estaba fluyendo para todo ese cemento pudo haberse destinado a infraestructura de Salud con solo un decreto del gobernador. Pero no.
Mientras las muertes y contagios pegaban de frente a miles de familias fronterizas, allá por los meses de octubre y noviembre del año pasado, los proyectos “emblema” del gobierno, BRT y puentes enanos, seguían adelante.
La apuesta fue usar campañas mediáticas de miedo y mantener la información lo más oculta posible.
De los primeros muertos en hospitales fueron los medios de comunicación quienes dieron la noticia, mientras el gobierno se empeñaba en negarlos.
Igual ocurrió con la llegada de la variante delta. El reconocimiento oficial vino semanas después que laboratorios privados y colegios de médicos lo habían alertado.
El saldo final del actual gobierno fue la decisión de construir obra pública, mal e incompleta, en lugar de aplicar la mayor cantidad de recursos para salvar vidas.
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