Y el joyero no supo qué decir…
Se aburría. Se aburría mortalmente. Su vida, pensaba cuando alguna vez pensaba, era un tedioso tedio. Eso de estar todo el día atrás de un mostrador, aunque fuera de joyería de lujo, y aunque la joyería fuera suya, era algo vacío de sentido, vacío de todo
Por Catón