Más que la escasez, lo que debe preocupar a los juarenses en el corto plazo es el decremento de la calidad del agua que bebemos.
Esto es lo que afirma Gustavo Córdova Bojórquez, profesor e investigador, del Colegio de la Frontera Norte (Colef), especialista en temas de Medio Ambiente.
Para el académico, uno de los principales investigadores del tema del agua en la ciudad, se habla mucho de la futura escasez del vital líquido; pero muy poco se menciona de las circunstancias que están provocando la creciente pérdida de calidad del agua potable de la que dispone la ciudad.
Con una batería de 250 pozos a un ritmo de extracción de 6 litros por segundo, los niveles de dotación del agua mantienen cierta estabilidad.
Estabilidad que pronto puede verse amenazada por el cada vez mayor grado de salinización y el mayor costo que requeriría mantener su nivel de potabilidad.
El especialista señala que el surgimiento de nuevas zonas poblacionales en sectores de la periferia fronteriza, ha provocado una explotación cada vez mayor del acuífero.
Este nuevo y creciente nivel de explotación hace que los pozos tiendan a salinizarse, lo que nos lleva directamente al tema de la calidad.
“Tenemos un acuífero sumamente generoso de pozo profundo, no superficial, pero finito, agua que no tiene recarga; con el actual nivel de explotación en corto plazo va a significar extracción de agua cada vez más salobre y cada vez menos potable”, señala.
Esto implicaría además la necesidad de implementar tecnologías más sofisticadas para desalinizar el agua, lo que invariablemente incrementará el costo del servicio para los juarenses.
Consumir este tipo de agua puede agravar salud de juarenses
Reportes de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) mencionan sectores de la ciudad donde la salinidad rebasa cinco a seis veces los límites máximos marcados por la norma oficial.
Además de provocar deshidratación, el agua salobre puede favorecer o agravar la hipertensión, aumentando el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Aparte de los altos niveles de explotación, la falta de una cultura de cuidado del agua sigue siendo otro de los principales factores.
Por ello Córdova considera necesario incrementar ya, tanto las acciones de gobierno como el fomento de campañas de concientización para el ahorro del agua.
“Número uno es que el ciudadano entienda dónde vivimos y qué tenemos, y entender que el agua es un recurso que no está ganado; hay que reducir el consumo por persona, por ejemplo reduciendo a cinco minutos el tiempo que dedicamos a bañarnos, con eso ganaríamos bastante ahorro”, comentó.
Destacó que en ciudades como Monterrey, donde hay un gran problema de escasez, el consumo actualmente es de 100 litros por persona al día.
“Aquí es 333 litros por persona por día, porque estamos acostumbrados a que el agua siempre está ahí, con solo abrir la llave”, dijo.
Junto con la implementación de campañas, el estado también deberá desarrollar nuevos esquemas para privilegiar para consumo humano el agua potable; y seguir generando acciones para el uso del agua reciclable en actividades relacionadas al comercio, el sector agrícola y la productividad.

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