Por lo regular, un automóvil tarda en promedio cuatro horas en llegar a Chihuahua. Es casi el mismo tiempo que le toma a Onésimo Martínez Cruz llegar desde la colonia Bellavista al DIF Municipal en el Pronaf.
Si se tiene discapacidad y son pocos los apoyos al alcance, no queda otro camino más que andar a cómo dé lugar.
Cuando los recursos en casa escasean y el hambre apremia, es justo cuando hay que salir a luchar más, afirmó Martínez Cruz.
Esta semana, este hombre de 64 años de edad acudió un par de ocasiones a la dependencia, para gestionar una silla para su hijo adolescente; al igual que Onésimo, el joven también cuenta con una discapacidad motora.
La primera ocasión tardó cuatro horas en trasladarse porque no consiguió alguien que lo pudiera llevar. En la segunda visita, logró acudir sin contratiempos a la descentralizada, gracias a un aventón.
Su papelería fue recibida con amabilidad por el personal de la dependencia; le informaron que de momento no había sillas disponibles y que entraría en una lista de espera.
Onésimo recibe una despensa y le aseguran que recibirá una llamada cuando su trámite se concrete y tengan el apoyo solicitado.
Pero el hambre y la necesidad no pueden esperar, es algo que sabe con alta experiencia. Sin perder la esperanza, se retira con agradecimiento del lugar.
Onésimo, el mariachi que llegó para quedarse
Onésimo es el mariachi en silla de ruedas que, hasta antes de la pandemia, era muy reconocido en el primer cuadro de la ciudad. Su trabajo era alegrar las noches bohemias en cantinas y bares de la zona centro.
Su estilo peculiar de interpretar la música mexicana le ganó el cariño y respeto de cantineros y parroquianos.
Pero en 2019, un incendio acabó con la totalidad de su vivienda, destruyendo sus trajes de mariachi y sus instrumentos.
Pese a ello, One, como le nombran con cariño sus allegados, nunca perdió el amor a la música y siguió cantando en las calles.
A este artista urbano las cosas se le comenzaron a complicar con la pandemia en el 2020, ante el cierre obligado de centros de entretenimiento nocturno.
Onésimo no dejó de buscar la manera de salir adelante con su música. Con una guitarra y una silla desvencijada que hoy en día le transporta, aún va por las calles ofreciendo siempre una sonrisa y una canción.
La discapacidad que tiene no lo detiene, no lo ha detenido –y asegura con mirada firme–, ni lo va a detener.
El incendio acabó con todo, menos con la esperanza
Onésimo nació un 1957 en el pueblo de San Pablo Degorexte, Oaxaca y desde hace 24 años reside en Ciudad Juárez.
De profesión mariachi, un accidente automovilístico hace 10 años le obligó a usar silla de ruedas. Aún así, el mariachi salía a las calles a buscar el sustento diario.
Está separado desde hace 9 años de su esposa con la que tuvo cinco hijos, de los cuales dos aún dependen de él.
Por motivos de la separación, –hoy Onésimo busca apoyo para poder divorciarse–, no ve a sus hijos adolescentes. Solo una de sus hijas mayores, que trabaja en la maquiladora, vive con él.
Cuando piensa en el incendio en el que perdió todas sus pertenencias, Onésimo no duda al señalar sonriendo “pudo haber sido peor, pero aquí seguimos”.
Aquella tarde del 25 de marzo, Onésimo se encontraba en el patio de su vivienda, donde una de sus mascotas acababa de dar a luz.
El ruido de cables haciendo falso contacto llamó la atención del mariachi. Pero recordó que días atrás un sonido similar se escuchó en los cables de las fincas aledañas.
De pronto, las llamaradas se encontraban en lo alto del techo de su casa. Como pudo, alcanzó a salir por la parte posterior.
Al llegar al frente de su casa ya se encontraban ahí los cuerpos de emergencia. Su presencia sorprendió a los vecinos que lo vieron lograr escapar, ya que ante las crecientes llamas, lo daban por muerto.
Sentado frente a su casa, Onésimo reflexiona sobre todo lo que perdió aquella tarde.
“Tenía yo 12 trajes, 15 sombreros, 20 moños, 17 pares de botines, 15 cintos pitiados, mis guitarras; todo se quemó… sólo cenizas quedaron, pero lo bueno, lo más importante, el mariachi, ese sí se salvo”, afirmó con una amplia sonrisa.
Sacar adelante la vida
Onésimo vive en la casa marcada con el 588 en la calle Melchor Ocampo esquina con María Martínez, en la colonia Bellavista.
La mitad de la construcción está reparada de manera rudimentaria, mientras que la parte posterior, aún se encuentra sin ser intervenida.
Lo que ha podido arreglar, ha sido gracias a las donaciones que ha conseguido. Sus amigos le han ayudado con mano de obra, mientras que los materiales los obtuvo el año pasado por Desarrollo Social del Municipio.
Aún así, la cocina sigue sin techo y la mesa para comer se encuentra en el frente de la casa. No hay refrigerador, no hay estufa y en la despensa hay muy pocos alimentos.
“Estos días han estado difíciles para trabajar y más con las obras nuevas que hay, ya casi no se puede andar igual”, señala.
Aún así, gracias a que una persona le regaló una vieja guitarra, Onésimo sale en busca del sustento diario.
Por donde su silla alcanza a transitar en el centro de la ciudad, va en pos del ciudadano a ofrecerle con su música, un pedazo de alimento para el alma.
Con un poco de ayuda de mis amigos
Onésimo refirió que gracias al cariño de la gente a la que le canta en el Centro Histórico, es como ha podido salir adelante en estos días.
Sin embargo, aceptó que existen muchas necesidades que no ha podido solventar, pese al esfuerzo cotidiano.
“Se requieren al menos las láminas para poder ponerle techo a la cocina y me las cobran, pero son pesos que no tengo”, señaló.
Martínez Cruz reconoce que aún falta mucho por reconstruir en su casa, aún hay ladrillos en su patio que faltan de ser colocados; todavía quedan huecos en el techo que esperan a ser reparados.
“Yo aceptaría gustoso si me donaran atuendos, alguna escuela o universidad, donde hay grupos; o de asociaciones de charros, para poder salir a ofrecer mi música”, agregó.
Pero Onésimo no se desanima, tan grande es su fe, que asegura que tarde o temprano, los amigos llegarán.
“Hay muchos clubes que se dedican a apoyar, alguno volteara a verme para echarme la mano”, afirmó.
Onésimo mencionó que gracias a la música conoció a muchas personas, a las que les cantó y con las que quedó profundamente agradecido.
“Yo espero haberles también haber dejado un bonito recuerdo, por aquí seguimos. Y todavía tengo mi voz y mientras Dios quiera, les seguiré cantando… ¡Sí señor!”, puntualizó.
Si quiere apoyar a Onésimo, puede comunicarse al teléfono 656-126-6671.
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