Con tres décadas de residir en Ciudad Juárez, y diez años de realizar activismo en contra de la militarización y en favor de los migrantes, Cony Gutiérrez se dice no solo decepcionada de la forma en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha abordado el tema de los migrantes muertos en la estación migratoria Lerdo, sino desagradablemente sorprendida del modo que tuvo de conducirse hacia su persona y sus peticiones de atención en su visita relámpago a la ciudad.
Ofendida por lo que considera un trato patriarcal, machista e indigno para su activismo y su condición de mujer, deploró que el mandatario no se tomara ni un minuto de tiempo para escuchar de viva voz las demandas de los migrantes pensando –dice– que todo el que lo cuestiona es solo por ser simple y llanamente un opositor.
“Palmearme en la mejilla derecha y decirme que Maru me mandó es minimizarme y evadir una postura de apertura y plática con ellos (los migrantes), asumiendo una posición machista minimizando mi capacidad de cuestionarme, sin entender que en su posición tiene que atender a los migrantes, detenerse aunque fuera un poco para hablar con ellos, y él no lo hizo”, manifiesta molesta.
Mujer de izquierda que votó por AMLO
Asumiéndose como mujer de izquierda que votó en favor de su proyecto pensando que significaría cambios radicales en el trato a la mujer y a minorías como la población migrante, lamentó sin embargo, el ninguneo del mandatario hacia su condición de mujer y hacia las peticiones de diálogo de los migrantes que esperaban su salida de la reunión sostenida en el gimnasio del Cobach.
“Él tiene que responder a lo que está pasando y dejar de tener estas posturas patriarcales, machistas que dañan mucho a las mujeres, y nos dañan mucho en general como nación. A mí me hacen mucho ruido estas actitudes del presidente de minimizar todo a que somos opositoras y opositores y mostrar estas actitudes patriarcales y sexistas… y no hacerse responsable de lo que está pasando ahorita en la ciudad”, expresó.
“A mí Maru no me mandó”
Indicó que en los intentos por que se detuviera a hablar con los migrantes, su forma de salir del paso y “de no tener la cara para haberse detenido un momento para escuchar a los migrantes”, fue asumir una conducta irónica hacia ella, y de desinterés hacia los migrantes presentes.
“Cuando nosotras queremos que aclare, que se pare, que platique con ellos no es porque seamos sus opositoras, es para darle a él la oportunidad de ser el presidente por el que yo voté. A mí Maru no me mandó; yo voté por él y por eso mismo le exijo ahora que dé una respuesta y que deje de tratarnos a las mujeres como tontitas, como personitas que no sabemos cómo dirigirnos, que alguien nos manda, que alguien nos dice qué decir o qué hacer”, dijo.
“Nos manda la sed de justicia”
Integrante de un colectivo que además de oponerse a la militarización, pondera el factor humano que debe prevalecer hacia las personas en condición de paso, Gutiérrez se ubicó en un punto que le permitió acceder al presidente por la ventanilla derecha del vehículo oficial para pedirle que se detuviera a dialogar con los migrantes, siendo palmeada en la mejilla por el mandatario quien se concretó a expresarle su idea de que era una enviada de Maru.
“Aquí es muy importante levantar la voz y decir ‘no señor, no nos manda nadie; a nadie de las mujeres y de los hombres que están aquí en este plantón apoyando a los migrantes no nos ha mandado nadie… más que su sed de justicia’”, expresó, reiterando su postura de calificar la muerte de las ahora 40 víctimas como un “asesinato” y no como un accidente o lamentable tragedia.
Se sumó a las peticiones que exigen un esclarecimiento integral de los hechos mediante una investigación clara y transparente que alcance a todos los mandos involucrados y no solo a los elementos migratorios y de vigilancia de menor rango.
“Que se haga la investigación correcta… y pedimos respeto para los migrantes y para nosotras y nosotros las personas que estamos aquí apoyándolos”, indicó, aprovechando para agradecer el apoyo que la gente ha brindado a los migrantes que permanecen a las afueras de la estación migratoria Lerdo, con comida, cobijas y otro tipo de enseres.
“La gente en Juárez es buena, es bella, porque sabemos que Juárez está hecha de migrantes”, manifestó al exponer que ella misma llegó a esta ciudad “tan bondadosa” hace más de 30 años proveniente de su natal San Luis Potosí.
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