Es sábado por la noche. Javier se abre paso por una brecha angosta de un terreno baldío que conecta Parajes de San Isidro y Parajes de San Juan. El muchacho de 19 años se apresura para llegar a casa, cuando oye silbidos que provienen de detrás de las montañas de escombro, los escucha por la izquierda, luego por la derecha; desconcertado, intenta llegar hasta el otro lado, pero de un momento a otro es rodeado por varios hombres que empuñan machetes.
Vecinos de ambos fraccionamientos comentan que se trata de una pandilla, a cuyos miembros describen como personas violentas, que cuales asaltan, agreden e incluso secuestran a transeúntes que caminan por el baldío ubicado en la calle Soneto 158.
La gente da referencia de la pandilla, pero lo hace a cuentagotas. Reacciona con temor, al ser cuestionada prefiere no responder e irse rápido antes que hablar sobre ese grupo del que nadie conoce su nombre.
“Son batos de más de agresivos”, dice un muchacho al ser cuestionado mientras se dispone a fumar mariguana en un dique.
—¿Si vamos con ellos, nos van a golpear también a nosotros?
—Sí, fácil (suelta una risotada), de hecho creo que con ellos no se va a poder tener contacto ni nada, porque no les conviene que sepan quiénes son, no creo que se presten para hablar ni nada.
En el suroriente los habitantes conocen de la pandilla, pero nadie sabe quiénes la componen, ni cuántos, pero aseguran que “los macheteros” se ocultan en la noche en el baldío de la Soneto para asaltar con violencia.
Han pasado tres meses desde que Javier fue asaltado por ellos; aún resiente las fracturas en las costillas que le ocasionaron tras propinarle una golpiza.
“Cuando menos acuerdas ya los tienes a todos encima de ti. A mí me asaltaron donde está la brecha, me asaltaron con machetes y una pistola de postas”, recuerda el chico, cuyo nombre real queda bajo reserva.
“Me pegaron con el machete y en las costillas, con la pistola, me dieron un cachazo”, añade.
Además de ser despojado de dos teléfonos celulares, un par de tenis, su chaleco y 300 pesos, esa noche no dejaron de golpearlo, recuerda Javier.
“Son muy agresivos, no son chavillos, ya están grandes, uno de ellos me dijo que no lo volteara a ver y me estrelló contra el suelo la cara. La costilla la traigo madreada; cuando me pusieron el cachazo no me podían doblar, entonces me pusieron otros tres”, narra.
Desde entonces, Javier asegura que no ha vuelto a pasar por ese terreno, pues ahí con frecuencia los macheteros atracan hasta a familias; asegura que no importa si las víctimas son mujeres u hombres.
Autoridades ya sabe
La Secretaría de Seguridad Pública Municipal está al tanto de los macheteros, asegura Adrián Sánchez, el portavoz de la corporación, la cual, dice, ha detenido por lo menos a dos asaltantes, aunque archivos periodísticos reflejan cuatro detenidos entre marzo y julio de este año.
“No tenemos datos de que realicen secuestro exprés, pero sí hemos tenido casos de asaltos con machetes, ya hemos detenido personas en dos ocasiones, no sé si ya salieron, pero se está poniendo atención especial a eso, la Secretaría tiene conocimiento de la situación”, declara.
Sánchez asegura que aunque la Policía sabe de los asaltantes, no ha podido hacer mucho, por lo que el Municipio comprará cuatrimotos para que agentes accedan sin problema a los baldíos, donde se ocultan.
“Lo que pasa es que la gente cruza unos terrenos muy largos para llegar a sus casas, ahí hay una especie de montañas que cuando se cruza por los terrenos baldíos no se ve nada y ahí es donde les están pegando”, explica.
“Por eso se van a meter a patrullar cuatrimotos en terrenos como ese, donde las patrullas no pueden entrar y se mueven estos chavos en la noche para hacer los asaltos que están realizando ahí”, agrega.
‘Por eso casi no voy para allá’
Las agresiones de parte de los macheteros van desde golpes hasta encajar su acero a las víctimas.
“Es en el monte, de aquel lado, de hecho a varios compas míos los han asaltado, uno de ellos casi se muere porque le dieron un machetazo en la cabeza, son bastantes güeyes, por eso casi no voy para allá, está muy peligroso”, dice “Humberto”.
Al tratar de entrevistar a sus amigos para que relaten su experiencia, estos se niegan pese a que se les ofrece la condición de anonimato, pues aunque están marcadas con cicatrices en la espalda, brazos y cabeza, por sus nexos con la delincuencia deciden mantener un bajo perfil.
Mientras tanto, el lesionado en la cabeza yace convaleciente e indispuesto para hablar.
Pese a ello, Humberto señala que el foco del problema está en Parajes de San Juan.
“Eso es en Parajes de San Juan, es gente de por allá, porque el día en que asaltaron a mis amigos ellos venían de aquel fraccionamiento por el baldío, caminando”, asegura.
Al igual que Javier, el día del asalto los afectados escucharon chiflidos antes de ser atracados.
“Dicen que empezaron a escuchar chiflidos, de repente, cuando menos pensaron ya los tenían bien atoradotes, les pusieron unos machetazos”, cuenta.
Con base en las declaraciones de los vecinos de Parajes de San Juan y Parajes de San Isidro, invariablemente, cooperen o no, las víctimas son atacadas a machetazos.
“Sí se pasan, porque no la piensan, te dan con el machete”, señala Humberto. “No les basta con quitarte tus cosas, te dan a cortar, está bastante canijo”.
Dice que tres de sus conocidos han sufrido agresiones de parte de los macheteros, quienes incluso los retuvieron durante varios minutos.
“Hacen como secuestro, porque los amarran y todo, está gacho porque ahí te dejan hasta que te desamarres o llegue alguien y te tire paro”, advierte.
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