Por allá por 1993, se presentó el grupo Caifanes en la Universidad de Texas en El Paso. Los adolescentes de aquella época estábamos emocionados porque era la segunda vez que venía a la frontera y ahora era muy importante ir a verlo a los Estados Unidos. No sé cómo conseguí el boleto, ya que no tenía pasaporte. El riesgo de cruzar era mínimo, pero finalmente había las mismas posibilidades de pasar o no pasar. Pocos en el centro y sur de la República saben de este acontecimiento, que era muy común entre los juarenses. Lo difícil era hacerlo por primera vez, luego salía como si nada.
El intentarlo de noche llevaba un agregado, ya que las filas de noctámbulos beodos se acumulaban en el “chequeo”, y nadie mostraba ningún documento. Esto sucedía en el puente internacional Santa Fe, ubicado en el mero corazón de la ciudad. El puente representaba la puerta natural de entrada al disfrute de las cantinas y salones de baile, que eran muchas y de todos colores, pero a eso de las 2 de la madrugada, este estaba atiborrado de jóvenes que escandalizaban. Los vómitos eran frecuentes en la joroba del puente, y si tenías mala suerte, te encontrabas a uno que otro orinando a las orillas, sin que ello enturbiara el tránsito de los estrambóticos trasnochados.
Varias veces el que suscribe cruzó por las noches, era más fácil que quitarle la paleta a un niño. Se trataba de arrejuntarse con la bola de borrachines, formarse y listo, además los agentes de CBP agilizaban las líneas porque no faltaba alguien que bajo el efecto etílico se pusiera sabrosito y quería pelear.
La facilidad con la que se cruzaba a los Estados Unidos era opcional, podría irse por el río o desafiando tu suerte y pasando por el puente, simplemente presentándote como ciudadano americano y diciendo las palabras mágicas: “american citizen” o “USA citizen”. Todas las veces que lo intenté, pasé, así que el pasaporte era un documento que simplemente te hacía gastar tiempo, dinero y esfuerzo. Además sacar una mica de turista implicaba desvelarte arreglando la Forma 13 (documento imprescindible para demostrar tu ciudadanía mexicana). Tenías que pernoctar un día para concretar el trámite.
El concierto se llevaría a cabo un día entre semana, había decenas de jóvenes con apariencia rockera, en la misma situación que el que escribe. Había otra barrera: no sabía cómo llegar al Don Haskins Center de UTEP, así que si pasaba tenía otro problema. Me fui solo como el perro y sí, pasé como era de orden. Había una pick up con una decena de greñudos, pregunté que si iban al concierto, y en efecto, solo dijeron ‘súbete’. Sin ningún problema, en menos de 15 minutos ya estaba haciendo línea para entrar al concierto.
Esa noche Saúl Hernández dijo “que ch%&*e a su madre Raúl Velazco” y le dedicó “El Comunicador”. El decir una grosería fue una verdadera noticia, decirlas majaderías no era lo propio, era como cruzar una línea muy delgada –los únicos que lo hacían eran los del TRI– sin embargo, ahora mi mente estaba en otra cuestión: ¿cómo me iba a regresar? Al salir, pregunté a una pareja que si iban a Juárez, y sí, de igual forma en 20 minutos ya estaba montado en el Santa Fe, de regreso.
El evento de las Torres Gemelas trastornó todo. Se incrementaron las revisiones y de un día a otro, las filas de espera se convirtieron en horas, cuando anteriormente podías ir a poner gasolina en 45 minutos. Veinte años después de la caída de los edificios en Nueva York los migrantes que se arrecholaron en esta frontera y que intentaron pasar a fuerza, ocasionaron que el Estado norteamericano tomara muchas precauciones y hoy en día parece que estamos en guerra. Ahora el río Bravo tiene una barrera de alambres de púas, y un alto muro metálico; en medio de estos dos se encuentra la Guardia Nacional con vehículos vigilantes, y no se diga el puente internacional. En la joroba del mismo, tiene un almacén de alambrado, máquinas para cerrar espacios, con luces estroboscópicas y hay agentes haciendo una revisión previa de tu pasaporte antes de llegar a la garita formal.
Ahora el presidente Biden estará devolviendo migrantes, pero estos seguirán llegando, lo que se prevé que va a causar sellar más las fronteras, hacer más bardas, o poner más agentes. No sé. Ni hablar, la frontera, la ciudad, ya no son lo mismo.
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