“Me agarraron preso madrecita… estoy en Migración”, estas fueron las últimas palabras que Rannier Edelber Requena Infante envió a su madre, la noche del pasado 27 de marzo horas antes de que un incendio acabara con su vida y las de otros 39 migrantes de distintas nacionalidades.
Ayer lunes, su madre, Angie Infante acudió a reconocer y recoger su cuerpo en la morgue de Bello Monte, en Caracas, Venezuela, luego de que el cuerpo de Rannier fuera trasladado desde Ciudad Juárez por un avión del Ejército Mexicano, junto con otros seis venezolanos que al igual que él, murieron en el incendio que se registró aquella noche de marzo en la Estación Temporal del Instituto Nacional de Migración.
La madre de Rannier, habló con los medios de comunicación en Caracas, donde, destrozada, compartió el último audio que le hizo llegar su hijo, quien aspiraba como miles de personas en movilidad que se encuentran en esta ciudad, a cruzar a los Estados Unidos en busca de una mejor oportunidad de vida.
Al escucharlo nuevamente, la mujer rompió en llanto y tuvo que ser sostenida por los reporteros, al desfallecerse por el dolor de su pérdida.
“El sueño de mi hijo fue llegar a Estados Unidos, para, tener, darme una mejor vida, a sus hijas, deja dos niñas en orfandad y una de las niñas, es especial, tiene una condición especial que no camina, tiene 3 años, no camina”, dijo.
“Y mi hijo se fue con ese sueño de ayudarme a mí como madre de él que soy y a sus dos pequeñas niñas”, agregó.
Hoy la madre de Rannier pide justicia, señaló que los muchachos que perecieron en las instalaciones del INM no merecían morir así.
“Son unos seres humanos, iban con unos sueños de ayudar a sus familias, a sus padres, a sus hijos”, añadió.
Rannier Eldeber tenía 29 años, mañana miércoles cumpliría 30, apuntó su madre con la voz entrecortada.