GUACHOCHI, Chih. – Mientras el país se paraliza con bloqueos carreteros y protestas que copan las portadas, en la Sierra Tarahumara se libra una guerra real que ya dejó de ser silenciosa.
Entre la noche del lunes y la madrugada de este martes 25 de noviembre, la cabecera municipal de Guachochi volvió a despertar bajo ráfagas de fusil e incluso explosivos.
Autoridades reportaron que una pick up Ford F-150 modelo 2013, color gris y con reporte de robo desde el 20 de octubre en la ciudad de Chihuahua, fue asegurada abandonada en la calle Emiliano Zapata de la colonia Los Pinos, con impactos producidos por proyectil de arma de fuego.
En la calle Pascual Orozco, las autoridades hallaron un fusil calibre 7.62×39 abastecido con tres cartuchos y un chaleco táctico negro. Decenas de casquillos calibre .223 regados por las calles del centro fueron el saldo visible de un enfrentamiento entre civiles armados que duró más de tres horas.
Lo asegurado —el fusil, chaleco y vehículo— fue puesto a disposición del Ministerio Público de la Fiscalía de Distrito Zona Sur para investigaciones, mientras se intensifican las acciones de búsqueda de indicios, probables responsables y restablecimiento de la paz.
Sin víctimas oficiales, pero con miedo real
“Hasta el momento no se localizaron personas lesionadas ni fallecidas, únicamente objetos de interés criminalístico”, informó la Fiscalía General del Estado (FGE) en un comunicado conjunto con la Secretaría de Seguridad Pública Estatal (SSPE), destacando el despliegue de la Agencia Estatal de Investigación, Ejército Mexicano y Guardia Nacional.
Pero los vecinos saben que eso no significa que no los haya o que no los vaya a haber. A través de redes sociales, los mensajes solidarios y preventivos piden a la población mantenerse alejada de las calles por seguridad. Incluso, los planteles educativos han dejado a decisión de sus padres llevar a los estudiantes a clases.
Más de una semana en llamas
En los últimos diez días, Guachochi ha registrado distintos hechos de sangre y violencia: comunidades indígenas asediadas por hombres fuertemente armados que exigen comida; secuestro y desaparición de personas; un arsenal decomisado con un solo detenido y, ahora, esta balacera nocturna que obligó a familias a tirarse al piso.
Aunque el reporte oficial califica el enfrentamiento de anoche como un choque entre civiles, los videos que circulan en redes dejan ver que se trató de algo más que una simple balacera: el sonido de armas de alto poder de distintos calibres y explosiones deja ver que el armamento es más sofisticado y letal.
Recientemente se anunció el despliegue de un convoy militar para reforzar la seguridad en la zona, pero a nadie parece generarle tranquilidad en la región.
En Guachochi no hay reflectores nacionales, no hay conferencias de autoridades federales que toquen el tema o encabezados a ocho columnas de periódicos nacionales que informen sobre la situación. Solo hay una guerra que se libra en uno de los municipios más peligrosos del país, Guachochi, que seguirá siendo la zona de guerra de la que nadie habla en México.
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