Eran aquellos tiempos de Ciudad Juárez sin maquilas, de policías de a pie, con tranvías y sin ruteras. Eran los mundos fronterizos en los que se movía Filli Muñoz y sus Caballeros Victoria, entre los años cuarenta y cincuenta.

¿Y quién es Filli Muñoz? Un caballero, así era reconocido. Un personaje de leyenda, de lo mejor de Ciudad Juárez. Un director de orquesta tropical que cuando no estaba tocando su trompeta, de forma impecable, dirigía a sus músicos con ligeros movimientos…Real cool.
El Filli jovencito dejó su pueblecito querido, Atlixco, allá por el rumbo de Puebla de los Ángeles y se fue a buscar fama y fortuna al Distrito Federal, ya no quería seguir en la tocada en la banda municipal, solo para la gente guapachosa.
Al poco tiempo de llegar a la capital se colocó como trompetista en la famosa orquesta Clave de Oro, con sus integrantes estuvo por los años 49 y 50. En una escapada a Juárez tocó con el pianista veracruzano Carlos Antonio Rosas… Sacarlo de Juaritos fue imposible, se enamoró de la ciudad.Nadie lo hizo moverse, ni los contratos ni las ofertas de grabaciones, tampoco las giras, nada.
Filli Muñoz: Pachuco-rarámuri
Filli se creía y sentía más chihuahuense que un rarámuri y más juarense que un pachuco fronterizo y aquí desarrolló toda su carrera.
Ya para 1954 tenía su propio grupo, Filli Muñoz y sus Caballeros Victoria, lo del último nombre fue en homenaje a su madre a la que adoraba, empezó a tocar y cantar junto con El Grillito por alrededor de 15 años.

En aquel tiempo llegaban a un lugar llamado El Morris, allá por el kilómetro 10 de la Panamericana, junto a Los Globos, un salón de baile que hizo fama de los 50 a los 70, en el que los jovencitos llegaban a “mover el bote”.
Filli era un gran músico, magnífico trompetista y arreglista, no descuidaba el más mínimo detalle, le gustaba estar enterado, siempre al día y aparte de lo tropical, sabía de jazz y hasta cuando el mariachi desafinaba.
¡Una boa de 18 minutos!
Los rockeros de la época lo adoraban cuando tocaba las rolas de Santana, no por nada se llevó con él a la batería pesada de Los Seven Teens, la guitarra, el bajo y la voz, con lo que causó furor entre los chavos juarenses.
Filli y sus muchachos grabaron dos sencillos para RCA, El Periquito Real, de Felipe Chía, además de Dame un Besito, con letra y música del señor Muñoz. También existen grabaciones unas en vivo y otras hechas en estudio.
Al legendario Filli le gustaba cantar La Boa, canción que llegó a alargarla hasta 18 minutos porque la raza no paraba de bailar, rola que interpretó junto con otros cantantes, uno llamado El Chiquilín, además de chavas frente al micrófono…Y la inolvidable Negrita Salomé.
En su funeral no hubo tristeza en las caras de los músicos, al contrario, había una especie de alegría reposada y un disfrute de haber pertenecido a la banda de este gran músico, de haber sido parte de las aventuras de la vida artística de un enamorado de Ciudad Juárez.


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