Con la calle destrozada y sus vehículos a punto de ser devorados por un socavón, amanecieron los vecinos de la colonia Revolución Mexicana.
Un ruido inusual se escuchó en la calle Cenzontle, cuando un torrente de piedras, lodo y maleza inundó las cocheras y golpeó autos estacionados. Otra vez la pesadilla de junio tocó a la puerta, en pleno octubre.
Algunos habitantes contaron que se subieron al techo de sus casas para protegerse. Una vez que empezó a clarear la mañana, usaron lo que pudieron para tratar de salvar sus vehículos.
Los muebles quedaron con una o dos llantas en el aire, así que optaron por sostenerlos con polines de madera, tambos metálicos e incluso amarrarlos con cuerdas y cadenas para que no se los llevara la corriente.
Aunque tiene dificultades para oír, María de Jesús, una viuda que pasa de los 60 años, tuvo que arreglárselas para lidiar con el lodazal en su patio.
“Queremos que nos resaquen toda el agua del arroyo, porque nomás llueve y se mete toda el agua acá; a mí me afecta más, a la vecina de aquí enseguida no le afectó, nomás a la señora que vive en el arroyo sí le afectó mucho el agua”, dice la mujer, sin soltar el teléfono.
Se le ve agotada, exhausta, pero también está enojada. No solo es el agua del torrente de anoche lo que les ha atrofiado la existencia. Hay un problema añejo de aguas negras. Lo saben sus vecinas, como Gisela Alanís y Rocío Herrera, que dejan un momento las palas, para contar la historia, así como ellas la han vivido.
“Necesitamos que vengan a apoyarnos con maquinaria para abrir nuevamente lo que es el canal y relleno para subir lo que es la calle. Tengamos en cuenta que es pasada de escuela, también es algo muy importante que hemos tenido la intención con las autoridades de que nos apoyen en esa parte”, dice Gisela, que se fajó para sacar el agua y el lodo de su casa, mucho antes de que llegara la maquinaria del Gobierno.
Para Rocío Herrera se trata de un asunto urgente. Hay en el sitio un problema de salubridad que las autoridades han dejado pasar. A nadie le sorprende la desidia oficial, pero hay ocasiones en que crispa los nervios de quienes tienen que padecerla.
“Tenemos una primaria, un kínder y aparte, la gente que viene de regreso del trabajo, y si no está lloviendo, está corriendo agua de drenaje; entonces necesitamos que el Municipio, el Gobierno o quien sea, nos voltee a ver y nos ponga atención, para que vea toda la contaminación que hay aquí, y para que nos ayuden, porque es un foco de infección muy grande”, afirma la mujer, colmada su paciencia por tanto año de abandono.
Lo mismo dice su vecina Gisela. Sus dificultades no empezaron con la lluvia de anoche, pero es muy seguro que ese hecho violento les destapó la cloaca.
“Aquí también, aunque no llueva, siempre está pasando agua, y es agua de drenaje la que pasa, huele superfeo, aparte de que hay muchas plantas y tiene mucho que no nos apoyan con maquinaria, para la limpieza del arroyo”, reprocha la mujer, mientras toma aire y bebe un poco de agua. Quiere recuperar las fuerzas.
Don Ceferino Reyes se une a las quejas del momento y lanza una advertencia. Además de la tubería de agua dañada, también hay ductos de gas. El peligro está ahí, a flor de tierra.
“Ahí está la pipa del agua; ahorita no tenemos agua porque está trozada, y aquí también está descubierta, y luego enseguida esta la pipa del gas y pues puede pasar un accidente ahí, si se cae un mueble o algo”, refiere el hombre, ya entrado en los 70.
Mientras los vecinos siguen entretenidos con las tareas de limpieza, empleados de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) y de la Dirección de Protección Civil Municipal, observan la escena donde hay dos carros a punto de caer al socavón.
Es seguro que tratarán de sacarlos con grúas y remolques. En una esquina, sentado con una computadora portátil, un operario de la Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común del gobierno del Estado, realiza un censo entre los afectados.
El objetivo es registrarlos para buscar la manera de hacerles llegar algún tipo de apoyo, según las pérdidas que hayan sufrido por el torrente que les anegó la calle desde anoche.
El saldo sigue siendo trágico. Se perdió la vida de un hombre que fue arrastrado por la corriente en la calle Tapioca, en una zona distinta de la ciudad, cerca de Las Torres y Paseo de la Victoria. Hubo un centenar de llamados de auxilio, vehículos varados y personas que tuvieron que ser rescatadas de áreas inundadas.
El lodo de la calle Cenzontle tardará más tiempo en secarse, después que las autoridades hagan su intervención.
Al cierre de este reporte se desconoce si habrá una solución definitiva, encementando la calle con concreto hidráulico, o si solo llevarán material de relleno, a la espera de que otra precipitación pluvial vuelva a romperlo todo y ponga en peligro las vidas de las personas que ahí viven.
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