Por algún tiempo, la prolongación de Santiago Troncoso fue más negocio que vialidad. Ahí operaban —sin pudor y sin permisos— taller, yonke y lote vehicular simultáneos, con 66 autos estacionados en plena calle, como si la vía pública fuera patio, cochera y sala de exhibición todo en uno.
Esa realidad terminó cuando siete dependencias municipales realizaron un operativo para despejar la zona. Las notificaciones ya se habían emitido días antes, pero el propietario decidió ignorarlas, hasta que llegaron grúas, sanciones y recordatorios normativos.
La Coordinación General de Seguridad Vial remitió varias unidades al corralón. Por cada una, el arrastre costará de 3 mil 500 a 5 mil pesos, más resguardo diario. Tras ver los primeros carros marcharse enganchados, el dueño pidió prórroga para retirar el resto. Se le concedieron unas horas: si no cumplía, más grúas, más factura.
El operativo no solo fue por obstrucción. Ecología multó por contaminación, pues el lugar también se usaba como taller mecánico, con aceite, grasas y residuos visibles. Limpia sancionó por basura, llantas y desorden acumulado.
Gibran Solís Kanahan señaló que el objetivo es lograr que el propietario corrija y que la calle vuelva a ser calle, no exhibidor vehicular.
“Un espacio público se recupera para todos —no para 66 autos, ni para un taller convertido en yonke y lote simultáneo. Obtener permisos y operar en regla no es opcional”.
El funcionario recordó que toda actividad comercial debe apegarse al Plan Director de Desarrollo Urbano, que define dónde sí y dónde no pueden instalarse este tipo de giros.
En el operativo participaron Desarrollo Urbano, Ecología, Protección Civil, Seguridad Pública Municipal, Seguridad Vial, Regulación Comercial y Servicios Públicos (Limpia).
La vialidad recuperó su función. El ciudadano infractor ya tiene su multa, y la ciudad —al menos por hoy— se liberó del caos.