Quizá en el mundo hispánico, de pronto Walt Whitman (Long Island, 1819-Nueva Jersey, 1892) queda un poco lejos y fue acercado a mi generación y a alguna otra a través de la película La sociedad de los poetas muertos (1989), dirigida por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams, cinta que trata de un profesor de literatura y cita unos versos de Whitman: “¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!”.
Este poeta estadounidense es conocido por su obra Hojas de hierba, que fue publicada por primera vez en 1855, pero que estuvo trabajando en ella toda su vida hasta el final, corregía y añadía poemas.
Quiero hablarles hoy de una selección que se intitula ¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! que se publicó en 1998, traducida por Francisco Alexander. Whitman fue un poeta reconocido en su tiempo por otros escritores como Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854-París, Francia, 1900) o Rubén Darío (Metapa, Nicaragua, 1867-León, Nicaragua, 1916) y es una referencia obligada en la poesía estadounidense. Algunos de los asuntos que encontramos en esta selección de Jacobo Satrústegui son el del cuerpo, de la sensualidad, del contacto con la naturaleza, la voz a los marginados, las pequeñas cosas, como la hierba, el pasmo ante las maravillas del mundo: “Me preguntó un niño: ¿Qué es la hierba?,/ trayéndomela a manos llenas;/ ¿Cómo podría responderle? Tampoco sé yo qué es la hierba”.
Era una poeta también que se asumía como demócrata, como alguien que veía como iguales a hombres y a mujeres, es un poeta que podemos decir que inicia lo que después se va a conocer como road movies o road novels, aquellas que muestran un viaje por Estados Unidos, así, leemos versos en los que va haciendo un recorrido por diferentes estados de la unión americana: “Ciudadano de la nación de muchas naciones, de las que la más pequeña vale tanto como la más grande/ De los Estados del sur tanto como de los Estados del norte, cultivador indolente y hospitalario, vivo allá lejos, en las riberas del Oconee”.
Es un buen momento en el año para leer o releer a esta gran poeta que nos acerca a la vida cotidiana con otros ojos, y disfrutar, como dice: “Nada es mejor que el ahora”. Aprovechemos, como el carpe diem que se aludía en la película mencionada.
*Los comentarios del autor son responsabilidad suya y no necesariamente reflejan la visión del medio.