Un mundo de alcantarillas bajo nuestros pies
Recorrerlo representaría viajar a la Ciudad de México dos veces de ida y una de regreso, sin embargo; no sería un tour placentero por todo lo que los juarenses arrojan al drenaje
Luis Carlos Ortega | 27 abril, 2022
Con 4 mil 800 kilómetros lineales de tubería de muy diversos diámetros, la red de alcantarillado sanitario de Ciudad Juárez representa uno de los mayores retos que puede enfrentar cualquier dependencia gubernamental para el mantenimiento de su infraestructura.
La extensa red de drenaje sanitario de nuestra ciudad, representa, a nivel comparativo, una distancia poco mayor a la de un viaje de ida, otro de vuelta y uno más de regreso a la CDMX.
Esa magnitud de infraestructura por sí misma y en condiciones normales es ya una situación que exige orden, planeación, operación y recursos programados para mantener en condiciones apropiadas de operatividad tan amplia red de tuberías.
Su función primaria es desalojar el agua residual de todo el municipio. Pero debido a la inexistencia de un sistema independiente de drenaje pluvial en la ciudad, cumple actualmente una función mixta, como canal emergente para el desalojo del agua de lluvia.
Esta es la causa de un sinnúmero de problemas, algo que no debería de ser, según palabras de Adelaido Leos Rodríguez, ingeniero civil de amplia experiencia y una Maestría en Ingeniería Ambiental y Ecosistemas.
Rodríguez es actualmente el encargado de llevar las riendas del Departamento de Alcantarillado Sanitario de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS).
Una de las principales funciones de esta área es el mantenimiento de la red, algo que podría parecer cotidiano, y que debería realizarse una vez al mes o en menos tiempo.
En el caso de esta frontera, esa es una función que resulta muy relativa, según el directivo, señalando que hay zonas que topográficamente obligan a un mantenimiento más continuo de la red.
Esto es algo especialmente notorio en el caso del norponiente, en el sector de lo que comúnmente se conoce como el “monumento al cigarro”.
“En ese punto tenemos colectores como Nadadores, Mimbre y Víboras, asentados en un sector que por su topografía, la condición de sus vialidades –con un gran número de calles no pavimentadas– y la incultura de mucha gente que acostumbra levantar o vandalizar las tapas del drenaje, nos obliga a una mayor frecuencia de limpieza y mantenimiento”, afirma.
Estas acciones son parte del nuevo programa de limpieza preventiva implementado por la Dirección Ejecutiva de la JMAS que preside Sergio Nevárez Rodríguez, en coordinación con su director operativo, Ramiro Carlos Meza Ochoa.
Bajo un estricto cronograma de acciones, la JMAS redobla los esfuerzos para mantener una constante labor de mantenimiento al sistema, con el objetivo de subsanar lo más efectivamente posible el problema de taponamiento de los drenajes.
“Es algo con lo que se busca atenuar el problema que se tiene de hundimientos, y brindar una mejor calidad de vida a las personas o familias asentadas en las zonas aledañas”, comenta.
Un gran problema llamado BASURA
Uno de los mayores problemas que enfrenta la dependencia para el mantenimiento de la red es la basura.
La incultura ciudadana, la falta de conciencia y muchos otros factores, representan motivos de afectación a la red, con la disposición de desechos de tipo y dimensiones muy variadas que se acumulan subterráneamente.
Esos acumulamientos terminan por taponar el sistema, generando severos problemas de estancamiento de aguas negras, colapsos de la tubería y riesgos para la salud.
¿Qué es lo que la JMAS encuentra en el drenaje?
Llantas
Ropa
Cubrebocas y guantes de látex
Alfombras
Grasa doméstica
Sillones
Solo en el año 2021 se retiraron de la red 697 toneladas de basura de todo tipo, compuesta de manera muy variada, desde la típica basura doméstica, hasta llantas, madera, ropa, muebles, sillones, autopartes, grasa doméstica y vísceras de animales, entre muchos otros elementos.
Esta basura acumulada a nivel subterráneo representa una cantidad de 460 gramos de desechos por habitante, es decir, casi medio kilo de basura arrojada a la red por cada persona que vive en la ciudad.
Como parte de las acciones de mantenimiento preventivo, en la primera semana de abril de este año, la JMAS realizó labores de limpieza sanitaria en la colonia Carlos Castillo Peraza.
Ahí se retiraron 22 toneladas de basura que además de los típicos desechos domésticos, estaba compuesta de residuos tan variados como escombro, acumuladores de vehículos, llantas y partes automotrices, representando una carga de casi tres camiones. Todo en una sola colonia y durante una sola noche de trabajo.
Lo más usual es la basura normal, pero también y últimamente encontramos una escandalosa cantidad de cubrebocas, guantes de látex ahora muy de moda por la pandemia, y muchas cosas que no podemos retirar en su momento, van y paran al final de disposición de los drenajes, en las plantas de tratamiento”.
De acuerdo a datos de Comunicación Social de la JMAS, los cubrebocas, guantes de látex, toallas desinfectantes y todo el material relacionado con la pandemia, representan actualmente cerca del 40 por ciento de la composición total de la basura existente en el drenaje.
“Las rejillas de desbaste grueso y desbaste fino que existen en esa plantas de tratamiento muestran que en drenaje sanitario se disponen desechos hasta de los que no se tiene idea”, comenta Leos Rodríguez.
Grasa en el drenaje
La gran presencia de grasas en el drenaje es también otro de los mayores problemas que enfrenta la JMAS.
La integración de las grasas con otro tipo de substancias de uso doméstico e incluso industrial, forman una especie de gelatina que se solidifica con el tiempo, formando un tapón de gran dureza.
Para el directivo, la gente tira los residuos domésticos al drenaje como si fuera una cosa normal, de lo más común, cosa que, dice, no debieran hacer.
Llamadas relacionadas con el taponamiento de la red, donde la presencia de grasas y sólidos es recurrente, son cosa de todos los días para la JMAS.
Uno de los puntos de control con los que cuenta la dependencia es el referente a los permisos de funcionamiento para restaurantes, fondas y negocios relacionados con la comida.
Para poder dar el servicio, se exigen requisitos como la instalación de trampas de grasas monitoreadas constantemente por la JMAS para determinar si se cumple o no con la disposición correspondiente, y apoyar con la información que se requiera para instalarla.
Desde restaurantes hasta cocinas económicas, el agua llega a un proceso de sedimentación que precipita los sólidos dejando la grasa como una nata aislada que puede ser posteriormente retirada sin riesgo de llegar al drenaje.
Pero un factor preocupante es en el caso de las grasas y sólidos domésticos vertidos directamente desde las cocinas de cada vivienda, donde solo la concientización y buena disposición de las personas para no desechar residuos de este tipo al drenaje, puede representar el factor de apoyo para evitar los taponamientos de la red.
“Tratamos de atender los reportes a diario y resolverlo lo más pronto posible, siempre y cuando el reporte sea consistente. Esto significa que esté la dirección bien dada, para que la Vactor, que es un camión grande, pueda trasladarse por la calle en condiciones que no representen bastante tiempo”, señala.
Reconoce que no siempre se puede lograr este objetivo, porque a veces se presentan hundimientos o aperturas que requieren otro tipo de acciones.
Esto es, abrir zanjas para reparar el daño, y posteriormente reponer el pavimento roto por los tramos de tubería de acuerdo al diámetro que se tenga que arreglar, lo que puede llevar horas, días o semanas, según el caso.
Alcantarillas abiertas, ¡esa maldita costumbre!
Comúnmente cuando llueve frente a la casa de alguna persona o en algún sector inundable de una colonia, no falta el que tiende a levantar la alcantarilla para que se vaya el agua y se desaloje rápido.
Para el responsable del mantenimiento de la red de drenaje de la JMAS, esto es entendible, pero no justificable.
Se puede entender, puesto que no existe una escurrentía natural para poder desalojar el agua hacia un punto determinado. Pero esto, además del riesgo para las personas, conlleva el arrastre de basura, de sólidos, de finos, y en el menor de los casos, el drenaje se tapa”.
Como esto es algo que ocurre de modo no observable a nivel de superficie, toda la gente sigue haciendo uso normal del drenaje para sus necesidades primarias, abriendo las llaves, bajando la palanca del baño, lavando y realizando acciones de tipo cotidiano.
Pero cuando el drenaje se tapa con esa especie de gelatina formada por la grasa y la gran cantidad de desechos sólidos que terminan integrados en una masa que al solidificarse adquiere gran dureza, es cuando empiezan los problemas.
“Nos encontramos entonces con un drenaje que nos regresa las aguas negras, y entonces el problema se traslada a este organismo operador, problema que hay que atender, con todas sus cuadrillas y todo el equipo que tiene para tal fin”, puntualiza el directivo.
Pero esto no para ahí, porque en el peor de los casos, esta agua se va acumulando propiciando que los colectores que fueron construidos en su momento con concreto simple o reforzado, tiendan a colapsarse al verse forzados a trabajar de forma mixta y a sección completa o tubo lleno.
En diversas ocasiones, estos colapsamientos han llegado a fatalidades que –de acuerdo al funcionario– no se quieren volver a ver.
Una condición que anualmente
exige un gran esfuerzo
Para el funcionario, el mantenimiento de la red de drenaje sanitario representa una labor titánica que fuerza a la dependencia a disponer de recursos adicionales para lograr ese fin.
Actualmente el organismo cuenta con varias cuadrillas de mantenimiento y equipos muy adecuados para desarrollar esa actividad.
En el caso de las alcantarillas o pozos de visita, la JMAS utiliza los ya mencionados equipos de sustracción de sólidos tipo “Vactor”, aspiradoras o camiones de grandes dimensiones que se pueden ver en las calles, ocupando grandes espacios de la vialidad.
“Hay gente que los considera un motivo de molestias pero es momentáneo. Lo que queremos es limpiar el alcantarillado entre pozo y pozo, y mejorar el flujo en ese tramo marcado o reportado, y hacerlo a la brevedad posible para evitar molestias”, dice.
Costos para la JMAS
La atención continua de la red de drenaje sanitario, con todos los aspectos de acumulamientos de basura, taponamientos y daños estructurales, representa, según la JMAS, una inversión bastante fuerte.
Un ejemplo es la labor realizada durante el último fin de semana del mes de marzo, cuando se trabajó en un horario nocturno de 12:00 de la noche a 8:00 de la mañana.
El operativo obligó a movilizar seis máquinas tipo Vactor, de dos a tres cuadrillas, dos kits de señalización, bombas, y maquinaria diversa.
Las “horas Vactor” que se llevó ese operativo en esa sola noche representaron un costo cercano a los 250 mil pesos.
“Es una labor titánica”, asegura Leos Rodríguez, “pero se está haciendo un esfuerzo muy loable, porque aparte de dar este mantenimiento preventivo, tenemos que atender los reportes que día a día nos están llegando, y pues debemos de dar el resultado de esa forma”.
¿Es posible revertir la situación?
“Sí es posible, pero solo si podemos contar con el apoyo de la ciudadanía, además de programas de limpieza, recursos federales, estatales o de otra índole para poder reemplazar las líneas que cumplieron su vida útil”.
Para el funcionario, el apoyo ciudadano debe basarse en un compromiso de no arrojar basura donde no se debe, como tampoco levantar o vandalizar las tapas, y reportando a quienes lo hacen.