Tenía un profe que se apellidaba Andujo, encargado de la asignatura de educación física; aunque ya estaba entrado en edad hacía las veces de que se las comía ardiendo. Era un hombre chapado a la vieja usanza y le gustaba que todos estuviéramos bien disciplinaditos, así que aquellas dos horas de educación física debíamos portar el uniforme deportivo.
Esas horas quedaban en medio de las otras clases, por lo que ponerse el uniforme deportivo implicaba llevarse cargando una maleta. El maestro Andujo nunca se ocupó de aprenderse el nombre de nadie, sin embargo, religiosamente pasaba lista y revisaba que los que sí asistíamos lleváramos el uniforme deportivo bien puesto.
Por aquel entonces el uniforme regular –el de diario– era aquel de marca Gacela de color cacahuate. Este uniforme tenía varios usos, entresemana era pijama y en fin de semana también, y para no fallarle al profesor Andujo los alumnos llevábamos la pantalonera en la mano junto con los libros y a la hora de la clase de educación física nos la poníamos encima del pantalón para no tener que cambiarnos.
La camiseta era de cuello en ‘v’, y esa se podía usar como ropa interior, así que la camisa iba por arriba, cubría la playera deportiva, a la hora de la clase nos quitábamos la camisa y la playera se mostraba en todo su esplendor. Aquello era una soberana farsa de la que muchos compañeros echábamos mano.
Debo de mencionar que el traje de cacahuate siempre iba acompañado de zapatos negros pero al profe le importaba poco vernos el traje deportivo con calzado lustrado. En cuanto terminaba la clase no tardábamos ni 2 minutos cuando ya la pantalonera estaba afuera, mostrando el pantalón de cacahuate y la camisa ya estaba encima tapando la playera deportiva.
Era imposible que el profesor no se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. Casi en su totalidad los varones llevábamos a cabo esta práctica de simulación.
A propósito de simulación, ¿vieron lo que pasó con Samuel García? Ha culpado al PRI y al PAN de descarrilarlo, pero simplemente no quería que su suplente le esculcara su cajón porque iba a salir rabón en las cuentas. Es imposible que el presidente de la República no se diera cuenta de lo que estaba pasando. Como quien dice, en este momento ya porta su traje de cacahuate nuevamente… también era de esos que se ponía la pantalonera encima del pantalón, dos años le duró, luego se descobijó, y se evidenció su farsa.
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