Londres.-El duelo por la muerte de la reina Isabel II hizo recordar a muchos el que se vivió cuando falleció en un accidente, Diana de Gales, conocida como Lady Di, o “la princesa del pueblo”.
Desde el jueves que se dio a conocer la noticia de la muerte de la reina, la gente acudió a presentar sus respetos y dejar flores a las puertas del Palacio de Buckingham, como ocurrió tras el deceso, el 31 de agosto de 1997, de Diana.
Sin embargo, en los días siguientes, las flores y regalos han desaparecido de Buckingham, lo que ha desatado dudas de si la popularidad de Diana superó la de Isabel II a tal grado que en su momento todas las calles aledañas, no sólo Buckingham, lucían con flores en memoria de la princesa.
Lo cierto es que en el caso de Isabel II se montó todo un operativo para despejar Buckingham. Las flores ya no cabían y se decidió entonces trasladarlas a Green Park, convertido hoy en un santuario donde miles de personas dejan flores, recuerdos, mensajes para la monarca.
Tampoco ha sido suficiente. Así que los británicos están dejando ofrendas improvisadas en otros puntos: un árbol, una fuente, una estatua, un monumento… Cualquier lugar parece idóneo para rendir homenaje a la reina.
La vida, pese a todo, sigue su curso. Los niños siguen yendo a la escuela y los maestros a trabajar. El Departamento de Educación decidió que escuelas y colegios deben permanecer abiertos, aunque cada escuela puede autorizar ausencias en casos excepcionales. El mensaje es claro: la muerte de la reina no es pretexto para que maestros y alumnos maten clases.
En la pasarela permanente frente al Palacio y sus inmediaciones no hay niños. En su mayoría son madres con bebés, turistas y personas de la tercera edad.
Este lunes, el mar de gente frente a Buckingham se redujo. Es un día laboral, como cualquier otro. Además, los preparativos para el arribo del cuerpo de la reina, este martes, están a todo lo que da. Los dispositivos de seguridad por todos lados, en preparación para el histórico momento. La gente comienza a reunirse ya, en torno al Parlamento, donde a partir del miércoles podrán dar el último adiós a la reina más longeva que ha tenido Reino Unido.
Edimburgo se despide de la reina Isabel II
Por primera vez desde que se anunciara su fallecimiento, el jueves 8 de septiembre, se pudo ver el féretro de la monarca más longeva de Reino Unido.
Los restos mortales de la reina Isabel II llegaron a Edimburgo desde el castillo de Balmoral, donde falleció a los 96 años. Un viaje de más de seis horas.
Antes de abandonar su castillo preferido, se despidieron de la reina el personal de la residencia real, su personal de confianza, sus más estrechos colaboradores. En Balmoral se encontraba el príncipe Andrés, hijo predilecto de la Reina y caído en desgracia por sus escándalos sexuales ligados al magnate pedófilo Jeffrey Esptein. Será Andrés quien se haga cargo de los dos corgis de la reina, sus amados perros.
Desde temprano, miles de personas se apostaron en las calles de Edimburgo, dispuestas a esperar el tiempo que fuera necesario para despedir a la reina, que ingresó en el Palacio de Holyroodhouse poco antes de la 16:30 locales.
Con aplausos, la gente despidió al cortejo fúnebre. Desde lejos se apreciaba el coche fúnebre Mercedes Benz con grandes vidrios donde iba el ataúd, de roble, cubierto con el estandarte real escocés —con tres leones dorados para Inglaterra, un león rojo por Esocia y un arpa por Irlanda— y una corona de flores blancas.
“Sólo pude ver un poco, pero fue muy conmovedor, era una persona maravillosa. Es muy triste”, lamentaba Theresa Brown, una recepcionista, un sentimiento compartido por Román Gutiérrez, un estudiante español de 20 años: “Todo el mundo se va, supongo, así que tenemos que seguir adelante”, relativizó.
Ocho porteadores militares, seguidos por la hija de la reina, la princesa Ana, transportaron el féretro a la sala del trono del palacio, donde es velado por la Compañía Real de Arqueros, los guardaespaldas de los monarcas en Escocia.
La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, partidaria de la independencia de Escocia, calificó de “momento triste y conmovedor” la marcha de esta “mujer extraordinaria” de “su querido Balmoral por última vez”.
Ayer fue, también, el primer domingo sin la reina Isabel II. Todas las iglesias anglicanas y de otras religiones tuvieron servicios en su honor e hicieron repicar sus campanas en señal de luto.
El duelo por el deceso se da a la par que los primeros actos relacionados con el nuevo reinado de Carlos III, quien este domingo fue proclamado en localidades inglesas y los demás países del Reino Unido: Escocia, Gales e Irlanda del Norte, que visitará en los próximos días, en lo que se conoce como Operación Marea de Primavera.
El soberano recibió además a los representantes de los reinos de la Commonwealth, compuesta por 56 Estados, en su mayoría excolonias británicas, entre ellas 15 reinos (que incluyen al Reino Unido, Australia, las Bahamas, Canadá, Nueva Zélanda o Jamaica), en la que el monarca también es jefe de Estado.
La llegada a la catedral
Este lunes los restos mortales de Isabel II serán llevados en procesión a la catedral de Saint Giles, en Edimburgo, donde se celebrará un oficio en presencia del rey Carlos III y donde la gente podrá despedir a su “amada mamá”.
La estancia en Escocia terminará el martes por la tarde, cuando un avión transporte el ataúd a Londres para varios días de homenaje popular y un funeral el 19 de septiembre en presencia de dignatarios mundiales, como el emperador japonés Naruhito.
En Londres, los restos de la reina serán llevados el miércoles en procesión del Palacio de Buc- kingham al de Westminster, donde permanecerá sobre un catafalco color púrpura hasta el primer funeral de Estado desde el del ex primer ministro Winston Churchill en 1965.
Prevén marea humana
Las autoridades británicas prevén que las filas para acceder a la capilla ardiente de la reina Isabel II en Westminster serán interminables. El Ministerio de Cultura ha advertido a la población que quienes quieran dar su último adiós a la soberana deberán estar dispuestos a soportar colas “muy largas” que implicarán una espera de pie de “muchas horas”, con “muy pocas oportunidades de sentarse”, y que requerirá “posiblemente pasar la noche”.
Habrá controles de seguridad como los que hay en los aeropuertos, así como diversas restricciones, incluyendo la de sólo llevar un bolso pequeño (40 cm x 30 cm x 20 cm). No se podrá reservar sitio a otras personas y las autoridades pondrán pulseras a todos los que hagan fila para que sólo ellos puedan entrar.
No se permitirá el ingreso al Westminster Hall con ropa con mensajes políticos u ofensivos; tampoco se podrá ingresar con flores, velas, fotos ni algún otro tributo. Pero para gente como John Loughrey, Carol Caryll Foster, Maria Scott y Ski London, no importa. Desde el jueves acampan en el Palacio de Buckingham para no perderse un segundo de lo que pase. Y este lunes se mudarán a Westminster, para empezar a hacer fila.