Amy Astorga relató que su hijo de 12 años, todos los días, sale de la escuela a las siete de la tarde y llega a casa hasta las nueve de la noche.
Si tiene suerte, logra recorrer el trayecto en dos horas a bordo del transporte urbano; de lo contrario, debe caminar por un extenso terreno baldío al llegar a la avenida Talamás Camandari.
“Mi hijo tiene que llegar a las nueve de la noche porque no encuentra transporte público o tarda en pasar; yo tengo que ir por él hasta S-Mart Talamás y caminar con él un kilómetro a oscuras”, denunció.
La mujer, trabajadora de tiempo completo, se preguntó qué pasaría si el día que le toque laborar de noche su hijo tuviera que regresar solo.
Durante la quinta reunión del Consejo de Movilidad, Astorga reclamó a los responsables del transporte en Juárez que no podrán avanzar “ni un poquito” en la solución del problema mientras no se pongan en los zapatos de los ciudadanos.
“Para poder resolver necesitamos ir a la raíz del problema; no necesitamos alimentadoras, necesitamos troncales que se metan a las colonias”, señaló.
Como ejemplo, mencionó el caso de una de sus compañeras, presente en la mesa, quien debe caminar kilómetro y medio con un andador para poder tomar una ruta.
Agregó que tampoco existen recorridos que pasen por los hospitales, algo indispensable especialmente para los adultos mayores, cuya pensión no alcanza para pagar Uber.
En el caso de los estudiantes universitarios, dijo, muchos se ven obligados a comprar un auto porque las rutas alimentadoras no llegan a los planteles. Los que dependen del camión enfrentan filas enormes y esperas de hasta una hora para abordar una unidad, porque la mayoría viajan llenas.
También hay adolescentes de secundaria —denunció— que deben caminar de noche por baldíos, calles solas y sin alumbrado, temerosos de ser víctimas de algún ataque: “Un adulto siempre tendrá más fuerza que un adolescente”.
“Las mamás no podemos ir por ellos porque tenemos que trabajar. Eso es lo que queremos que ustedes entiendan (…) Está muy bonito el Vivebús, pero ¿cuánto tengo que caminar para llegar al paradero?”, cuestionó.
Los reclamos de la madre trabajadora:
- Trayectos largos y peligrosos: Su hijo de 12 años tarda hasta dos horas en regresar de la escuela y debe caminar por terrenos baldíos y oscuros.
- Inseguridad nocturna: Los adolescentes caminan solos de noche por calles sin alumbrado, expuestos a riesgos de violencia.
- Imposibilidad de las madres de acompañarlos: Muchas trabajan en turnos que no les permiten ir por sus hijos.
- Falta de rutas troncales en colonias: Señaló que las alimentadoras no son la solución, se requieren rutas principales que entren a los barrios.
- Transporte inaccesible a hospitales: No existen rutas que conecten con hospitales, lo que afecta a adultos mayores y enfermos.
- Altos costos alternativos: Los adultos mayores no pueden costear Uber con sus pensiones limitadas.
- Limitaciones para estudiantes universitarios: Muchos jóvenes deben comprar auto porque las rutas no llegan a los planteles.
- Sobresaturación de camiones: Los usuarios esperan hasta una hora en paraderos y los camiones llegan llenos.
- Falta de empatía de las autoridades: Reprochó que mientras no se pongan en los zapatos de los ciudadanos no habrá solución.
- Excesivas distancias a los paraderos: Cuestionó que el Vivebús esté “muy bonito”, pero obliga a caminar demasiado para llegar a los puntos de abordaje.