Los juarenses de antaño recuerdan su ciudad como un espacio bello y cuidado, con áreas verdes y edificaciones que les hacían sentir orgullo y arraigo. Incluso sus cárceles conservaban cierta belleza estética arquitectónica.
Las calles se mantenían limpias, e incluso, los fronterizos podían presumir hasta la confianza de dejar en ocasiones abiertas sus casas o cerradas con puertas de mínima seguridad.
Hablamos de una época en la que se marcó el mayor progreso hasta ese entonces en la ciudad, la década de 1940, cuando fueron construidos espacios como el Cine Victoria, el Mercado Cuauhtémoc, la Estación de Bomberos y el parque Borunda, solo por mencionar algunos.
Sin embargo, a la par del crecimiento y el auge que había tomado la ciudad, debido a la presencia del turismo extranjero y a las situaciones que se registraban en la zona de entretenimiento nocturno, donde comenzaron a proliferar conflictos derivados del consumo de alcohol y drogas, requirió la construcción de una cárcel de mayores dimensiones.
Ya no bastaba con las viejas instalaciones de la cárcel que se edificó a principios de siglo, que se ubicaba en el cruce de la avenida 16 de Septiembre y calle Ignacio Mariscal.
Fue por tal urgencia que en 1942, como parte de sus propuestas de campaña a cumplir, el entonces presidente municipal, Antonio J. Bermúdez, anunció la construcción de una nueva prisión, esa que hoy conocemos como La Cárcel de Piedra.
Sin duda, uno de los referentes de nuestra ciudad es la fortaleza de piedra que aún se mantiene en pie en el cruce que forman la avenida 16 de Septiembre y la calle Oro, y pese a permanecer ya por más de 24 años sin ser utilizada, se encuentra a la espera de que el destino o la comunidad se una, para detener su deterioro y dictar su sentencia final.
Costó 350 mil pesos
Guillermo Leos Portillo, administrador del grupo de Facebook, “El Viejo y Nuevo Cd. Juarez, Fotografia, Arte, Historia”, entre sus investigaciones hemerográficas en los periódicos El Paso Herald y El Paso Times, logró documentar los orígenes de la creación de esta obra carcelaria, que durante casi 60 años ocupó una parte importante de la historia de la seguridad en Ciudad Juárez.
Leos Portillo narra que la construcción de la cárcel inició el 4 de marzo de 1942 y fue el 31 de diciembre de 1942 cuando se presentó ante autoridades civiles y militares el nuevo edificio penitenciario.
Entre los personajes que acudieron a la presentación de la fortaleza estuvieron el gobernador Alfredo Chávez, así como representantes militares y diplomáticos de Estados Unidos.
Un dato significativo que logró recabar Leos portillo, es que parte de los presos que se encontraban en la antigua cárcel de la calle Mariscal, decidieron participar en las obras de la construcción de la cárcel de piedra.
A cambio, el presidente Bermúdez les habría ofrecido un salario y mejor alimentación que la que tenían en la vieja prisión. Y aunque los trabajos avanzaron con rápidez, se creía que iniciaría sus operaciones a inicios de 1943, no fue sino hasta el 14 de junio de 1942, cuando la prisión comenzó a operar.
La cárcel tenía una capacidad de inicio para albergar hasta 300 internos en sus instalaciones. La fortaleza tuvo un costo de 350 mil pesos, con un presupuesto de operación inicial de 75 mil pesos, documentó Leos Portillo.
Entre sus características principales es que fue construida con paredes de piedra, cuyos muros eran de 8.50 metros de altura y más de un metro de grosor, contaba también con un gran patio y seis talleres de oficios, además de areas de regaderas y servicios sanitarios.
Frente a la cárcel había un bello parque con bancas, bebederos y una fuente, que Gobiernos posteriores destruyeron para construir otro edificio que por muchos años albergó a la entonces Policía Judicial del Estado y actualmente es la estación de policía del Distrito Centro de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal.
La ‘De Piedra’ acaba su condena como prisión
La Cárcel de Piedra fue cerrada formalmente como prisón en el año 2000, tras 57 años de servicio, aunque siguió funcionando para distintos usos que le ha dado el Gobierno local, entre ellos como bodega y recinto del Archivo Municipal, recordó Gustavo Elizondo Aguilar, exalcalde de Juárez, a quien durante su administración, le tocó oficializar el cierre de dicha prisión.
Sin embargo, las malas condiciones y la humedad obligaron a trasladar los documentos de la historia juarense a la Biblioteca Arturo Tolentino, sitio en el que aún permanecen.
Llega una sentencia peor: el abandono
Aunque aislados y con poca fuerza, han sido varios los intentos por rescatar el edificio de
La Cárcel de Piedra.
Tras su cierre en el año 2000 y luego de ser utilizada como bodega, nunca se le dio un verdadero uso práctico, pese a considerarse un referente de la ciudad.
A la víspera de 2007, durante el Gobierno encabezado por Héctor Murguía Lardizábal, la Cárcel de Piedra se quería utilizar como un Centro de Rehabilitación para Adictos, pero al concluir la Administración municipal en turno, el proyecto se desechó.
Tras el fracaso de ese plan, dos años después, ya con el entonces alcalde José Reyes Ferriz y cuando estaba por venderse el inmueble, en diciembre de 2009, el edil declaró a los medios que el edificio no contaba con algún valor histórico.
“No puede considerarse de un valor para la gente el sitio donde mucha gente estuvo en la cárcel”, expresó en aquella ocasión Reyes Ferriz.
Se dice que el inmueble fue adquirido por una cadena de supermercados entre finales de 2009 y principios de 2010. Aunque ya han pasado más de 14 años, la fortaleza de piedra permanece sin ser utilizada.
¿Es posible su rescate?
La respuesta es sí. Aunque no es tan sencillo como suena, ya que no solamente se requieren millones de pesos de inversión, sino la intervención de la comunidad entera, para rescatar la Cárcel de Piedra de la prisión del abandono en la que actualmente se encuentra.
La arquitecta Lizette Vaneza Chávez Cano, doctora en Estudios Urbanos, ha liderado durante años a los universitarios que buscan el rescate de espacios con valor urbano e histórico.
En distintas ocasiones, sus estudiantes del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) han llevado a cabo proyectos, principalmente relacionados con edificios para ser habilitados como espacios culturales, artísticos, lúdicos, dirigidos a niños, adolescentes, a las familias, así como otros destinados a la comunidad en general.
Se trata de propuestas en los que se busca la rehabilitación de edificios como el Hotel del Sur, la Casa de Cambio San Luis, el Museo del INBA, el edificio Gardié y la Cárcel de Piedra, por mencionar algunos.
Es precisamente la cárcel, en la que actualmente uno de sus estudiantes, Carlos Manuel Sánchez Cabada, trabaja en un proyecto de tesis, para su rescate.
El proyecto de tesis que continúa en desarrollo lleva por nombre “Re-Arquitectura Museo Experimental”, Sánchez aborda el rescate de la Cárcel de Piedra como un recinto cultural.
“Este espacio se diseñará como un centro de interacción, con áreas abiertas y flexibles que permitan exposiciones dinámicas, talleres colaborativos y representaciones artísticas que conecten directamente con las historias y aspiraciones de sus habitantes”, refiere Sánchez sobre su propuesta.
La prisión tiene su valor histórico, ya que fue construida mientras en el mundo se vivía la Segunda Guerra Mundial y el vecino país, Estados Unidos, era uno de sus protagonistas, por lo que, al contar en El Paso con una de sus principales bases militares existía en la localidad un gran auge tusístico en Juárez, recordó Chávez Cano.
A la par de los beneficios económicos que dejaba la presencia de extranjeros, los problemas también se incrementaron, por lo que se requirió una cárcel de mayores dimensiones, añadió.
Lugar de leyendas, ¡cuerda!
Desde su inauguración, la cárcel ha estado rodeada de leyendas urbanas, algunas corroborables y otras que han quedado como mitos en la colectividad, refiere la doctora Chávez.
Una de las leyendas comprobadas fue el de la cuerda, que era la peculiar manera en la que eran trasladados los reos a la cárcel, cuando los amarraban con una cuerda y los llevaban en fila caminando por las calles.
Los oficiales en turno gritaban ¡cuerda!, como señal preventiva de que se llevaba a cabo el manejo de reos en las calles de la ciudad, rerifió la catedrática universitaria.
Sin embargo, hay otras historias como una presunta fuga fallida que terminó en tragedia, cuando un grupo de reos aparentemente hizo un tunel que al llegar a cierta profundidad y avance, se derrumbó bajo circunstancias misteriosas y terminó por sepultarlos en vida, añadió.
Más allá de las leyendas, en realidad hay mucho trabajo por hacer, la fortaleza de piedra permanece en pie, es precisamente por su material de construcción, lo cual le hace factible para que puda ser recuperada como un espacio cultural, sostiene la especialista en Estudios Urbanos.
“Por la conformación que tiene, las celdas están alrededor, pero son áreas grandes, donde pudieran ser talleres, o pudieran ser un mercado, o pudieran ser oficinas, sin tener que demoler estos elementos de piedra, porque para empezar, sería costosísimo tener que demoler y no tendría ningún sentido”, comentó.
“Además, hay un espacio al frente que da hacia la 16 de Septiembre, donde se hicieron modificaciones, que se hicieron –supongo– cuando fue la estación de Policía, esas están en pésimo estado y se tendrían que demoler, pero no se pierde nada porque no pertenecen al edificio original.
La arquitecta refirió que en la fachada también habría que intervenir retirando el adhesivo blanco con la que se recubrió, pero señaló que actualmente existe la maquinaria especial para llevar a cabo el retiro de esos materiales, lo cual no es costoso y proceder a la restauración a su estado original.
Una de las dificultades que enfrentaría la cárcel en caso de ser rehabilitada, sería la falta de estacionamiento, señala la especialista, al destacar que la falta de costumbre de trasladarse en transportes públicos o a pie, pudiera ser uno de los impedimentos para los usuarios.
“Cualquier cosa que se haga ahí, no va a haber estacionamientos, va a haber que utilizar otros predios o llegar caminando”, comentó.
Independientemente del giro que se le dé al lugar, este debe ser restaurado y preservarse en lo que fue su estado original, como fortaleza de piedra, para lo cual, la doctora Chávez Cano solicitó a la comunidad interesarse y estar al pendiente de dicho inmueble.
“No veamos que se empiezan a demoler las piedras y nos quedemos como ciudadanos callados (…) vamos a interesarnos porque es un edificio al final de toda la comunidad, en el sentido de que es un referente histórico”, puntualizó.