Uno de los momentos más importantes de Ciudad Juárez y del país, es el que se presentó entre el 8 y 10 de mayo de 1911, cuando las fuerzas armadas revolucionarias encabezadas por Francisco I. Madero, derrotaron al ejército del Gobierno federal, poniéndole fin a la dictadura del general Porfirio Díaz al frente de la nación.
El punto culminante de la batalla ocurrió en el denominado “Cuartel del 15”, donde los insurrectos derrotaron a los militares comandados por el General Juan José Navarro, quien luego de tres intentos de colocar la bandera blanca en el asta, finalmente logró rendirse y resultar ileso junto a los casi 500 militares que aún le acompañaban.
El cuartel se ubicaba en el cuadrante que actualmente conforman las calles Manuel Altamirano, Manuel Acuña, Melchor Ocampo y Ramón Rayón.
Sin embargo, no fueron las batallas, ni las condiciones climáticas, ni la indiferencia de los Gobiernos que administraron Juárez, el estado y el país durante las décadas siguientes, sino una falta de criterio, lo que terminó por derribar este edificio histórico.
El cuartel donde se marcó la pauta para la transformación del país, tuvo un triste final, según narró el periodista José Pérez-Espino en una nota publicada en Periódico Norte el 30 de julio de 1991:
“Ayer, después de 70 años de abandono, las puertas y el muro frontal del excuartel militar de Ciudad Juárez fueron destruidas por las fuerzas mecánicas de la entonces Dirección de Obras Públicas y una cuadrilla de doce trabajadores, ante la mirada de un par de vendedores ambulantes que se encontraban en las instalaciones del incipiente Mercado Solidaridad.
Nada quedó de las puertas, los escudos al frente y los arcos. La maquinaria destruyó casi un siglo de historia, después de que ahí mismo finalizó la Revolución Mexicana, al tomar la plaza el ejército de Madero, Villa y Carranza (sic).
Fue en un operativo sorpresa que inició durante las primeras horas del sol. El director de Planeación del municipio, Roberto Mora Palacios dijo que la demolición se efectuó por razones de “seguridad para los comerciantes” y reconoció, no obstante, que era preferible destruir la fachada “que tenía en su historia muchos años”, pero que aún se resistía a caer por sí sola y representaba un peligro”.
De ser protagonista de la revolución, a la ausencia de solidaridad
Ese espacio, que había sido protagonista de la última batalla durante la Toma de Ciudad Juárez, en uno de los triunfos más grandes del pueblo mexicano al derrocar una dictadura, y que posteriormente se ocupó como guarnición, había terminado en escombros y cenizas.
En los archivos periodísticos consta que dichos vestigios fueron mandados derribar durante el Gobierno encabezado por el entonces presidente municipal Jesús Macías, para crear un mercado y reubicar a 308 vendedores ambulantes.
Roberto Mora Palacios, quien actualmente es el director general del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), dijo en aquella ocasión que los espacios que no habían sido ocupados por los vendedores seleccionados, serían sorteados de nuevo.
Fue durante esos años del Gobierno de Chuy Macías, cuando Mora Palacios, al frente del área de Planeación, comandó además de la destrucción del cuartel, la caída de los Arcos de Lezama, entre otras significativas edificaciones de la localidad.
Un plan de reubicación que no funcionó
En 1991, luego de tirar la fachada del cuartel, de los 308 espacios disponibles en lo que sería el nuevo “Mercado Solidaridad”, en el lugar solo había instalados cuatro vendedores ambulantes.
Había también decenas de puestos metálicos que fueron abandonados por sus propietarios al no encontrar ese lugar atractivo para la venta de distintos productos.
Lo anterior, pese a que los comerciantes ambulantes habían pagado cierta cantidad al municipio por la compra de espacios, pero se negaban a reubicarse debido a que en múltiples ocasiones señalaron que no les fue cumplida la promesa, de la colocación de servicios básicos como agua y electricidad.
El cuartel debió ser escuela, no un mercado
Lo que se suponía iba a ser un mercado que mejoraría las condiciones de los comerciantes ambulantes, proporcionándoles un espacio fijo, no ha cambiado mucho desde la creación del Mercado Solidaridad, a 33 años de su inauguración.
La historia en Ciudad Juárez y sus viejos edificios, pese a su valor, reciben un trato de segunda. Un claro y contundente ejemplo fue el Cuartel del 15, el cual soportó la más ruda batalla, pero terminó cayendo para que su terreno fuera utilizado como mercado de segundas.
Según documentos que guarece el Archivo Histórico del Municipio, a principios del mes de septiembre de 1936, durante la presidencia municipal de José Quevedo Jr., quien para esos días se encontraba de licencia por motivos de salud y en su lugar se encontraba el presidente suplente Jesús U. Molina, Ciudad Juárez recibió las instalaciones del cuartel.
Para esas fechas, el subdirector de Bienes Nacionales, dependiente de la Secretaría de Hacienda, ordenó a su dependencia en esta ciudad, “que por acuerdo expresado del C. Presidente de la República, pusiera a disposición del municipio el predio conocido con el nombre del “Cuartel del Quince” y el que ocupaba la Guarnición de la Plaza en la avenida Lerdo, a fin de que se establecieran un plantel escolar y una biblioteca pública”.
Dicha gestión la había hecho el Ayuntamiento por conducto del Ministro de la Guerra, el General Andrés Figueroa, durante su visita a esta frontera.
Sin embargo, algo pasó en el tiempo entre esa fecha y la actual, el resultado está a la vista: un Cuartel que solo vive en el recuerdo de los viejos juarenses y una guarnición, que hoy está en ruinas, siguiendo el destino fatal de los edificios históricos de nuestra ciudad.
La última batalla: la rendición
En el libro “La toma de Ciudad Juárez, una historia en imágenes Mayo de 1911”, se describen los momentos finales de la caída del Ejército federal:
“El día 10 de mayo, a las 12:15 del día, en el cuartel federal se izó la bandera blanca, 483 soldados federales fueron tomados prisioneros, despojados de sus uniformes y obligados a entregar las armas, lo que hacían gustosos según despachos de la prensa. También fueron apresados alrededor de un centenar de voluntarios. Sabemos bien la suerte que corrieron los vencedores, incorporados en alguno de los bandos formados en el ciclo de guerras civiles que apenas comenzaba. ¿Quién sabe la de estos derrotados? Unos huyeron a Estados Unidos, otros ya no volvieron a la lucha y otros, quizá los menos, se reincorporaron a las tropas federales en los meses siguientes”.
La toma del cuartel, según la versión de Garibaldi
Una versión de la batalla final, fue dada a conocer por el Coronel Guissepe Garibaldi, en una publicación del 12 de mayo de 1911 por el periódico El Paso Herald, dos días después de consumar la Toma de Ciudad Juárez.
El soldado de origen italiano, fue uno de los que comandó y planeó la estrategia del ataque, luchó y logró derrotar el último bastión militar federal.
“A primera hora de la mañana del miércoles ocupamos posiciones alrededor de la iglesia que obligaron a los federales a abandonarla. La mayoría de los voluntarios abandonaron la iglesia durante la noche. Por temor a las minas, a nuestros hombres se les ordenó no emplear la cárcel, la iglesia o la aduana”, mencionó el revolucionario.
Garibaldi narró que a las 11 de la mañana, se encontraban frente al cuartel donde se izó una bandera blanca, el General Navarro había enviado una carta en la que pedía comunicarse con el señor Obregón (uno de los comisionados federales de paz).
“Escribí una respuesta al general Navarro, exigiendo la rendición inmediata, y prometiendo un trato adecuado según las reglas de la guerra. Luego paramos el fuego durante cinco minutos”, comentó.
Al no haber respuesta, los revolucionarios abrieron fuego nuevamente.
“Después supe que los federales intentaron dos veces sostener una bandera blanca. pero que la cuerda fue cortada por nuestras balas. Finalmente colocamos un paño blanco al pie del poste y nuevamente detuvimos el fuego”, dijo.
La puerta principal del cuartel se abrió y le envió otra carta con algunos de sus hombres, pero la misiva no llegó a sus manos ya que en ese momento salió el General Navarro aceptando la derrota.
“Corrimos a su encuentro. Le estreché la mano y lo felicité por su defensa. No, no es cierto que lloró. No hubo ceremonia de espada, porque él no llevaba espada. Alguien le había robado su espada y sus prismáticos de su habitación a primera hora de la mañana día”, testificó.
Garibaldi recuerda que se vivió un momento de tensión cuando sus soldados querían acabar con la vida de Navarro. La nota señala que aunque Garibaldi no lo admitió, habían testimonios de que protegió con su propio cuerpo al militar federal, para evitar que los insurgentes le dispararan, ya que querían fusilarlo por las masacres que había realizado en su paso por el estado de Chihuahua.
Fotos: José Zamora
El guardián del último vestigio del Cuartel del 15
Gabriel Primero Quiroz, de 55 años de edad, tiene 22 años laborando como cerrajero en el Mercado Solidaridad. Su establecimiento “Cerrajería Primero”, está justo en frente del asta, donde hace más de un siglo, se rindió el general Navarro.
“Soy del mero centro, de la Miguel Ahumada, estudié en la primaria Revolución. Toda mi vida la he pasado aquí, desde chavillo, aquí jugábamos con los guachos, con los soldados, me acuerdo que cuando acababamos nos metían, los comedores estaban de este lado, –señala hacia un espacio a la izquierda dentro del mercado– nos daban de comer, jugábamos con ellos, nos ganaban en básquet, pero en futbol siempre nos los chingábamos”, recordó entre risas.
“Antes, cuando estaban los soldados aquí, lo dice señalando el lugar donde en otro tiempo estuvo la entrada del cuartel, no te dejaban pasar por aquí, tenías que irte por enfrente. Me acuerdo más o menos, porque estaba bien chavillo, pero en esa esquina también estaba un soldado siempre con el rifle, vigilando”, agregó.
Lo único que queda del cuartel es el asta y las palmeras, refiere, aunque las plantas fueron colocadas décadas después de que la Revolución terminó.
Desde su fundación y en las décadas siguientes, los Gobiernos les prometieron que el mercado se iba a mejorar, sin embargo, ellos mismos han tenido que reunir recursos para hacer reparaciones o mejoras urgentes, como las techumbres entre los pasillos de los locales, afirmó Primero.
“Muchos compañeros han fallecido y otros optan por irse a vender al centro y usan sus locales como bodegas”, apuntó.
Dejaron de hacerse los honores en el cuartel fantasma
Aunque el Cuartel del 15 había caído y solo quedaba su asta, cada 24 de febrero, personal militar acudía al lugar y llevaba a cabo la ceremonia de honores a la bandera.
Eran días en los que la ceremonia implicaba cerrar la calle, colocar mesas donde se sentaban altos mandos militares e invitados especiales, recordó primero.
Eran actos que terminaban con una verbena popular, en la que incluso se repartían regalos y despensas.
“Antes venían los soldados y hacían los honores el 24 de febrero, pero dejaron de venir, yo creo que desde que pusieron la megabandera allá en el Ribereño, ya no”, rememoró.
“Los militares llegaban como a las 10 y se iban como a la 1, aquí comían, nos compartían, nos daban despensa ¡y hasta feria! Pero ya no volvieron, ya se van a la megabandera”, añadió.
La megabandera fue inaugurada en 1997, desde entonces el astabandera quedó a merced del tiempo y el abandono. Sin embargo, el grupo de comerciantes del mercado, juntó recursos y logró remozarla, para evitar que se cayera, recordó Primero Quiroz.
“Le repusimos los ladrillitos y la reforzamos, porque estaba por caerse y estaba bien horrible, la repintamos nosotros los locatarios del mercado”, afirma orgulloso mientras observa orgulloso el asta, en el espacio donde se marcó un antes y un después de la Patria.