El arraigo de la corrupción en México es tan amplio y profundo que siempre, de manera sistemática, ha impedido dar solución a los grandes problemas económicos y sociales. Lo que vemos hoy con el huachicol fiscal en Tampico es la evidencia palpable de que la corrupción no es una anécdota ni un error aislado: es un sistema incrustado en las instituciones.
Se descubrieron más de 10 millones de litros de diésel, un decomiso histórico. Pero lo más grave no es el combustible ilegal, sino los nombres y rangos que aparecen en la lista de detenidos: un vicealmirante en activo, cinco marinos, exfuncionarios de aduanas y hasta un exjuez federal que en su momento estuvo en el ojo público por liberar a delincuentes. La red completa cobraba sobornos de 1.7 millones de pesos por cada barco. El director de la aduana de Tampico habría recibido hasta 24 millones de pesos en mordidas.
Esto confirma lo que señalaba Burgoa Orihuela: “viola el Estado de Derecho quien no tiene pantalones para hacerlo cumplir”. Eso fue antes. Ahora, lo que hubo fueron faldas, las de la presidenta Claudia Sheinbaum, para ejecutar y dar la orden de proceder contra las personas corruptas.
Los componentes de la corrupción
- Nunca es accidental.
- Siempre involucra un abuso de posición.
- Se ejerce desde un poder confiado.
- Genera una ganancia privada.
¿Y por qué se destapa esto justo ahora? Apenas la semana pasada, Marco Rubio, senador de Estados Unidos, estuvo en México y en su mensaje insistió en que la cooperación bilateral debía ser seria, definitiva, caiga quien caiga. No es coincidencia que unos días después aparezca este golpe al huachicol fiscal. Es evidente que hubo presión directa desde Washington para que se dieran resultados tangibles en la lucha contra la corrupción y el contrabando de combustibles.
Pero la pregunta de fondo es: ¿será esto un parteaguas o un acto aislado para cumplir ante la visita de un senador extranjero? Porque si algo caracteriza a la corrupción es su capacidad de adaptarse y sobrevivir. Lo vimos en aduanas, en la Marina, en empresas fachada, en jueces que deberían defender la justicia y la torcieron.
El huachicol de Tampico es una radiografía de México: un país donde la corrupción es el verdadero jinete del apocalipsis, el que abre la puerta a todos los demás males: inseguridad, pobreza, desconfianza social. Y mientras no se corten de raíz los privilegios de quienes se prestan al juego, no habrá reforma ni decomiso que baste. Ahí y así, El Meollo del Asunto.
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