Rafael Antonio Rodríguez Ibarra es visto por sus compañeros, familiares y amigos, como un héroe. Según testimonios, los últimos minutos de su vida, decidió sacrificarlos para que una joven estuviera a salvo.
El relato compartido a través de redes sociales indica que Rafa iba con otros compañeros saliendo de la escuela. Pese a que las autoridades del plantel le dieron salida unos minutos antes de su hora habitual, para cuando estaba en la calle, la lluvia torrencial ya había causado estragos significativos en las calles.
En la calle Tapioca, punto clave que tenía que cruzar para encontrarse con sus familiares, que estaban en camino para regresarlo a casa, había una enorme acumulación de agua.
El arroyo natural Tapioca, que con cada lluvia reclama su cauce natural, pese al pavimento que se colocó encima, estaba demostrando todo su poderío y hacía intransitable la circulación para vehículos y personas por igual.
Ahí fue cuando Rafa se topó a un grupo de jóvenes, estudiantes de otras escuelas, que como él, deseaban cruzar por este intempestivo rio. Se tomaron de las manos y poco a poco comenzaron a avanzar.
La joven que venía agarrada de Rafa narra cómo, en no pocas ocasiones, ella se cayó y en todas, la mano salvadora del estudiante del Conalep II la levantó e hizo que fuera avanzando entre el enorme caudal de agua. Estaban a punto de llegar, cuando Rafa cayó y la joven no tenía las fuerzas para levantarlo.
Sin embargo, ella se aferraba desesperadamente a él. Pero, con una sonrisa, logró convencerla de que lo soltara, que él iba a estar bien, que encontraría el modo de pararse, que no se preocupara.
Fue cuando ella lo soltó y la intempestiva naturaleza, que no entiende de esfuerzos humanos, arrastró al joven con toda su fuerza por la corriente de lo que algún día fue el arroyo Tapioca.
En su camino, que fue grabado a través de redes sociales, se alcanza a ver como la cabeza de Rafita golpea contra una camioneta estacionada antes de que el agua terminara por “devorarlo”.
Desde ese momento, familiares y amigos comenzaron una búsqueda exhaustiva por la zona, con la esperanza de que estuviera con vida y que el sacrificio que hizo no tuviera que costarle la vida.
No obstante, conforme avanzaron las horas, lo peor empezaba a confirmarse.
Tras casi 32 horas sin saber el paradero de Rafa, dentro de un dique ubicado entre la calle Tapioca y Paseo Triunfo de la Victoria, agentes de Protección Civil finalmente encontraron el cuerpo del joven, el mismo día en que cumpliría los 16 años de edad.
Según la autopsia realizada por personal del Servicio Médico Forense, la causa de muerte fue “asfixia por inmersión”, es decir, ahogamiento tras permanecer por demasiado tiempo bajo el agua.
De acuerdo con el fiscal de Distrito Zona Norte, Carlos Manuel Salas, el proceso de entrega del cuerpo fue acelerado para que la familia pudiera realizar los actos funerarios y despedirse del joven, lo antes posible.
Aunque terminó por costarle la vida, Rafael Antonio Rodríguez Ibarra siempre será recordado por sus amigos y familiares, como un héroe.
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