Para familiares y amigos, el pastor del templo La Entrada Triunfal, Mauro Cabañas, murió como mártir de su fe, en cumplimento de sus creencias.
El hombre de 70 años había tenido una fuerte adicción a las drogas y al alcohol, pero se rehabilitó y sintiendo un llamado cristiano, se dedicó a hacer el bien en Ciudad Juárez, consiguiendo diversas ayudas para habitantes de las comunidades de Los Kilómetros, donde se incluía un centro de rehabilitación.
De acuerdo a los testimonios de sus seres queridos, Mauro estaba convencido de su labor por los demás, a pesar de la resistencia que pudiera encontrar en ellos.
No le interesaba solamente llegar a la mente de las personas esclavas de las adicciones, sino que se esforzaba en cambiar sus almas, para que abrazaran a una creencia que los renovara desde adentro.
Por eso, cuando agentes de la Policía Municipal le llevaron a un hombre para que viera qué se podía hacer con él, lo recibió gustoso, como siempre lo hacía, sin imaginar el desenlace.
Según las versiones ofrecidas, el recién llegado, a quien se identificó como Edeer Issel A. M. de 34 años, se tornó violento al presentar el síndrome de abstinencia, por lo que arremetió contra personal de La Entrada Triunfal, subió al techo del establecimiento y se negaba a bajar, por lo que el director Mauro Cabañas trepó también a tratar de convencerlo, pero en lugar de conseguir su objetivo, fue sometido a golpes con un palo de beisbol hasta arrancarle la vida.
Quiso que Edeer Issel abriera los ojos, ante el daño que se hacía a sí mismo y en lugar de salir de esa oscuridad y reconocer el bien que trataban de hacerle, golpeó enceguecido a la mano que trataba de ayudarlo.
Ante tales hechos, la comunidad se conmocionó, pero dentro de los lamentos por la muerte de dicho hombre, también surgieron las reflexiones y las voces de esperanza, donde reconocen el ejemplo que les deja, por su entrega al prójimo, sin esperar nada a cambio.
Sobre quién fue Mauro Cabañas, nos lo dicen algunos de sus más cercanos.
Pastor y carrocero, bondadoso y trabajador
Uno de sus sobrinos dijo sobre él:
Mi tío fue un pastor dedicado, un hombre que entregó su vida a Dios y a servir a los demás.
Dirigía un centro de rehabilitación, donde siempre abrió sus puertas con amor, paciencia y la fe de que cada persona podía levantarse y encontrar un nuevo camino.
Era un hombre bondadoso, trabajador y siempre dispuesto a ayudar sin pedir nada a cambio. También fue uno de los mejores en el oficio de pintura y carrocería, reconocido por su talento y su corazón noble.
Hoy lo recordamos por su fe, su entrega y todo el bien que sembró en tantas vidas.
Perdimos a mi tío Mauro Cabañas, su vida arrebatada por la persona a la que él simplemente quiso ayudar.
Mi padre ya no sufre
Alejandra Cabañas, su hija, da un testimonio más conmovedor sobre Mauro Cabañas.
Escribió la siguiente carta:
Como muchos ya saben la vida mi padre fue arrebatada el día de ayer (viernes) por la noche.
El solo pensar que tengo que escribir aquí, no me había dado el valor de hacerlo; me arde el alma de saber cómo pasaron las cosas. Sé que muchos están preguntando qué pasó.
Mi padre era pastor y su misión era rehabilitar personas en drogas, gente incapacitada, ancianos y más. El salió del camino de las drogas y el alcohol y Dios lo dio como testimonio a los demás. Sintió el llamado de seguir los pasos del Señor que llamó a servir a ayudar al caído, a levantar al caído y muchos años esa fue su tarea: el seguir a Cristo entregado en el camino de Dios.
Levantó su centro de rehabilitación y hace tres días inauguró uno de sus sueños: el abrir un ministerio familiar junto con su esposa y pastora. Trabajaron tan duro por lograrlo hasta que el Señor les concedió lo anhelado pero el día de ayer Dios lo llamó a dar la buena batalla.
Él dio todo por salvar una oveja en su centro de rehabilitación la cual le arrebató la vida. Mi padre murió sirviendo, lo que me hace saber en mi alma que murió haciendo lo que él amaba sin temor a dar la vida por su llamado.
Me siento bendecida y a la vez llena de dolor por saber su muerte de esa manera le he preguntado a Dios por qué así, por qué de esa manera y a lo que él me respondió: Entiendo tu dolor a mi hijo Jesucristo lo apedrearon, lo escupieron, lo golpearon, desgarraron sus costillas y lo humillaron, clavaron su cuerpo en un madero y por último atravesaron su costado. Era mi hijo y también tu padre era mi hijo y tú eres mi hija y tu dolor es mi dolor, te amo y lo amo a él.
Y aunque cuesta tanto en lo carnal no lo puedo entender, pero sé que ya no sufre, que él en sus últimos momentos Dios lo fortaleció y que lo que él anheló Dios se lo concedió!
Descanse en paz Pastor Mauro.
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