Perdición de chicos y grandes, alimento sagrado, aunque para algunos es casi prohibido. Puede ser dulce o salado, aunque las opciones dulces destacan por ser casi tan variadas como los colores.
Los sabores que transmiten llenan el paladar de vida, con opciones frutales, destacando sabores como la fresa, piña, frambuesa, o algunas otras sacadas de los confines más alegres de la creación humana, como el chocolate, azúcar o vainilla.
La lista de nombres es inmensa: empanadas, galletas, donas, cupcakes, orejas, cocodrilos, conchas, croissants, bolillos… se extiende casi hasta el infinito.
Pueden venir adornados con azúcar espolvoreada, algún dulce o fruta o simplemente así, tal cual como llegaron a este mundo, o más bien, como salieron del horno.
Son los panes que se ofrecen en cualquier panadería juarense y que hoy, se cumple la conmemoración de su día internacional.


Los héroes de la madrugada
El trabajo en la mayoría de las panaderías locales comienza en las madrugadas, antes de que siquiera las empresas maquiladoras o cualquier otro negocio abra sus puertas, los panaderos de la ciudad ya están manos a la obra amasando los miles de kilos de harina que en pocas horas se convertirán en los panes con los que algunos juarenses acompañarán su desayuno.
Las opciones más vendidas, siempre suelen ser las donas, conchas y el pan blanco. Sin embargo, otras opciones, como las empanadas, los cupcakes o los cortadillos, también suelen irse rápidamente de los estantes.
Usualmente los panaderos suelen realizar varias “tandas” de panes durante el día, pero la principal es la que se realiza durante la madrugada, debido a que es cuando se da el mayor porcentaje de consumidores.
En esta temporada de calor, que para los juarenses se extendió hasta octubre debido a cuestiones climáticas, el consumo de pan ha tardado un tiempo en dispararse. Sin embargo, con la llegada de días nubosos y de los distintos frentes fríos, los panaderos esperan que cada vez haya más personas deseosas de utilizar a la pareja perfecta para quitarse el frio: un café y un buen panecito.



El peculiar nacimiento del festejo
La idea de celebrar la tradición de hornear y hacer panes surgió desde Cataluña, España. Panaderos de la zona que asistían a la conmemoración del día del teatro, comenzaron a preguntarse el porqué el pan no tenía un festejo igual.
En su justificación, mencionaron que es un alimento que prácticamente ha acompañado a la humanidad desde tiempos prehistóricos, por lo que valía la pena promover no solo el consumo, sino el rememorar su historia.
La propuesta se presentó ante la Unión Internacional de Panadería y Confitería (UIBC) en 2005 y un año después, se instauró el 16 de octubre de cada año, como el Dia Mundial del Pan.
Aunque no se conoce con certeza el origen exacto de esta forma de preparación, se sabe que desde los primeros siglos en los que las civilizaciones humanas dejaron de ser nómadas, comenzaron a utilizar el trigo, que mezclaban con otros ingredientes, para realizar las primitivas versiones de lo que hoy conocemos como panes y galletas.
En México, se sabe que las civilizaciones prehispánicas tenían preparaciones parecidas al pan, en las que se tenía como base principal el maíz. Con la colonización española, la gastronomía local cambió de forma radical, el maíz se sustituyó por el trigo, dando origen a creaciones como pan francés, birote, español, pambazos y campechanas, entre otros.
