Luego de los enfrentamientos armados registrados entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves en el municipio de Guachochi, el párroco local, Enrique Urzúa Romero, dirigió un mensaje público a su comunidad en el que expresó su dolor y preocupación, pero también un llamado a la esperanza, la reconciliación y la oración.
“Me duele que como comunidad hayamos pasado nuevamente una noche aturdecedora por las balas”, escribió el sacerdote en una carta difundida la noche del 16 de octubre.
“Los impactos que han quedado en la glorieta, donde Nuestra Madre de Guadalupe nos recibe o nos despide a la entrada del pueblo, reflejan la experiencia que desde hace mucho tiempo hemos venido viviendo”.
El mensaje pastoral surgió tras los tiroteos ocurridos en distintos puntos del municipio, en especial en la glorieta de La Virgen —el principal acceso al pueblo—, que dejaron cuatro vehículos dañados, dos de ellos calcinados, además de decenas de casquillos percutidos, según reportes oficiales.
Con “el corazón dolorido”, el padre Urzúa instó a la comunidad a no dejarse paralizar por el miedo y a transformar el dolor en acción y unidad:
“Les invito a seguir orando y actuando. Actuemos propiciando momentos de encuentro comunitario, viviendo el amor como esposos, padres e hijos, evitando lenguajes violentos y construyendo relaciones más fraternas”.
El sacerdote también pidió orar por quienes han tomado el camino de la violencia, a quienes se dirigió con palabras de compasión:
“Oremos sobre todo por quienes han tomado el camino equivocado, para que escuchen el querer de quien les ha dado la vida. Sabemos que la oración puede cambiar corazones y nos da esperanza ante las noches oscuras”.
El padre Urzúa ya había levantado la voz para demandar el restablecimiento de la paz en la región suroeste del estado, una de las más violentas del país. En una carta dirigida a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la gobernadora María Eugenia Campos Galván junio pasado, en la que demandaba el restablecimiento de la paz.
En la carta de este 16 de octubre, el clérigo concluye con un mensaje directo hacia los hombres armados que operan en la región:
“Hermanos que han tomado equivocadamente las armas: miren en el miedo y en el dolor de nuestros pueblos su propio miedo, su propio dolor y el de sus familias. Dense la oportunidad de experimentar la vida en libertad. Pido al Señor por la conversión de sus corazones”.
El obispo de la Tarahumara se suma al llamado
En respuesta al mensaje del párroco, el obispo de la Diócesis de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval, expresó su solidaridad con la comunidad de Guachochi y agradeció la palabra “valiente y llena de fe” del padre Urzúa.
“Comparto con ustedes el dolor por la violencia que hiere nuestras noches, pero también comparto la fe que los sostiene y la esperanza que no muere”, escribió el prelado en una carta enviada la noche del jueves.
González Sandoval aseguró que la Iglesia mantiene su acompañamiento pastoral y espiritual hacia los pueblos de la Sierra Tarahumara, donde comunidades mestizas y rarámuri viven bajo la amenaza constante de la violencia, el desplazamiento y la inseguridad.
“Estoy con ustedes en la oración, en el dolor y en la esperanza. Que cada familia sienta la cercanía de la Iglesia, que sigue acompañando con ternura y fortaleza los pasos de este pueblo que ama la vida y busca la paz”, manifestó.
El obispo pidió además “que el Señor transforme los corazones y devuelva la serenidad a nuestras comunidades”, reafirmando su respaldo al trabajo pastoral de la parroquia de Guachochi.
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