“Cuando se tiene todo, se trata de un accidente deportivo, cuando falta, se trata de una negligencia”, destacó el doctor Lorenzo Soberanes, especialista en temas de salud pública y excomisionado de boxeo de Ciudad Juárez, en una entrevista que se le hizo acerca de la situación que se vive al interior de los centros deportivos de la localidad.
En su experiencia como máximo encargado del boxeo a nivel local, se percató de muchos riesgos a los que se exponen los deportistas; en primer lugar, señaló que no existe una regulación por parte de los organismos de Gobierno.
No hay parámetros específicos para que una persona pueda desde poner un gimnasio, hasta formar una organización deportiva, por lo que cada práctica deportiva de esta ciudad queda a merced de las buenas intenciones de los interesados, quienes tienen que definir lineamientos enfocados en lo que ellos consideran que es “lo mejor”.
Resalta que las organizaciones estatales de boxeo existentes, son tan dispares entre sí, que casi no coinciden los reglamentos que utilizan para sus combates.
Lamentó que esta situación no es únicamente propia del boxeo, sino que se extiende en la mayoría de los deportes, sin importar que se trate del ámbito amateur o profesional.
“Existe una anarquía en nuestro país en donde, desde el Gobierno federal, los Gobiernos estatales y los municipales, no logran entender cuál es su papel en la cuestión de la administración del deporte”, comentó.
Foto: José Zamora
Entrenadores sin capacitación
Para la doctora y entrenadora de alto rendimiento Claudia Valenzuela, con experiencia en distintos equipos profesionales de la ciudad, el papel de un entrenador deportivo consiste en sacar el máximo potencial de la persona que está dirigiendo. En llevarlo hasta lo más alto y conseguir que logre sus objetivos.
Sin embargo, antes que cualquier victoria, destaca que lo más importante es la vida del deportista. Y es una lección que todos los entrenadores deben tener en cuenta mientras realizan su práctica.
En sus manos, no tienen una máquina a la que pueden moldear para que sea mejor que las demás, sino que tienen una vida, que va más allá del desempeño que logre en el terreno de juego.
Por lo anterior, sentenció que es esencial que todos aquellos que se dediquen a ser entrenadores, sin importar el nivel, cuenten, como mínimo, con una capacitación acerca de primeros auxilios.
En sus casi 40 años de recorrido como entrenadora en distintos gimnasios de la localidad, le ha tocado observar toda clase de incidentes que se presentan en los centros deportivos.
La falta de una atención adecuada para las emergencias de los atletas, fue lo que la llevó a estudiar la carrera de Entrenamiento Deportivo, en la que se centró en aprender aquellas maniobras y conocimientos que pueden salvar la vida de un deportista en medio de una emergencia.
En un mundo ideal, todos aquellos que deseen dedicarse a dar conocimientos de deportes a otros, deberían pasar por la carrera, en la que se les enseña toda una metodología para tratar e identificar situaciones de riesgo, así como tratar las lesiones y emergencias.
No obstante, es honesta e indica que, desde un tiempo para acá, sitios como los gimnasios privados, se han convertido en negocios muy lucrativos en los que la inversión es prácticamente mínima, tomando en consideración las ganancias, y en el que no hay un reglamento que les obligue a contratar personal capacitado.
Los exdeportistas se creen capacitados para dirigir a otros
Un problema en el que coincidieron, tanto el doctor Soberanes Maya como la doctora Valenzuela, es que aquellos exdeportistas que, inmediatamente después de que se retiran de su práctica deportiva se dedican a entrenar, representan un riesgo para la integridad de sus dirigidos.
Subrayan que se tiene el pensamiento erróneo de que, por tener experiencia en el deporte, están plenamente capacitados para poder enseñar a otros sobre cómo hacerlo.
Refieren que, como en cada proceso de formación, siempre se suelen cometer errores y que hay situaciones que pudieron afectar el desarrollo del deportista retirado, por lo que, comenzar a entrenar sin antes haber tenido una capacitación, provoca que repliquen los mismos errores que padecieron durante su crecimiento.
Lo anterior, se convierte en un círculo vicioso, en el que los deportistas no pueden salir de sus errores y terminan pasándoselos a sus dirigidos, afectando no solo su desempeño en el campo, sino también arriesgándolos a potenciales lesiones.
El caso Dylan y la mala praxis
Si bien es cierto que ambos entrenadores destacaron que es imposible determinar de forma exacta cuales fueron las causas que provocaron el fallecimiento de Dylan, destacaron que, con base en los hechos que han trascendido, es posible determinar que hubo una mala práctica por parte de los entrenadores del gimnasio donde entrenaba el joven.
En principio, destacaron que es muy peligroso el hacer una sesión de sparring entre dos personas con una diferencia de peso y tamaño considerable, debido a que se expone al boxeador más débil a un mayor castigo.
Además, este tipo de ejercicios, deben ser supervisados en todo momento, debido a que se tratan de una “simulación” de una pelea, por lo que siempre debe darse en condiciones controladas y en las que se exponga lo menos posible a los participantes.
Situaciones como un nocaut, deben ser prácticamente imposibles.
La doctora Valenzuela señaló que, como entrenador, uno debe tener conocimiento sobre las condiciones en las que llegan los deportistas.
Sobre las declaraciones de Fernando Silva Juárez, entrenador de Dylan, quien alega que el joven le mencionó que no había comido el día de los hechos, destaca que fue muy irresponsable haberlo puesto a entrenar sabiendo que no se encontraba en condiciones óptimas para dicho ejercicio.
Subrayó que es una de las responsabilidades básicas de un entrenador, en especial de aquellos que dirigen en deportes de contacto, conocer cuándo un deportista puede realizar ejercicios de alta intensidad y cuándo es mejor ponerlo a hacer ejercicios más ligeros, o en su defecto, negarle la entrada al entrenamiento si se expone demasiado su salud.
Así se gestó la negligencia
Acerca del procedimiento que los encargados del gimnasio hicieron una vez que Dylan se desvaneció, los especialistas concluyen que se trató de una negligencia médica. No solo los encargados del gimnasio carecían de los conocimientos mínimos para atender una situación de este tipo, sino que tampoco contaban con un material médico, como un botiquín, del que pudieran auxiliarse.
En casos como las pérdidas de conocimiento o contusiones cerebrales, los doctores aseguraron que los primeros minutos son esenciales para que la persona pueda librar, o no, la situación.
Por lo que esperar más de una hora para darle atención médica, pudo haber sido uno de los factores determinantes que provocaron que los especialistas del Hospital General no pudieran salvar la vida de Dylan.
Las lecciones del caso
Para el doctor Soberanes, este caso revela la urgente necesidad de una regulación de las actividades deportivas que hay en la ciudad.
Puntualiza que, por parte de autoridades, como el Instituto Municipal del Deporte, debe ponerse un mayor énfasis en las revisiones que se hacen dentro de los centros deportivos.
Establecer una serie de lineamientos mínimos que garanticen que las personas que vayan a ejercitarse tengan un estándar de seguridad mínimo en el que se pueda garantizar que, en caso de sufrir un accidente deportivo, no terminen perdiendo la vida.
Por su parte, Valenzuela resaltó la importancia de que se capacite y obligue a los entrenadores a estar capacitados para poder brindar sus servicios. Desde la creación de cursos intensivos en los que, en pocas semanas, se puedan tener conocimientos básicos de primeros auxilios y demás situaciones de riesgo.
Además, consideró que es necesario que, aquellos colegas entrenadores, comiencen a tomar por su propia cuenta cursos o diplomados que les ayuden a brindar una mejor atención a sus dirigidos, en caso de presentarse una emergencia.
Ambos especialistas coincidieron que más allá de señalar a alguien, es necesario tomar acciones para que dentro de las canchas de juego juarenses, no vuelva a repetirse una desgracia como la que vivió la familia de Dylan.