Tengo la sensación de que el presidente de la República no vivirá cómodo después de su mandato, por eso está obligado a ganar las elecciones; y cuando digo está obligado, no importa si es Claudia o si es Adán, finalmente quién está detrás de ellos es su mejor propagandista. No es la primera vez que lo escucho hacer mofa de situaciones tan delicadas como lo de Lagos de Moreno, en esta columna lo hemos mencionado. Yo no creo en esa versión de que no escuchó a los reporteros, pero si así fuera el tema, era obligado y prefirió preguntarle a su espejito en cadena nacional “¿espejito, espejito, quien es el más popularcito?”.
No hacía ni una semana que había declarado que en México ya no había masacres ni tortura. Este es el cuento de aquel propietario de un circo que compró enanos y de repente crecieron. La buena suerte del presidente de aquel 2018 poco a poco se ha ido desgastando y cuando su administración llegue al final, yo no creo que él y su séquito de primera línea se vayan a gusto a sus casas. Habrá una persecución por ocultar la información de los libros de texto, Segalmex, el ecocidio del tren maya, el dispendio de Dos Bocas, los contratos por adjudicación directa, el tratamiento de la pandemia, los nuevos 27 contratos de Pemex y Baker Hughes, Felipa, Pío, Andy, el ataque desvergonzado a las instituciones como el INAI, más lo que se acumule, constituirán kilómetros de papel en los juzgados penales.
Del año 2000 hacia acá, pareciera ser que hemos coleccionado personajes estúpidos, si comparamos uno de otro, hay una proximidad, sin embargo, este presidente ha roto con todos los récords habidos y por haber. Por ejemplo, la verborrea de Vicente Fox quedó ampliamente rebasada, incluso desde que tomó protesta. “Me canso, ganso”, dijo a la nación, como si estuviera en la cantina orinando encima del hielo del mingitorio.
La supuesta adicción al alcohol de Felipe Calderón se quedó pequeña ante la pirotecnia de estupideces que dice en cada mañanera, lo irónico es que no anda borracho, o al menos eso nos hace creer, no obstante, pareciera, que su hipertrofia cerebral es una cruda constipada por la borrachera de poder.
Infinidad de veces el expresidente Enrique Peña exhibió su ignorancia. Pocas veces mostró recursos intelectuales para defenderse, tuvo algunos chispazos de grandilocuencia cuando no dijo nada. Ser un pendejo con actitud le ayudó kilométricamente, a esos hay que tenerles miedo. ¡Miren! Terminó con los bolsillos llenos y con una modelo en España. Y pensar que todos lo considerábamos casi un retrasado, nada de eso. No ha recibido ni las grapas de un citatorio. El que prometió meterlo al bote, está haciendo puntos para llegar primero.
Por cierto, los profilácticos con cargador no existen, no sea ingenuo y no sea morboso.
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