Atlas* dice que empezó como cualquiera, por la mera curiosidad de saber qué había detrás de aquellas puertas iluminadas con neón, donde sus amistades le aseguraban que encontraría artículos que le permitirían alcanzar placeres nunca antes sospechados.
Sin embargo, el miedo, el pudor, la vergüenza de salir y ser visto por algún conocido le hizo desistir de comprar algún producto, por lo que decidió buscar alguna alternativa.
Fue así como sin pensarlo, de ser un comprador de productos sexuales, se convirtió en un vendedor de los objetos y estimulantes que permiten a otros dar rienda suelta a las fantasías.
A un año y medio de haber iniciado su auto empresa, el negocio ha prosperado y le ha permitido ventas y ganancias superiores al 80 por ciento de su inversión.
“Me daba vergüenza que me fueran a ver saliendo o comprando algo, entonces se me ocurrió la idea de hacerlo por Internet, porque a lo mejor habían muchas personas igual que yo que les da pena ir a las tiendas”, dijo.
Fue entonces que, decidido a tomar la alternativa cibernética, descubrió que los principales distribuidores radicaban en California, Estados Unidos.
“Ya buscando en Internet que en la capital del mundo gay, en San Francisco, ahí está todo bien barato, conseguí una dirección en El Paso, mando traer y ya lo voy pasando, pago los impuestos normal y como si nada, al principio fue poquito, así como dos o tres cositas nada más”, comentó.
La sorpresa para Atlas fue que al recibir su primer paquete de productos, la demanda fue tal, que la mercancía se vendió en un par de horas.
“Los pedidos tardan 15 días en llegar, pero apenas había hecho un segundo pedido, cuando por los encargos que fueron saliendo, tuve que hacer otro más dos días después”, recordó.
Atlas reparte su día de trabajo en dos espacios, por la mañana en una oficina y por la tarde en un hospital, donde trabaja como intendente.
Siempre se hace acompañar de una mochila deportiva en donde guarda lo mismo geles y condones de sabores, que pastillas para mejorar las erecciones, multi orgásmicos, entre otros productos.
Pero los trabajos son lo de menos, lo importante es la cantidad de personas con las que se relaciona, una lista de clientes cautivos que alcanza más del 80 por ciento de sus clientes, quienes consumen los productos que van desde estimulantes y geles, hasta juguetes sexuales de distintos tamaños y medidas.
Atlas dice que en algún tiempo llegó a poner sus productos en Facebook, donde la clientela acudía de manera regular y se arreglaban las ventas para hacer la entrega en algunos puntos específicos de la ciudad.
Sin embargo, al no sujetarse a los términos de la red social creada por Mark Zuckerberg, fue eliminado por una denuncia anónima de alguien que consideró que sus artículos resultaban ofensivos.
“Decidí ya no abrir otra página, además que con mis clientes de los dos trabajos tengo suficiente, además, hay otros compañeros que están con ganas de comprar algo, tienen esa inquietud y les hace más fácil conseguirlos conmigo que andar yendo a las tiendas”, dijo.
Atlas afirma que la clientela está distribuida en partes iguales entre hombres y mujeres, cuyas edades van de los 18 hasta poco más de los 60 años.
“Para el deseo no hay edad”, afirmó.
“No hay ni edad ni peso para sentirse deseado” complementa por su parte Doris quien complementa su vida como profesionista vendiendo lencería y disfraces sensuales entre sus contactos de Facebook.
Las piezas que más se venden son los corsés, cuyo precio oscila entre los 350 a los 550 pesos, dependiendo del tipo de tela y marca que se elijan.
Al igual que Atlas, Doris realiza las compras de los atuendos bajo pedido a distintos distribuidores en Estados Unidos y tardan un par de semanas en llegar, aunque por lo general, las piezas que muestra en su página personal las tiene en existencia.
Y es que, para vender este tipo de productos, sólo hace falta subir una imagen del mismo, y ya las personas interesadas van solicitando precios, medidas y marcas, refirió.
“¿A qué mujer no le gusta sentirse sexy? Las que más se interesan por este tipo de atuendos son las chicas gorditas, aunque sí hay clientes con cuerpos de modelo, por lo general son las primeras mis principales clientes”, puntualizó.
*Los nombres de los entrevistados fueron cambiados a petición de los mismos.