Los homicidios de alto impacto no han parado en la frontera, como tampoco el daño colateral que se causa a las familias de las personas que son asesinadas con saña extrema, advierte en entrevista con Norte Digital la titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Irma Villanueva Nájera.
El impacto para quienes pierden un ser querido víctima de homicidio se multiplica cuando el acto se comete con saña, añade.
En lo que va de 2020 el registro de homicidios en Ciudad Juárez rebasa los mil 300 expedientes, pero las víctimas colaterales multiplican por tres esa cifra.
Por ejemplo en julio de este año hubo 166 personas asesinadas y al menos 549 personas atendidas como víctimas colaterales de esos hechos violentos.
Agosto tuvo 162 homicidios y entonces se atendieron 535 personas; mientras que en septiembre con 114 asesinatos hubo 572 familiares o amigos cercanos de las víctimas mortales que recibieron atención.
Respecto a las personas que se consideran víctimas de desaparición forzada porque reportaron familiares ausentes, en los meses de julio, agosto y septiembre la CEAV atendió 497, 534 y 520 personas respectivamente. Todas reportaron familiares desaparecidos.
“Observamos que sigue habiendo estos delitos de alto impacto, que se cometen con demasiada saña, que pueden ser homicidios individuales o únicos, a toda la familia o a varios integrantes de la familia, o a varias personas reunidas en un lugar”, refiere Villanueva.
De impacto profundo
Dependiendo la forma en que se comete el homicidio las consecuencias pueden ser de un impacto muy profundo en las víctimas, añade.
De acuerdo con la funcionaria las afectaciones están directamente relacionadas con la forma en cómo se dan los hechos; lo que se conoce como el entorno del delito.
“Para algunas de las víctimas que hemos acompañado (las afectaciones) son devastadoras, en el caso de algunas de las víctimas que hemos acompañado, ir a identificar a alguno de sus hijos que fue masacrado, o que fue mutilado o que fue asesinado y tirado en equis lugar, vemos y acompañamos el impacto que tiene”, relata.
Se perdió el asombro
En cuanto al sentimiento colectivo -dice Villanueva- todo indica que en la sociedad ha perdido la capacidad de asombro o sorpresa y cada vez se ve más normalizado que ocurran este tipo de crímenes.
No obstante para las víctimas colaterales las consecuencias pueden ser de largo plazo y necesitan tiempo y acompañamiento profesional cercano, para que puedan ir procesando la información.
Postergar el sufrimiento
“Un porcentaje importante de estos familiares no continúan el proceso que nosotros tenemos para trabajar estos efectos; da la impresión que los familiares lo que quieren es alejarse y olvidarlo y van postergando la linea de sufrimiento”, lamenta.
En ese sentido —explica- a veces no es tan fácil que las personas acepten la atención psicológica y entonces dejan pasar tres o seis meses para acudir por ayuda.
“Hacemos un plan de atención inicial, y luego un plan de más largo plazo que incluye traslados, alimentación, hospedaje, nos ha tocado acompañar a víctimas que vienen de otros estados a identificar a sus muertos”.
El problema de la impunidad
El factor más agobiante para personas que pierden un ser querido víctima de la violencia homicida en la frontera, es el alto grado de impunidad que aún existe, afirma la Comisionada de Atención a Víctimas (CEAV), Irma Villanueva Nájera.
La impunidad provoca un desaliento para que las familias den seguimiento a las investigaciones y entonces la Comisión Ejecutiva hace un doble papel para contrarrestar el desánimo.
Por un lado acompaña a las familias y por el otro interviene para que los ministerios públicos hagan su trabajo.
Mejor lejos “para reconstruirse”
La falta de resultados en las investigaciones provoca impunidad y eso hace que las familias prefieran retirarse, para “reconstruirse”, buscar estar bien, recuperarse de las consecuencias que dejó el delito, señala Villanueva.
“Saben que las fiscalías pueden estar rebasadas por el índice de delitos que se cometen y que tienen que investigar, esa es una realidad que las víctimas observan y están conscientes de que eso pasa”, advierte.
Proceso lento
Villanueva reconoce que los procesos son lentos y que eso puede y de hecho afecta a las familias, y sin embargo, ellos deben insistir en ofrecerles asesoría o representación jurídica para ser enlace en el seguimiento de la investigación.
“Ofrecemos fortalecer colaborar con el ministerio público para la investigación y esclarecimiento; (…) yo confío en las autoridades y parte de confiar es no dejar sola la investigación o solo al Ministerio Público”.
“Por eso promovemos el derecho de las víctimas y los acompañamos para la base de las investigaciones”, concluye.
De acuerdo con la estadística oficial todo indica que este año la cifra de homicidios no será menor a la del año previo ya que en 2019 se contabilizaron mil 494 asesinatos y al cierre del noveno mes de 2020 ya iban mil 316.
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