Dentro de la Sala 4 de Apelaciones de la Ciudad Judicial se respira un ambiente de mayor tranquilidad, en comparación con el día anterior. Mientras los agentes del Ministerio Público llegan a la cita, pactada a las 10 de la mañana, la defensa aprovecha para intercambiar impresiones sobre la estrategia legal que seguirán.
Carlos Miguel H.H y Jesús Adrián C.L, los acusados de estar involucrados en el homicidio del periodista Ismael Villagómez Tapia, lucen tranquilos e intercambian algunas anécdotas de cuando estaban fuera de estas cuatro paredes.
Sin embargo, cuando se enciende la luz verde, la tranquilidad que había en esta sala, desaparece y conforme cada uno de los testigos dice su testimonio, el ambiente se vuelve cada vez más tenso.
El primer testigo en entrar a la sala es un agente de la Agencia Estatal de Investigación, el que faltaba de declarar, de los involucrados en la detención de los hombres que hoy enfrentan a la justicia.
Señaló lo mismo que su compañero; recibieron un llamado de apoyo a través del radio comunicador, uno de sus compañeros, adscrito al área de homicidios, les pidió apoyo para realizar una detención.
Carlos Miguel, que fue detenido por el primer agente ministerial, le dijo que había dos personas involucradas en el homicidio “del Uber”, esta información, es compartida por su compañero, que les da la dirección de una casa, donde se encuentran dos hombres.
Al llegar al domicilio, se encuentran con dos hombres, uno de ellos, con un arma de fuego color rosa con gris, les apunta y luego se esconde en la casa, ellos lo persiguen y se adentran a la casa. Arrestaron a un hombre identificado como Joan y otro como Jesús Adrián, el segundo implicado en este juicio.
Ambos fueron detenidos porque fueron encontrados con droga, el arma de fuego y por estar posiblemente estar involucrados en el asesinato de Ismael Villagómez Tapia.
El cuestionario de la defensa se centró en que si el hombre que había informado la dirección de las otras dos personas se encontraba detenido o libre al momento de que ellos llegan a dar auxilio a su compañero; no lo recuerda y ahí termina su declaración.
Uno de los sobrinos del fotoperiodista entra como el segundo testigo de esta jornada. Pese al dolor que le causa la muerte del familiar que consideró como una persona “muy cercana”, su semblante es tranquilo y puede responder a las preguntas del Ministerio Público sin problema.
Contó que aparte de ser fotógrafo de El Heraldo de Juárez, también se dedicaba a hacer viajes a través de la plataforma In Driver. “Casi siempre lo veíamos trabajando”, dijo sobre su tío.
El carro que Ismael manejaba aquella noche era de su propiedad, un Hyundai Elantra gris, se lo prestó a su tío debido a que este le había prestado dinero, pero como no tenía dinero para pagarle, e Ismael no podía usar su vehículo debido a que estaba descompuesto, se lo prestaba para ir saldando la deuda.
La fatídica madrugada del 16 de noviembre
A través de redes sociales, el sobrino de Ismael comenzó a ver que en grupos de Facebook, observó la fotografía de un vehículo chocado “muy parecido al mío”. Los detalles hasta el momento eran escasos, solo decían la ubicación donde estaba el carro y que el conductor probablemente había recibido un disparo de arma de fuego.
Comenzó a llamar a su tío, pero nunca contestó las llamadas.
Vio la ubicación donde reportaban el accidente y se dirigió para allá utilizando el GPS de su celular. Al acercarse, el ruido de las patrullas lo previno de que, muy probablemente, había sucedido una tragedia, misma que confirmo al acercarse a la escena y observar que el vehículo que estaba estrellado, efectivamente era el suyo.
Se acerca a los agentes de Seguridad Pública que resguardaban la escena, a los que les dice que el auto involucrado era de su propiedad y que adentro estaba su tío. Los agentes le confirman que, al interior, está el cuerpo de Ismael sin vida.
No lo dejan acercarse más, le dan poca información, solo le mencionan acerca de un celular dorado que fue encontrado en el asiento trasero, mismo que no reconoce, debido a que estaba seguro que su tío utilizaba dos celulares de la marca Samsung, uno en color negro y otro azul.
Sobre el impacto que tuvo la muerte en su familia, resalta que es un hecho tan doloroso, del que todavía buscan respuestas que expliquen las razones de su tragedia:
“Estamos demasiado tristes, nos agarró de sorpresa, le quitaron una persona muy importante a la familia, se sigue sintiendo como si fuera ayer, no nomás era allegado mío, era allegado de todos, mucha gente lo quería, se rompió un eslabón de la cadenita que es mi familia”, comentó.
Lo describió como un hombre muy tranquilo y trabajador, que nunca tuvo problemas con nadie, que era reconocido por su trabajo, “solo hacia eso, trabajar y estar con su familia”.
La rabia que sale a través de los ojos
La tercera persona programada para entrar en la jornada de este día, es la esposa Ismael, que desde los primeros momentos que entra en la sala, se nota considerablemente alterada.
Su caminar es lento, tenso, camina con los dos puños cerrados y con el rostro lleno de enojo e impotencia. Mira a los acusados con odio, ellos son los presuntos responsables de arrebatarle la vida a su esposo y no deja de mirarlos fijamente hasta que llega al estrado.
Los agentes del Ministerio Público y las juzgadoras del caso notan su semblante; le preguntan en repetidas ocasiones si se encontraba bien, ella dice que sí, pero con cada pregunta, su voz se empieza quebrar como miles de cristal cayendo directamente hacia el suelo.
Cuando la jueza principal encargada de llevar la audiencia llama a un receso, la esposa se rompe totalmente. Se vuelve un mar interminable de lágrimas y tiene que salir de la sala, no sin antes volver a retar con la mirada a los dos hombres vestidos totalmente de gris, a los que les cambia el semblante tras este encuentro.
La pausa se extiende por 20 minutos o más, los abogados determinan que no está en condiciones para declarar, que primero debe recibir atención psicológica, el dolor que ha sufrido por la muerte de Ismael se desborda y no puede estar más dentro de la sala. Su testimonio quedará para después.
Finalmente, el último testigo de esta jornada hace su aparición, es la doctora forense encargada de la autopsia de Ismael. En su necrocirugía, encuentra que el fotoperiodista recibió un impacto de bala en la región occipital izquierda, es decir, la parte baja del cráneo.
La bala entró por su cabeza, provocando una fractura de cráneo y salió por el ojo izquierdo, haciendo que su globo ocular explotara en el momento. La conclusión a la que llegó la médico legista adscrita a la Dirección General de Servicios Periciales y Ciencias Forenses, es que Ismael murió por un traumatismo craneoencefálico, provocado por herida penetrante de arma de fuego, de manera instantánea, al interior de su vehículo.
Han pasado demasiadas cosas en la jornada de hoy, por lo que los defensores se abstienen de realizar preguntas acerca de las grotescas imágenes finales de cómo quedó el cuerpo de Ismael.
La calma se ha ido de esta sala, ya no hay intercambio de anécdotas entre los imputados o sus defensores, las caras de todos lucen tristes, cansadas, abatidas, hay que guardar energías para lo que sigue, que aún esperan entre 3 y 4 sesiones adicionales.
La jueza encargada del proceso dictamina que la siguiente audiencia será mañana viernes 15 de noviembre, en punto de las 14 horas.
Pide MP entre 50 y 70 años de condena mínima contra presuntos asesinos del fotoperiodista Ismael Villagómez
Los representantes de la Fiscalía General del Estado buscan una sentencia por el delito de homicidio calificado en el que también consideran la condena vitalicia
Por José Estrada
Busca Fiscalía pena máxima para asesinos de fotoperiodista
Afirma fiscal Carlos Manuel Salas que se insiste, además, para que se juzgue como crimen de periodista, independientemente de que en ese momento trabajara como chofer
Por Teófilo Alvarado
Piden retrasar audiencia en caso de tiroteo de Walmart
Buscan demostrar que hubo fallas entre el juez y los abogados defensores
Por Redacción
Estados Unidos no presentó pruebas materiales contra García Luna: Especialista
Guadalupe Correa, autora de ‘Las cinco vidas de García Luna’, asegura que la sentencia queda en entredicho porque no se sabe que tan verídica puede ser la información que aportan ese tipo de testigos protegidos, que bien pudieron ser El Chapo, Ovidio o El Mayo
Por Teófilo Alvarado