No sé si les haya tocado, en las primarias en los 80s y los 90s había señores que traían un producto muy especial para vender; se trataba de algo a lo que nosotros conocíamos como mezcal y no era precisamente una bebida alcohólica, era una penca de maguey, ahora sé que se trata de un –valga la redundancia– maguey horneado, que procesan en el sur del país.
Finalmente, a quienes la consumíamos nos valía un sorbete de dónde proviniera, lo importante es que era un pedazo oscuro, de color chocolatoso, luego se masticaba como la caña y el sabor extraído era muy dulce y sabroso. Todo eso repercutía en las ventas de aquellos señores de los cuales nunca supe su nombre, pero vendían este producto a los chamacos que se arrimaban al carrito.
Aquello era por temporadas, no todo el año existía el suculento manjar mexicano que aún sigo sin saber realmente cómo se llama, solo sé que se le conoce como maguey horneado.
El único distractor es que tenías que escupir el bagazo, lo cual parece fácil, sin embargo, a la larga resultaba fastidioso estar separándolo. Después a ver a dónde diablos aventabas los residuos.
En aquellos tiempos no había ningún problema, pues en la primaria, siendo niños, nadie pensaba que aquel desecho tenía que ir a parar a la basura. Nos divertía la forma en que aquel pedazo de penca se desgajaba de una manera facilísima y obviamente nos excitaba el sabor que se desprendía, pero jamás se pensaba en qué hacer con el bagazo masticado, y lo que ustedes están imaginaba que pasaba, pues ocurría, simplemente volteabas para un lado y escupías.
Primero estaba ese posicionamiento hedonista de tener un clímax de sabor y posteriormente había que cribar lo que ya no servía.
Trasladando todo esto a un contexto social y sin temor a equivocarme, creo que todos pensamos siempre en ese orden: primero lo rico, lo sabroso, lo suculento, el placer y posteriormente hay que pagar la cuenta. Esta última parte es la que no nos gusta y los mexicanos somos muy dados primero a divertirnos y después a intentar pagar lo que se debe.
Sucede, por ejemplo, que en el mes de enero hay miles de personas queriendo tapar los hoyos económicos que se realizaron en diciembre. O bien, sucede que se organizó una boda enorme con servicio de tacos, fuentes de chocolate y licor para todos, pero los novios no tienen ni casa ni auto, eso ya vendrá después, como es costumbre.
Hay que felicitar al presidente porque la inauguración del tren Maya fue un éxito y los boletos se agotaron, eso solamente sucede en los conciertos de Luis Miguel o de U2, esperemos a la hora de escupir el bagazo a ver qué repercusiones tuvo haber pelonado la sacrosanta zona Maya… ¿pa’ dónde será bueno escupir?
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