Al tomar posesión de la dirección ejecutiva de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), en septiembre de 2021, Sergio Nevárez Rodríguez realizó una investigación del estado que guardaba esa paraestatal; lo que encontró en las Plantas Tratadoras de Aguas Residuales (PTAR) no le gustó.
Cuenta que se topó con dos situaciones: la primera fue una mala atención por parte del concesionario, que en aquel entonces era Degremont; la segunda es que había gente muy floja, cuando llegaba personal de la paraestatal a supervisar por las tardes, la encontraba dormida.
“Hemos estado corriendo gente por lo mismo”, advierte.
Afirma que el tratamiento de agua residual, una de las tareas en la que está enfocada la paraestatal, no funcionaría bajo esas condiciones.
Aunque una nueva empresa, Veolia, es la que ahora se hace cargo de las plantas y mejoró su funcionamiento, el director de la paraestatal se muestra inconforme con su rendimiento y comenzó una cruzada legal para adelantar la conclusión del contrato para la administración de las PTAR Norte, Sur y Sur-Sur.
En medio de este proceso, fotografías y documentos que muestran desperfectos en las PTAR fueron entregados a Norte Digital por personas que solicitaron el resguardo de su identidad ante la posibilidad de represalias.
Entre los múltiples señalamientos destacan abandono de las estructuras, alcantarillas corroídas, maquinaria inhabilitada por falta de piezas, equipo desatendido, piezas oxidadas sin utilidad y fugas en la estructura.
Exponen, además, concentración de residuos orgánicos formados sobre la superficie del agua, basura filtrada que no es desechada ni clasificada de forma adecuada, constantes fugas de sólidos, así como falta de personal operativo y de mantenimiento.
Situación diferente… pero insatisfactoria
La versión proporcionada indica que no se atienden con la prioridad necesaria las situaciones emergentes, lo que repercute en la baja eficiencia en la remoción de contaminantes y, en específico, problemas operativos en la PTAR Norte y fuga de sólidos por manejo deficiente de lodos en la PTAR Sur.
Acusa falta de camiones para transporte del lodo deshidratado hacia el relleno sanitario, lo que provoca un cuello de botella en la operación de ambas plantas, donde adicionalmente hay áreas sucias, falta de cubiertas en áreas confinadas y acumulación de basura a través de todo el proceso.
También muestra fallas en el sistema eléctrico, maquinaria fuera de servicio por meses, así como una condición crítica en el área de pretratamiento en la PTAR Norte, aunada a una deficiente remoción de grasas y notas.
Nevárez Rodríguez, ante la exposición de la problemática planteada a Norte Digital, ataja la muestra para afirmar que se trata de falsedades expuestas, tal vez, por trabajadores despedidos; concede, sin embargo, que en esas condiciones encontró las PTAR cuando estaban bajo la administración de Degremont.
Ahora que son manejadas por la compañía Veolia, quien en su página de internet https://www.veolia.com/latamib/es/soluciones/gestion-agua se presenta como especialista en optimización, operación, revamping (modernización) y reducción de costos operativos en plantas de tratamiento de agua, la situación es diferente, pero insatisfactoria.
A punta de presión, dice el director ejecutivo de la JMAS, se han logrado avances en el mejoramiento de los procesos, pero se confiesa inconforme con los resultados, por eso quiere agenciarse la administración de las plantas y trabajar de forma directa en el tratamiento de aguas residuales para mejorar el resultado final.
“Así las encontré cuando llegué, hemos estado presionando muchísimo a la empresa para que se arreglen y tengo mi equipo personal, encabezado por el biólogo Francisco López, quien se ha estado encargado de subir el nivel”, asegura.
Contrario a lo expuesto a Norte Digital, afirma que ahora las PTAR están en muy buen estado, pero el costo del tratamiento “se me hace caro”: 26 millones de pesos al mes para la operación de las plantas Norte, Sur y Sur-Sur.
“Cuando hablé de buscar recuperar las plantas fue por dos razones: porque se me hace caro el tratamiento y porque ya hay nuevos modelos de tratamiento y quisiera convertirlas a los nuevos modelos”, expresa.
Indica que ya se ha avanzado mucho en el tratamiento de aguas negras y que no puede concebir que las plantas fronterizas, que tienen años trabajando, aún no generen energía ni siquiera para autoconsumo.
La calidad de tratamiento, enfatiza, ya debe ser superior, pero la compañía no va a invertir en reconvertirlas con otros modelos de tratamiento porque les conviene el que tienen, ya que les representa menos gasto y más ingreso de dinero.
Fotos: José Zamora
Tratadoras se construyeron con el cambio de siglo; costaron 73.8 mdd
Datos obtenidos del Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank), indican que las PTAR Norte y Sur, además de obras complementarias de alcantarillado para Ciudad Juárez, comenzaron su construcción en 1997, después de la certificación del proyecto en septiembre de ese año.
Explica que las condiciones previas al plan establecen que la JMAS prestaba el servicio de alcantarillado al 80 por ciento de la población fronteriza y que no se contaba con servicio de saneamiento.
Hasta entonces, los servicios disponibles eran la recolección de aguas residuales municipales, así como su conducción y descarga hacia un dren del sistema de riego, mientras que las aguas residuales se conducían por el sistema de riego para descargarlas hacia el Río Bravo.
El objetivo de la obra, se explica, era eliminar la exposición a las aguas residuales sin tratamiento mediante la rehabilitación y ampliación del sistema de alcantarillado a zonas sin servicio.
Se incluyó la construcción de dos plantas: Norte y Sur, donde se realizaría un tratamiento primario avanzado para reducir la contaminación del agua y el riesgo de enfermedades de transmisión hídrica.
La Planta Norte fue diseñada para procesar 2.5 metros cúbicos por segundo (m3 /s), y la Sur para 1.0 m3 /s de forma inicial.
El costo total del proyecto fue calculado en 31.5 millones de dólares (mdd), de los cuales se otorgaría un crédito con fondos de NADBank por 4.61 mdd, además de recursos no reembolsables de la misma institución por 12.18 mdd.
La población beneficiada sería de 1 millón 332 mil 131 personas.
Estas dos primeras PTAR se pusieron en marcha en el año 2000, pero debido al crecimiento demográfico acelerado al sur de la ciudad, se producían al menos mil 175 litros por segundo de aguas residuales que no recibían tratamiento alguno.
Unos 375 litros por segundo, en particular, se descargaban sin tratamiento previo al dren cercano a la zona conocida como El Sauzal, ahí las aguas negras no tratadas se mezclaban con la que pasaba por el canal principal del sistema de riego del Valle de Juárez, usado para riego agrícola.
NADBank reseña que, para aumentar la cobertura de saneamiento y atender las necesidades de la zona sur, la JMAS propuso la construcción de una nueva planta de tratamiento.
El proyecto, describe, contemplaba la construcción de una primera etapa con una capacidad de tratamiento de 500 litros por segundo y que el afluente sería de una calidad a nivel secundario, no produciría olores desagradables y podría ser reutilizado en una amplia gama de actividades urbanas y agrícolas.
Incluía la construcción del colector principal Sur-Sur, con una longitud de 10 kilómetros, para trasladar las aguas residuales a la planta, infraestructura que reduciría los riesgos ambientales y sanitarios asociados con la falta de tratamiento de aguas negras para contribuir a un medio ambiente más sano en ambos lados del río Bravo.
El costo total del proyecto se calculó en 42.3 mdd, financiados con fondos del NADBank a través de un crédito por 9.37 mdd, además de recursos no reembolsables de esa institución por 8 mdd.
En este caso, la población que resultaría beneficiada serían 189 mil personas.
Fue el 13 de mayo de 2012 cuando esa PTAR comenzó su operación en San Isidro, manejada por la concesionaria, Tratamiento de Aguas Residuales de Ciudad Juárez, S.A. de C.V. (TAR).
La planta comenzó a funcionar con una capacidad inicial de 500 litros por segundo.
Contratos largos, beneficios cortos
Cuando Nevárez Rodríguez tomó posesión del organismo operador, cuenta, que descubrió que las PTAR estaban sujetas a contratos de largo término que se hicieron en diferentes etapas; la construcción de una de ellas, la Sur-Sur, fue financiada por la misma empresa que comenzó a operarla.
El contrato de la Norte y de la Sur vence en tres años y medio, pero el de Sur-Sur terminará hasta octubre de 2033; sin embargo, el director ejecutivo dice que la JMAS peleará su administración.
“No estamos contentos con Veolia porque es muy rígido, ellos deciden todo, cuando llegué contraté a investigadores canadienses expertos en el tema de tratamiento de aguas residuales para que realizaran una auditoría, no confiaba en lo que iban a decir aquí”, menciona.
Inicialmente, despidió a los dos encargados de las plantas tratadoras “porque formaban parte de la güeva”.
En cuanto le dijeron que sería el titular de la JMAS, comenzó a investigar los recursos humanos y directivos con lo que contaba y se metió a las PTAR, entonces se dio cuenta de que había un desorden y los despidió.
Los auditores determinaron que las plantas estaban muy atrasadas en tecnología, que ya existían nuevos métodos de tratamiento de aguas negras y que, además, hacían falta muchas otras cosas.
“Cuando me dan el diagnóstico, me siento con ellos y les digo ‘¿saben qué? Voy a tratar, por los medios legales, de tener una cancelación anticipada. Sé que nos van a penalizar, que hay un contrato que tenemos que observar, pero creo que nosotros podemos ser mejores administradores de las plantas tratadoras’”, recuerda.
En esa lucha está enfrascado ahora, la JMAS ya contrató a un abogado experto en temas de ecología, quien está armando el caso para llevar a los tribunales federales a Veolia y liberar a las plantas de su posesión.
En busca de la modernidad y la sostenibilidad
El beneficio que se obtendría, de lograr el objetivo, será la modernización y nuevos métodos que permitan a las PTAR generar su propia energía, además de bajar el costo de operación y tener agua tratada de más calidad.
Aunque nunca va a ser para consumo humano, la última generación de procesamiento permite que el producto se pueda utilizar en las actividades industriales de alta calidad.
La planta Sur-Sur es la más moderna, pero Nevárez Rodríguez dice que se sentirá “muy contento y ocupado” si se recuperan la Norte y la Sur para, en el término de un año, modernizarlas.
Ya bajo una administración propia, afirma, habrá más flexibilidad, un costo de operación más bajo, inversión para modernizarlas y lograr un mejor tratamiento con agua, que tendrá mayor calidad para mandarla a otros lados, incluso al área industrial.
Por ahora, solo se usa para regar áreas verdes y en compañías de lavado de automóviles, pero podría usarse en procesos de la maquiladora, lo que implica para la ciudad que no estarán utilizando agua potable, como lo hacen ahora.
“Si no me muevo a hacer eso rápido, vamos a seguir sobreexplotando los mantos acuíferos que en un momento dado ya no van a tener agua”, expone.
Informa que el gasto anual en la ciudad es de 200 millones de metros cúbicos y que la industria utiliza el 9 por ciento de esa cantidad, que representa 920 mil metros cúbicos mensuales, 12 millones de metros cúbicos al año.
Con presión se logró que Veolia mejorara su operación
La libertad de tener el control, afirma Nevárez Rodríguez, es básica para mejorar: “de eso es lo que hablo”.
Se remonta de nuevo al inicio de la administración, cuando omitió el pago millonario a la administradora de las PTAR por cuatro meses porque le impuso una lista de mejoras para que las hiciera; hasta que la terminó, comenzó a liquidarles los adeudos.
En la actualidad solo falta la renovación de un tornillo de Arquímedes, herramienta que se usa para llevar el agua que está a nivel del suelo a una parte alta en medio del proceso de tratamiento, pero su fabricación tarda seis meses y se realiza en Francia, más el tiempo de traslado, informa.
Acerca del pronóstico del proceso que inició, indica que lo importante es intentarlo y seguir presionando a Veolia para que sus procesos y equipos mejoren.
“La gente que sabe dice que no (ganará), pero, ¿qué pierdes, no es mejor hacerle la lucha, que no hacerla? Es mejor dejar un antecedente para que se sientan presionados”, dice.
Con relación a la actitud que adopta la empresa por la lucha que emprendió, el director de la JMAS indica que “se ríen, Ciudad Juárez representa el 1 por ciento del tamaño de su mercado, son los reyes del tratamiento en el mundo”.
Veolia obtiene de los juarenses, sin embargo, 26 millones de pesos al mes, 312 millones de pesos al año, por la operación de las tres plantas; a la que más se le paga, por el tamaño de su proceso, es a la Sur, sigue la Norte y la que menos gana es la Sur-Sur.
Sobre la legitimidad y beneficio del millonario gasto, señala que la paraestatal no tiene opción, porque si no se somete a tratamiento el agua residual, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) puede sancionar a la JMAS.
Existe la obligación legal para realizar el proceso con base a una norma que indica que toda el agua que recoja el organismo operador debe ser llevada a una planta con el fin de procesarla.
El biólogo José Francisco López Morales, jefe del Departamento de Saneamiento de la JMAS, ha sido artífice en los requerimientos que se han hecho a Veolia.
La lucha para eliminar los malos olores
Menciona que se tuvo que meter mucha presión para que la empresa instalara un equipo que controla los olores que emanan de la PTAR Norte, ubicada muy cerca del cruce de Francisco Villarreal Torres y Juan Pablo II.
La planta, cuenta, fue absorbida por la mancha urbana y en su entorno se asentaron fraccionamientos y otros centros de concentración humana, por lo que se debe vigilar que no se expandan los malos olores, aunque también provienen del colector, algo que es natural porque transporta agua residual.
“Estamos muy enfocados en la recuperación de ciertas partes de los mantenimientos para evitar el deterioro”, comenta durante un recorrido que realizó Norte Digital en esas instalaciones.
La PTAR, continúa, maneja lodos activados de alta carga, una tecnología que es convencional, cuando lo que se quiere es llevarla a un nivel más alto, aunque el proceso sería modular, porque hacer una reconversión o una reingeniería para alcanzar esos niveles de calidad representa una cuantiosa inversión.
Con la actualización de la NOM- 2021-001 se pide la remoción de más nutrientes, para hacerlo en las PTAR Norte, Sur y Sur-Sur se requiere una inversión mínima de 2 mil 700 millones de pesos, una cantidad que agotaría el presupuesto de la JMAS, agrega.
Cumplir esa norma es imposible por muchas razones, ya que el agua tratada tiene un uso agrícola que requiere precisamente de nutrientes, si son retirados los sembradores ya no la requerirían.
Por ahora, dice López Morales, están en pláticas con agricultores, porque se quiere empezar a utilizar más agua con un pulimiento mayor para darle otro uso, sobre todo en actividades donde se gasta recurso potable.
De los 100 litros por segundo que ahora se utilizan en la Línea Morada, se podrían aumentar a 200 e, incluso, llegar a 300.
A las 11:00 horas del día en que Norte Digital hizo el recorrido, se estaban descargando en el canal mil 200 litros por segundo de agua tratada en la PTAR Norte, pero la hora pico es de 14:00 a 20:00 horas, lapso en el que se alcanza una emisión de mil 400 a mil 500 litros por segundo.
El proceso, explica el ingeniero Ronny Alfredo García Burela, coordinador de la Supervisión de Plantas Externas de la JMAS, se lleva a cabo las 24 horas, los siete días de la semana, durante todo el año, sin descanso.
“Estamos haciendo un mantenimiento mayor en toda una torre, renovando, para que el sistema automático trabaje solo, se está habilitando para que trabaje al 100 por ciento”, señala mientras muestra la edificación.
El costo lo cubre Veolia, pero la JMAS realiza un seguimiento diario de los equipos que están fuera de servicio y de los que están operando.
Añade que otorgan una puntuación con base en la cantidad de equipos que tienen fuera de funcionamiento, en los que tienen disponibles y en qué condiciones están, tomando en cuenta estos datos se hacen renovaciones o mantenimientos mayores de los equipos.
Se lleva un control muy estricto sobre los aparatos porque es mucha la exigencia, a través de un listado se informa al personal de Veolia qué equipo requiere mantenimiento.
“Si este proceso se omite, entonces comienza el deterioro, es algo que debe hacer el prestador de servicios, aunque no lo realizara la JMAS, lo deben hacer ellos, pero es como en todo, si se deja de llevar una supervisión hay holgura o confianza”, expone.
Cuando algún equipo sufre averías, se refleja en la mala calidad del equipo y el agua incumplirá los requerimientos para descargarla en el canal de irrigación, cuyo contenido usan los agricultores del Valle de Juárez.
Afirma que se acaba de renovar, a través de la presión que ejerce la JMAS, todo un sistema de monitoreo de olores, que genera una nube alrededor de la planta para marcar las emisiones que se producen.
A través de este sistema, señala, se puede determinar si las emanaciones provienen de las instalaciones de la PTAR o de otro lado.
Lo importante es que en la planta Norte se remueve casi el 90 por ciento de los contaminantes de las aguas negras, enfatiza.
En planes, construir una megaPTAR en el suroriente
Entre los planes de la paraestatal está la construcción de una mega planta tratadora en el suroriente de la ciudad para proveer el producto a distintos usos y ahorrar agua potable.
Para concretar el proyecto, la JMAS está en busca de un terreno de 5 mil metros cuadrados y de un financiamiento por 400 millones de pesos, da a conocer Nevárez Rodríguez.
Advierte que, de no aumentar el uso de agua tratada para ahorrar la potable, Ciudad Juárez enfrentará una situación complicada en los próximos años.
Las visiones más pesimistas indican que el recurso es apenas suficiente para satisfacer la demanda durante los próximos 12 años; las más optimistas otorgan de 18 a 20 años.
Este tiempo es determinado por la sobreexplotación de los pozos de extracción; bajo esas condiciones, el funcionario vaticina que la hora cero llegará en 15 años.
Informa que los fronterizos utilizan el 25 por ciento de agua potable al año en usos que podrían realizarse con producto procesado.
Las seis plantas tratadoras que existen en la ciudad, menciona, se ubican al norte, lo que complica trasladar el agua tratada hasta el sur; el plan para edificar una PTAR en el suroriente surge para que parques, industrias y otros sectores de esa zona puedan utilizar el producto tratado en lugar del potable.
Indica que la PTAR que se construyó en el fraccionamiento Villahermosa, que tuvo un costo de 15 millones de pesos, es un ejemplo de cómo se puede aliviar el mal uso del agua potable en, por ejemplo, el riego de áreas verdes.
Otra PTAR, la del Parque Central, tendrá mejoras, da a conocer el biólogo López Morales.
Menciona que se va a reconvertir con un mejor sistema para obtener una calidad mucho mayor a la que resulta con las tecnologías convencionales.
Además, dice, agregarán filtros para darle un tratamiento terciario y obtener un pulimiento mayor para que la industria la pueda utilizar en sus procesos.
Bajo esas condiciones, los industriales podrán obtener directamente el agua procesada de la Línea Morada y las empresas no tendrán que hacer un pulimiento extra en sus instalaciones.
“Eso nos va a ayudar a aumentar el costo del metro cúbico tratado”, añade.