Aunque más del 70 por ciento del flujo de personas que usan el Puente Córdova-Américas va de Juárez a El Paso, el problema para la mayoría aparece al momento del retorno.
Se trata del cruce con mayor demanda porque es gratuito de sur a norte. La mayoría de quienes lo utilizan son residentes de Juárez o personas que, en alguna temporada del año, vienen de otras ciudades del estado o del país para ingresar a Estados Unidos.
Sin embargo, al volver deben enfrentar dos principales obstáculos: la reducción de puertas de salida y los operativos de revisión implementados por autoridades de ambos países.
Así lo expuso el investigador César Mario Fuentes Flores, del Colegio de la Frontera Norte (Colef), quien explicó que una encuesta origen-destino aplicada entre 2022 y 2023 —con alrededor de cinco mil cuestionarios— permitió conocer el perfil de quienes cruzan y confirmó que la mayoría lo hace en sentido sur-norte. El estudio tiene representatividad estadística y sus resultados pueden proyectarse a toda la población usuaria, afirmó.
El Puente Las Américas concentra el mayor flujo debido a que su acceso hacia Estados Unidos no tiene costo. Esa misma condición provoca que, cuando surge algún obstáculo, la afectación sea masiva.
Los “cuellos de botella” aparecen principalmente durante revisiones: personal de CBP en el lado estadounidense, operativos de la Policía de El Paso para detectar vehículos robados o personas con alertas activas, y la aduana mexicana, que en ocasiones opera con menos puertas activas.
Los fines de semana, el incremento natural del flujo agrava el congestionamiento.
El puente original fue construido en 1967 como parte del Tratado Chamizal entre Estados Unidos y México.
En septiembre de 1993, por medio del Acta 290 de la International Boundary and Water Commission United States and Mexico (IBWC), los Gobiernos de México y Estados Unidos acordaron reemplazar la estructura existente por los altos riesgos que presentaba.
De acuerdo con el Departamento de Transporte de Texas, el Puente BOTA tiene una longitud de 154.2 metros y consta de dos puentes de dos carriles para camiones y dos puentes de cuatro carriles para autos. En total, ofrece ocho carriles para vehículos de pasajeros, cuatro para camiones y dos banquetas para peatones.
La construcción de cuatro puentes de reemplazo empezó en julio de 1996 y se completó en junio de 1998.
En 2005, un reporte de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza señaló que la construcción de los nuevos carriles y el edificio principal estaban completos, y que el proyecto consistía en catorce carriles para vehículos privados, seis para camiones de carga y dos para peatones.
“No sé si tengan poco personal o quién toma decisiones sobre cómo administrar las puertas de entrada, pero lo que sí hemos visto es que no siempre están abiertas todas y esto genera que los tiempos de cruce aumenten”, señaló Fuentes.
Con esta situación —apreció— se provoca un efecto dominó y se hacen las filas mucho más largas, “sobre todo los fines de semana y en las mañanas y tardes de lunes a viernes”.
El también doctor en Planificación Urbana Regional destacó que, aunque se trata de una problemática que afecta principalmente a quienes vienen de regreso a México, debe tenerse claro que un cruce internacional es un límite con enfoque de seguridad y soberanía nacional, donde cada país impone reglas para decidir quién entra y quién sale.
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