Apenas en diciembre me dieron de alta en la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez (APCJ), me sorprendió ver muchas caras de tarjetita difícil. Poco a poco me he adaptado a las tenidas, recientemente hubo elecciones y disconformidades en el evento, tanto que hizo que una candidata inconforme diera declaraciones, estas dieron la vuelta a los medios y esta reunión versó en la postelección.
La mitad de los asistentes estaba todavía contagiado de la cruda de las elecciones, el ambiente comenzó medio tenso y se prolongó por el espacio de casi dos horas, con ese tufo que tiene la Cámara de Diputados en donde de repente huele a azufre y en otras a humo de muerto quemado.
Después de lér los puntos ritualísticos que dan formalidad a la reunión, el tesorero Héctor Javier Mendoza tomó el micrófono y en este ambiente de cruda postelectoral, el tesorero subrayó la importancia y transparencia de su trabajo, no sin antes mencionar sobre la mala imagen que le estamos dando a la APCJ, publicando la ropa sucia y poniendo en duda el desenvolvimiento que él y los otros administradores han realizado.
Se preguntó qué imagen le estamos dando hacia fuera; si no nos defendemos nosotros, quién nos va a defender, asentó con categoría lacónica, y su frase la acompañó de un manoteo aventando su dedo índice hacia enfrente.
De entre las penumbras del tumulto respondieron “yo no”. Es decir, que el espontáneo no iba a defender la Asociación, obviamente aquella frase fue en tono de sorna. Pero eso no fue motivo para que el tesorero continuara con su lectura de cifras. Hay siete mil en caja chica, dijo. No faltó la señora que pidió que se repartiera entre las madres… pfffff.
Pues sí, el tesorero rindió cuentas pero también le llamó la atención a los columnistas chismosos que estuvieron ventilando cuestiones sin fundamentos sobre la Asociación de Periodistas.
Después de fruncir el ceño un ratito, llegó el turno del presidente, más de tres veces puso orden en la sala y empezó a hablar de detalles íntimos de la Asociación, los cuales pusieron al respetable al filo de la butaca. Cuando terminó la perorata hubo varias manos que se alzaron apuntando al cielo pidiendo ser escuchados en los asuntos generales.
Nunca pasa desapercibida la opinión de Alicia Figueroa, quien propuso que aquel periodista que osó publicar una caricatura en relación a la Asociación debiera de ser llamado a cuentas y sacarle una tarjeta amarilla.
En ese momento las opiniones empezaron a bifurcar el viento de esquina a esquina. Pillo habló en defensa de toooodos los caricaturistas del mundo, después levantó la mano Mauricio Rodríguez quien dijo que la intencionalidad y el secreto de lo que se publica está en la deontología, en eso volteé hacia los lados pensando que ya se dejaría venir un congreso de sociólogos a aburrirnos la tan animada sesión sabatina, pero no, afortunadamente Rosita Puchi tomó la palabra haciendo alusión a la candidata perdedora por su arrojo al decir las cosas sin filtro. La voz de Rosita es poderosa y repitió la dosis por segunda ocasión, defendiendo lo que Lidia Gallardo dijo, independientemente de tener o no pruebas.
Esta vez las mesas tenían jarras de café, y al fondo se veía un pastel. Esperé más de una hora para tomar una rebanada. Bienvenida la nueva administración.
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