El enfrentamiento armado que se vivió la tarde de este lunes entre las calles Valle del Sol y Solares, dejó como saldo cinco agresores y dos agentes ministeriales muertos. Fueron tan solo tres minutos en los que las balas eran intercambiadas; tres minutos que se sintieron eternos, según lo descrito por Víctor, encargado de un local de reparación de celulares, frente al cual transcurría la acción.
“No me esperaba esto, porque se supone que la Valle del Sol es más segura, por eso estamos aquí”, menciona Víctor.
Cuenta que se encontraba muy a gusto, fumando un cigarro frente al café que se encuentra debajo de su negocio. Eran las cinco de la tarde, cuando al subir las escaleras para regresar a su establecimiento notó que comenzaban a pasar algunas patrullas, y después, un auto que desaceleraba poco a poco. Atrás de este, una camioneta de agentes estatales junto a una camioneta negra, hasta que de pronto todos se detuvieron.
“Alcancé a ver que se empezaron a bajar y se me hizo raro. Me escondí atrás del muro y en eso comenzaron los balazos. Duraron como dos minutos o tres minutos. Dos balazos y ya mejor me tiré al piso. Fíjate que sí da miedo”, relata Víctor.
En cuanto terminó el tiroteo en la calle se apreciaban patrullas y más patrullas. Los agentes empezaron a indicarle a las personas por medio de gritos que se resguardaran. Víctor sabía que desde ese momento ya no recibiría más clientes ese día, pero decidió quedarse encerrado junto a su personal por una hora y media más, ya que no contaban con la certeza de que no ocurriría un segundo enfrentamiento.
“Nos sentimos con miedo, dado que los mataron aquí enfrente. No sabíamos si abrir, pero tenemos que seguir trabajando. Aunque la tranquilidad no será la misma, tampoco podemos vivir con miedo”, expresa Víctor.
“Yo nada más me agaché”
Para Paloma, empleada desde hace dos meses de una tienda de autoservicio ubicada junto al cruce de la Valle del Sol y Solares, el tiroteo representó un instante de verdadero terror. Cuenta que le pareció extraño desde que observó todas las unidades que recorrían la calle, pero apenas se escucharon los disparos, no dudó en resguardarse bajo el mostrador.
“Estaba yo sola, y como yo no sabía ni qué, pensé que a lo mejor todo era más lejos, pero también aquí empezaron a caer los casquillos. Yo nada más me agaché, casi me da un ataque de ansiedad, porque se escuchaban muy cerca”, detalla.
En un día normal, Paloma habría cerrado a las nueve de la noche, pero esa tarde se fue a las seis y media, hora a la que los agentes le permitieron dejar el establecimiento
Comerciante duró 4horas y media encerrado
Omar Sosa, dueño de un local de comida mexicana frente al que ocurrió el tiroteo, esa tarde salió a cerrar su negocio un poco más temprano que de costumbre, unos minutos antes de las cinco. Metió los anuncios, las motocicletas y cerró con llave desde afuera para entrar por la parte de atrás y terminar el resto de los pendientes en la cocina para poder irse.
Normalmente hubiera tardado alrededor de 15 minutos en dejar el local; sin embargo, justo frente a la entrada del pequeño restaurante se encontraban los cuerpos y el auto de los criminales, por lo que los forenses le permitieron salir hasta las nueve y media de la noche.
“Entiendo que era una escena del crimen, pero ya llevaba cuatro horas y media encerrado y mi madre estaba ahí en estado de emergencia, asomándose, porque el chisme es fuerte, pero no quiero andar exponiéndola”, cuenta Omar.
Aunque los hechos duraron aproximadamente tres minutos, la madre de Omar, una mujer de 61 años, sufrió un ataque de pánico, por lo que este se concentró en mostrarse tranquilo para transmitirle algo de seguridad, además de ayudarla con ejercicios de respiración.
“No me he dado el tiempo de asimilar lo que pasó; como todos, tengo miedo, pero tampoco quiero que me abrume el pensamiento, no quiero vivir con miedo”, expresa Omar, y añade que después de año y medio de ganarse la vida vendiendo comida en la Valle del Sol, hasta ese momento le había parecido un área muy tranquila y familiar.
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