La cantidad de gente presente durante la mañana de este viernes en el Aeropuerto Internacional Abraham González es inusual. A la constante ida y venida de pasajeros que diariamente utilizan este lugar para trasladarse a distintos destinos a nivel nacional se le suman centenares de personas.
Mujeres, hombres, niños, jóvenes y personas de la tercera edad, llevan cartulinas y pancartas con mensajes en común; la mayoría de apoyo hacia Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta electa de México, quien llega a una reunión de “supervisión de avances” dentro del Hospital General Regional No.2.
Hace unos días, se anunció con bombo y platillo que la obra, que permaneció detenida desde administraciones anteriores, por fin sería inaugurada por el Gobierno federal, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El evento sería abierto al público, pero en su lugar, debido a retrasos en la obra, a mediados de esta semana, se anunció que se llevaría a cabo una reunión privada para supervisar avances de la obra, cuya fecha de inauguración fue pospuesta indefinidamente.
Sin embargo, a quienes gritan eufóricamente “¡Es un honor, estar con Claudia hoy!” poco o nada les importa. Hoy aquí está la presidenta que eligieron el pasado 2 de junio, y es motivo suficiente para dejar atrás sus ocupaciones y congregarse desde las primeras horas de este viernes.
Conforme se acercan las 10 horas con 50 minutos, la gente comienza a amontonarse. Los espacios para las personas que esperan en la salida de pasajeros del aeropuerto, cada vez es menor.
Entre los presentes corre el dicho de que Sheinbaum ha llegado a la ciudad y la emoción y expectación comienza a crecer, pese a que, en los rostros de los presentes, el sudor que corre por su rostro refleja que, en este lugar, hay un calor igual o más infernal del que se siente afuera, que a esta hora supera ya los 32 grados centígrados.
Y es que dentro de los centenares de juarenses que esperan entre la algarabía, se encuentra un particular grupo de funcionarios de Morena; desde los hermanos Pérez Cuéllar, Cruz y Alejandro, presidente municipal reelecto y diputado federal electo, respectivamente, hasta Juan Carlos Loera de la Rosa y diputados locales, como Rosana Diaz o Cuauhtémoc Estrada.
Hay personajes que ni en las campañas pudieron reconciliar sus diferencias, pero que hoy están unos al lado de los otros, sonrientes, para ver con sus propios ojos la llegada de la presidenta electa a esta frontera.
De pronto, la puerta de la sala de arribo se abre y una sonriente Claudia abraza y saluda a Cruz Pérez Cuéllar, el alcalde juarense que tomó el lugar de honor y fue el primero en saludar a Sheinbaum Pardo en la sala del aeropuerto juarense.
Su hermano y esposa, Rubí Enríquez, son el segundo y tercera en recibirla. Los demás políticos, esperaban ansiosos su turno, pero el mar de personas que estaba en el aeropuerto, no respetó las vallas que personal del aeródromo había colocado y se abalanzaron hacia la presidenta electa.
Empujones, golpes, patadas y pellizcos predominaron en el montón de gente, que peleó para estar por un instante al lado de la figura de Sheinbaum Pardo. Entre los reunidos, hubo algunos afortunados que lograron esa tan ansiada selfie o que lograron entregar la petición que tenía en sus manos e incluso obtener un autógrafo.
No obstante, la mayoría solo pudo guardar con su teléfono, ese breve instante en el que coincidieron en el mismo espacio-tiempo con Sheinbaum Pardo.
Al exterior del aeropuerto, un vehículo blanco, en el que tripulaba Juan Carlos Loera, recogió a Sheinbaum y la llevó hacia el hangar privado, donde esperarían al presidente de la República, para partir juntos hacia la reunión en las instalaciones del IMSS.
La euforia terminó en el aeropuerto, pero continuó su marcha hasta llegar a las afueras del Hospital General Regional No .2, donde otra comitiva ciudadana ya esperaba ansiosa.
Pese a ser una reunión privada, cientos de personas llegaron desde temprano para presenciar la llegada de la camioneta negra que llevaba en su interior a Sheinbaum Pardo y a López Obrador.
Fuerzas de la Coordinación General de Seguridad Vial, Protección Civil y del equipo de logística de la Presidencia, intentaban acomodar al centenar de personas, de tal forma que pudieran observar la llegada del presidente, sin poner en riesgo su integridad.
No obstante, fracasaron en su intento y cuando la camioneta se acercó a pocos metros de la entrada del Hospital, los empujones y el aplastamiento de personas fue tal, que hasta una niña lloró en los brazos de sus madres, debido a los golpes que había recibido.
Pero es que cada empujón y cada golpe, valió la pena para aquellos que lograron tener ese instante junto con Sheinbaum o con López Obrador, quienes alcanzaron a recoger algunos sobres, sonrieron para no pocas fotos y estrecharon unas cuantas manos.
Sin embargo, cuando la camioneta negra atravesó la reja del hospital, la algarabía se detuvo. Las personas pudieron recuperar el aliento y poco a poco comenzaron a dispersarse.
Atrás quedaron también quienes con grandes pancartas denunciaban al alcalde Cruz Pérez Cuéllar y gritaban por la defensa de El Chamizal.
Obrador y Sheinbaum, bajaron de la camioneta y a lo lejos, levantaron los brazos en señal de afecto hacia los que habían esperado afuera, pero el calor juarense es implacable hasta para las figuras políticas mexicanas más importantes del momento, por lo que rápidamente entraron al hospital, para ser parte de la tan anticipada reunión de avances, como para resguardarse del sol.
Al final de la visita, no hubo el tiempo suficiente para atender a tanta gente, la agenda por el norte del país es muy apretada y hay que tomar el siguiente vuelo.
Aquellos que esperaron desde tempranas horas de este día, para hacer alguna petición o denuncia, conseguir un saludo o una fotografía, tendrán que esperar a otra ocasión, en la que podrán compartir más de un breve instante, con aquellas figuras a las que tanto afecto les profesan y que se encuentran al frente de México.
Ya será en otra ocasión, entre próximamente y nunca, que los juarenses vuelvan a ver al presidente, dependiendo de la agenda del presidente, de sus tiempos y de que el Hospital que por más de 10 años ha permanecido en construcción, termine por ser inaugurado, o tal vez todo ocurra, cuando Claudia, ya envestida como presidenta, acuda por nueva cuenta a esta lejana ciudad fronteriza, llamada Juárez.
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