Los niños son especialmente vulnerables al frío y son más propensos a contraer virus, sobre todo si están en contacto con otros pequeños enfermos, ya que su sistema inmunológico no es lo suficientemente maduro y no tienen la misma capacidad defensiva que los adultos.
Muchos padres y madres se preguntan qué pueden hacer para evitar que sus hijos contraigan las enfermedades típicas del invierno como la gripe.
El frío se relaciona con la mayoría de estas, pero en realidad no es el culpable en sí de que los niños enfermen, hay varios motivos que lo explican:
- Los cambios bruscos de temperatura sin abrigarse correctamente.
- Los niños menores de 7 años son más vulnerables a los cambios de clima y tienen más riesgo de contraer infecciones, debido a que suelen tener una respiración más bucal que nasal.
- El frío provoca que las barreras naturales de defensa de la nariz (cilios y mucosas nasales) pierdan su eficacia y permitan el paso de más microorganismos dentro del organismo y no calienten suficientemente el aire que debe llegar a los pulmones.
- Ciertos virus, como el de la gripe, se cubren de una capa resistente que los protege del frío y les permite seguir infectando otras personas.
- También la lluvia provoca un aumento de la circulación de virus respiratorios y contaminantes en el aire.
- La contaminación domiciliaria por falta de ventilación o permanecer en lugares cerrados en contacto con otros niños facilita el contagio.
- Muchos padres sufren al salir muy temprano por la mañana con sus hijos, porque no encuentran la manera de evitar que tosan o estornuden, y por eso muchos de ellos los abrigan de forma exagerada, como si fueran esquimales.
¿Cómo reducir la exposición a los virus?
Uno de los principales consejos para evitar los efectos del frío es abrigarse, pero hacerlo demasiado puede ser contraproducente, ya que un exceso de tela les impide regular su temperatura corporal con la del ambiente y asegurar los mecanismos de transpiración adecuados.
También hay que tener en cuenta el tipo de tejido de las prendas de vestir: la lana, por ejemplo, puede irritar las vías respiratorias, acumular polvo y causar alergias. El material más apropiado para los niños es el algodón.
Lo fundamental es protegerse bien la nariz y la boca al pasar de un ambiente cálido a uno frío, especialmente durante la mañana, cuando muchos niños se enfrentan al fenómeno de inversión térmica caracterizado por una reducción significativa de la temperatura.
Ventilar espacios y evitar multitudes
Para prevenir ciertas enfermedades, es importante que todos los espacios en los que haya niños estén bien ventilados y si es posible poco concurridos; se recomienda abrir las ventanas de las habitaciones al menos 10 minutos al día.
En interiores, es preferible utilizar estufas eléctricas o de gas y mantener la casa templada (no hay que subir demasiado la calefacción), y permitir así que el propio organismo utilice sus mecanismos reguladores de adaptación al frío; así también se evitarán grandes cambios de temperatura cuando salimos de casa.
Se recomienda tener una temperatura ambiente dentro de casa de 21 grados centígrados y si hay posibilidad de utilizar un humidificador para contrarrestar la sequedad ambiental qué mejor.
Mantener hábitos de higiene
Si es posible, evitar el contacto de los niños con personas enfermas.
También hay que evitar que el niño comparta utensilios como vasos, platos, cubiertos, toallas y chupones con otros pequeños.
Es recomendable lavarse las manos, especialmente antes de comer, al entrar en casa y si ha estado en contacto con otros niños, de esta manera se reduce casi un 30% las posibilidades de que aparezca una enfermedad respiratoria aguda.
Vacunarse contra la gripe, si así lo considera pertinente el pediatra
Es importante mencionar que la vacuna se debe de aplicar después de los 6 años de edad.
Se recomienda la vacunación anual a los niños con enfermedades de base que los hagan más propensos a las complicaciones, como asma, diabetes, algunas enfermedades renales, enfermedades del sistema inmunológico, etcétera.
Es importante tener una dieta sana
Las frutas y verduras ricas en vitamina C son las más recomendadas en esta época.
Como sabemos la vitamina C ayuda a formar una proteína llamada colágeno, es un antioxidante natural.
Los alimentos que contienen más vitamina son: la guayaba, el limón, brócoli, naranja, kiwi, fresas y papaya.
La mejor forma de consumirla es recurrir a los alimentos que poseen este nutriente en crudo.
En cuanto a las verduras, para mantener intactas sus propiedades hay que cocinarlas al vapor o en hornos de microondas, lo que hace que la pérdida de vitamina C sea menor.
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