Jane Goodall murió este 1 de octubre de 2025, a los 91 años, dejando tras de sí uno de los legados más profundos de la ciencia y la defensa ambiental. Su nombre se convirtió en sinónimo de respeto a la vida silvestre y de compromiso con el planeta.
Nacida en Londres en 1934, desde niña mostró una fascinación inusual por los animales. A los 26 años llegó a África, donde el paleoantropólogo Louis Leakey le abrió las puertas de un sueño: estudiar a los chimpancés en estado salvaje. Así inició, en 1960, su proyecto en la reserva de Gombe, Tanzania, que transformó para siempre la primatología.
Goodall no solo observó: se acercó a los chimpancés como individuos, dándoles nombres, reconociendo sus personalidades y documentando sus emociones. Sus hallazgos revolucionaron la ciencia: demostró que los chimpancés fabrican y utilizan herramientas, que tienen vínculos afectivos y que incluso desarrollan conflictos violentos. En su mirada, estos primates dejaron de ser “espejos lejanos” para convertirse en parientes cercanos de la humanidad.
Su vida académica fue igualmente extraordinaria: ingresó a un doctorado en Cambridge sin tener estudios universitarios previos, defendió su tesis en 1965 y a partir de entonces acumuló honores y reconocimientos, desde ser Mensajera de la Paz de la ONU hasta recibir el título de Dama del Imperio Británico.
Pero más allá de los premios, Goodall apostó por sembrar futuro. Fundó en 1977 el Instituto Jane Goodall, con proyectos de conservación en África y el mundo, y en 1991 lanzó el programa juvenil Roots & Shoots, hoy presente en decenas de países. Su trabajo fue también una cruzada ética: se pronunció contra la experimentación con animales, contra la deforestación y por un cambio de conciencia en el consumo humano.
Hasta el final de sus días, siguió recorriendo el mundo con un mensaje simple y urgente: actuar con compasión por los seres vivos y preservar el planeta que compartimos.
La muerte de Jane Goodall cierra un capítulo fundamental en la historia de la ciencia, pero su voz seguirá resonando en cada bosque protegido, en cada chimpancé rehabilitado y en cada joven que decidió comprometerse con el futuro gracias a su ejemplo. Ella enseñó que mirar a los animales es también mirarnos a nosotros mismos.