Los nombres de personas asesinadas en semanas recientes, todas de alguna forma relacionadas con la comunidad de Anapra, fueron colocados en la cruz de Jesucristo después de cumplir la última estación del Viacrucis.
También se incluyeron los nombres de los ocho jóvenes que el domingo 16 de marzo de este año fueron asesinados por un comando en una cancha deportiva de una parroquia en Salamanca, Guanajuato.

Cientos de feligreses hicieron el tradicional recorrido desde la parroquia Corpus Christi, en la calle Cangrejo y Rémora, hasta el cerro de Nuestra Señora de los Milagros, también conocida como la Virgen de las Manos Mutiladas.
En cada una de las estaciones que consta el recorrido, el sacerdote católico de la orden de los misioneros de San Columbano, William Morton, dirigió mensajes en los que equiparó el sufrimiento físico de Jesucristo, con la violencia que ejercen bandas criminales en esta frontera.
“No estoy hablando de Ucrania ni de otras partes del mundo, estoy hablando de Lomas de Poleo y Anapra”, señaló el sacerdote, refiriendo los múltiples asesinatos y la violencia que se desata en casa, en esta ciudad.
Apenas empezaba a sentirse el sol del mediodía, cuando la procesión subió el cerro donde se construye, a marchas forzadas, una nueva capilla destinada a dar cobijo y refugio a migrantes.
Los nombres de un joven, su novia y dos hombres padres de familia, todos asesinados recientemente en esta frontera y que eran parte de la comunidad de Anapra, junto a los de los ocho jóvenes asesinados en Salamanca, fueron colocados con cinta adhesiva en la cruz de Jesucristo.
En la voz de Morton, la actividad religiosa se convirtió en un reclamo social contra quienes ejercen violencia y le roban la paz a la comunidad.
Por esta razón, en el centro de la explanada donde se realizó la actividad, unas jóvenes pintaron con gis blanco la palabra PAZ.
Después la rodearon con velas cilíndricas, a ras del encementado, que no pudieron encender porque, pasado el mediodía, se empezó a sentir viento.

El párroco de Corpus Christi, William Morton, conocido como el padre Memo, describió casos recientes.
El de Jesús Alonso, un joven de 19 años que fue asesinado junto con su novia cuando estaban estacionados en su vehículo.
Su cuerpo y su rostro estaban tal golpeados que su ataúd tuvo que estar cerrado en el velorio, recordó.
Hace dos semanas –continuó– un hombre de 28 años llamado Ricardo fue asesinado, dejó a su pareja y a una niña de nueve y un niño de siete huérfanos.
“¿Quién les va a explicar qué pasó con su papá?”, cuestionó.
Podría continuar con una larga lista, agregó, pero solo recordó uno más, Martín, de 33 años, padre de tres niños, que vivía como a 100 metros de la iglesia y un día fue levantado y su cuerpo fue localizado envuelto en una cobija.
Cuando se mata de esa manera a un semejante, “esa no es la voluntad de Dios”, reprochó.
La comunidad ya no puede quedarse sin hacer nada
Morton planteó que, frente a una violencia homicida como esta, la comunidad ya no puede quedarse sin hacer nada.
“Tenemos que actuar, tengo ocho años aquí, en esta ocasión, no sé cuántos muertos resultan de la violencia, pero debemos tomar el camino de Cristo y ser portadores de la paz”, reflexionó.
Morton consideró que la violencia que implican estos crímenes, no brotó de manera espontánea, sino que fue surgiendo poco a poco, infiltrándose en los hogares y se muestra desde cómo se trata a quienes viven en casa.
Esta violencia -dijo- es como el cáncer, va a impactar a los niños, a la pareja, los vecinos y es por eso urgente trabajar en familia, escuelas e iglesias.
De 2007 a 2013 hubo cientos de miles de huérfanos de la violencia y ¿Quién los acompañó?, preguntó.
“Quizá son los mismos que están metidos en estas cosas en este momento”, añadió.
Golpear a una mujer en casa no es tema de broma
“Si queremos tomar en serio la muerte de Jesucristo, tenemos que estudiar y reflexionar su entrega total y su valentía delante de la oposición y resistencia de los fariseos y todos los que no quisieron acoger una nueva realidad”, expresó.
Sostuvo que bromear y carcajearse con los amigos, de cómo un esposo golpea a su mujer, no es un tema de chiste, ni tampoco ver cómo un niño pequeño mira cómo un hombre grande y fuerte borracho, golpea a su mamá. Si soy alguien que reacciona con violencia, soy un abusón, y se me olvida que Cristo jamás levantó la mano contra ninguna persona ¿Usted puede imaginarse a Jesucristo golpeando a un niño en la cara?”, inquirió.
Morton concluyó el mensaje retando a la comunidad presente sobre si iban a permanecer indiferentes o se iban a decidir a ofrecer oraciones, peregrinaciones y a trabajar con los jóvenes y acompañarlos.
“No hay otra fuerza que vaya a actuar contra esto, tienen que ser ustedes mismos”, les dijo.
La violencia en la zona ha sido una constante desde los cuerpos de mujeres abandonados en los años 2008 y 2009 en Lomas de Poleo, en el sitio donde hoy hay cruces de color rosa junto a tanques de almacenamiento de agua, hasta las calles de Anapra, donde siguen ocurriendo actos atroces.
Apenas el año pasado, una mujer de la tercera edad fue asesinada y su cuerpo cortado en pedazos, en una casa ubicada a dos calles de la Parroquia Corpus Christi.


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