Con una cámara al cuello y la emoción de quien vuelve al origen, Luis de la Luz cruzó nuevamente los pasillos del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte.
Doce años después de haberse marchado de Ciudad Juárez, regresó no solo con una trayectoria que lo llevó a retratar a figuras como Marc Anthony y Christina Aguilera, sino también con una misión: devolver un poco de luz a la tierra que lo vio nacer.
Durante su taller “Moodboard to Magic”, impartido dentro del evento Vórtice Epicentro Creativo de la UACJ, el fotógrafo compartió su experiencia, su visión del arte y su convicción de que la creatividad también se forja en la frontera, entre la sombra y el resplandor.

Luis caminó por los mismos pasillos donde alguna vez soñó con ser fotógrafo. Ahora lo hacía como creador consagrado, con el brillo de quien ha conquistado portadas de revistas internacionales y campañas para marcas como Apple.
Pero lejos de la pose o el ego, su presencia estuvo marcada por la humildad y el agradecimiento.
“La fotografía no solo se trata de ver, sino de sentir”, dijo frente a un grupo de estudiantes atentos, muchos de ellos con la misma mezcla de incertidumbre y esperanza que él alguna vez tuvo.
Durante el taller, los jóvenes aprendieron a construir moodboards —tableros de inspiración—, a traducir conceptos abstractos en imágenes, y a dar forma a la emoción a través de la luz.
Entre risas, dudas y experimentos, el aula del IADA se llenó de ideas, de color y de energía creativa. “El proceso creativo es eso —les dijo Luis—: caos que se ordena con la emoción.”
Más allá de la técnica, su regreso fue un acto de empatía y honestidad. Habló de los momentos difíciles, de los días en que el arte no basta para sostenerse, y de la importancia de cuidar la salud mental en un entorno competitivo.
También reflexionó sobre la llegada de la inteligencia artificial a la fotografía, invitando a verla como una herramienta de innovación, no como una amenaza.
“La cámara sigue siendo una extensión del corazón —dijo—. Ninguna máquina puede imitar lo que sentimos.”
En su voz se percibía la nostalgia del que se fue para volver distinto.
“Aquí empezó todo, aquí aprendí a mirar la luz que otros no ven”, recordó.
Su visita no fue splo una clase magistral, sino un reencuentro con el lugar donde nacieron sus primeras fotografías y sus primeras certezas.
Para los estudiantes del IADA, su presencia fue más que una lección: fue una chispa de inspiración. Luis de la Luz no solo regresó a enseñarles a mirar a través del lente, sino a mirar hacia adentro.
En medio de los reflectores y las cámaras, entre sombras y destellos, Ciudad Juárez recuperó un poco de esa claridad que el fotógrafo llevó al mundo. En su regreso, Luis de la Luz reafirmó que el arte —como la esperanza— siempre encuentra el camino de vuelta a casa.
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