Lady Lorena Castañón y “Sofía” son vecinas de tienda de campaña y comparten una misma situación: están embarazadas y al igual que otros migrantes que permanecen en el campamento en Juárez, esperan cruzar pronto a Estados Unidos a solicitar asilo político.
No ha sido nada fácil sortear distintos peligros al cruzar varios países, como lo es caminar por una selva, brincar entre vagones en movimiento o dormir en la calle, con un bebé en gestación.
Pese a las dificultades del embarazo, es a la vez un aliciente, porque saber que viene un hijo, las motiva a no rendirse y buscar un mejor futuro para él, como lo haría casi cualquier madre.
La venezolana Lady Lorena platica para Norte Digital, que tiene cuatro meses de embarazo y ha batallado para tener los cuidados de salud que requiere.
Menciona que se empeña en continuar y aunque la han ayudado de forma particular, tuvo una mala experiencia en el Hospital de la Mujer de la ciudad, donde iban a terminar su embarazo, sin que hubiera aparente justificación.
Comenta que ya le iban a practicar un legrado y no le explicaban bien el motivo.
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Dice que finalmente se salió del lugar y pidió dinero en las calles hasta completar para pagar una consulta con un ginecólogo particular, el cual le confirmó que el bebé estaba en perfecto estado dentro de su vientre.
Anota que incluso ya no ha regresado a ningún hospital, por el miedo a que vuelvan a intentar practicarle un aborto sin su consentimiento.
Refiere que debido a su negativa a que le hicieran el legrado, le retuvieron papelería en el nosocomio estatal.
Agrega que le han dicho que si está embarazada pudiera pasar más fácil a Estados Unidos a solicitar asilo político, sin embargo, tiene incertidumbre y mejor espera a que concluya el Título 42 a ver si la nueva política migratoria le favorece.
Si intenta cruzar con su esposo, temen que los separen y los deporten por fronteras distintas.
“Si va sola por otra parte, sin dinero, en peligro, mejor no cruzamos por lo pronto”, afirma su marido, de nombre Richard.
El venezolano Stephenson Espinal, menciona por su parte que su esposa “Sofía” también enfrenta el problema de atención a su salud, debido a un embarazo de dos meses.
No tienen información de algún programa del Gobierno mexicano, para atención a mujeres migrantes. Indica que también la piensa para ir ilegalmente al país norteamericano, por el temor a que lo separaran de su esposa gestante.
“Yo sinceramente me iba a entregar hace dos días, pero me regresé”, dice.
“Mi esposa está embarazada y estaba formada en una fila y yo en otra y no sabíamos qué iba a pasar con nosotros y mejor nos regresamos, no nos quisimos entregar”, menciona desde el campamento ubicado frente a la estación migratoria del puente Lerdo, donde murieron 40 migrantes en un incendio.
Agrega que buscan ayuda para que su esposa pudiera tener una atención de salud.
Identificó INM a 104 migrantes embarazadas en 5 meses
De acuerdo a un comunicado del Instituto Nacional de Migración (INM), en los primeros cinco meses de 2022 se identificó y auxilió a 104 mujeres migrantes embarazadas durante su ingreso y tránsito por México.
“Provienen de diferentes naciones y fueron localizadas en condiciones de vulnerabilidad en caravanas, casas de seguridad, hoteles, cajas secas de tráiler y tractocamiones, escondidas por ‘polleros’ en su intento por atravesar el territorio nacional hacia la frontera norte”, expuso el INM.
Según el estudio del Colegio de la Frontera Norte, denominado “Necesidades y atención en la salud sexual y reproductiva de mujeres migrantes en México”, realizado en seis albergues públicos de Ciudad Juárez, cinco de la sociedad civil y uno operado por el Gobierno federal, las mujeres migrantes embarazadas encuestadas refirieron haber sufrido preocupaciones “por no tener qué comer o beber”, además de tener dificultades para atender el parto y los cuidados posteriores.
Un 60 por ciento de ellas reportó haber sufrido violencia física y amenazas o intimidación.
La mayoría, sin medicamento para cpontrarrestarel dolor
El 32 por ciento de las encuestadas refirió no haber tenido un ciclo menstrual regular; 5.5 por ciento nunca tuvo suficientes paños limpios en los días que duró su menstruación, y el 11.4 por ciento afirmó no haber tenido suficientes toallas o tampones nuevos, así como el 10.9 por ciento no pudo cambiar de toalla o tampón cada vez que lo necesitó; 36.4 por ciento tuvo dolores que le dificultaron hacer sus actividades durante su ciclo menstrual; y el 69.9 por ciento nunca tuvo acceso a medicamentos para contrarrestar el dolor.
Adicionalmente, el 22.1 por ciento de las mujeres que tuvieron uno o varios problemas de salud en sus genitales buscó atención: el 37.9 por ciento la buscó en un hospital público y un 48.3 por ciento dentro del albergue donde se encontraba en esa parte de su viaje.
El resto se atendió en consultorio de farmacia (10.3 por ciento) y en servicios médicos privados (3.4 por ciento). Y solo el 82.1 por ciento recibió la atención en el lugar donde la buscó.
Con respecto al pago por la atención, 27.3 por ciento tuvo que pagar para recibirla.
Las mujeres que buscaron atención y no la recibieron reportan que fue debido a que no había personal médico disponible. Al no recibir atención tuvieron que recurrir a la automedicación (38.6 por ciento), sanación naturista o religiosa (4 por ciento), o solo buscaron otro lugar (4 por ciento). El resto buscó otras maneras para asearse y bañarse. En el 23.8 por ciento de los casos, ellas reportaron que el problema se solucionó eventualmente. El 29 por ciento no pudo resolver su problema de salud.
Algunas de las mujeres migrantes embarazadas no buscaron ayuda médica para atenderse por las siguientes razones: no le dio importancia (11.8 por ciento ); refirió seguir su camino (13.7 por ciento ); no supo a dónde ir (45.1 por ciento ); le dio miedo a que la identificaran como migrante (5.9 por ciento ); falta de dinero para transporte, consulta o medicamentos (9.8 por ciento ); le dio vergüenza que la revisen (3.9 por ciento ); no tenía quien le cuidara a sus hijos e hijas mientras buscaba atenderse (1 por ciento ); entre otras razones (16.7 por ciento ).
El estudio muestra que 15 mujeres estuvieron embarazadas durante su trayecto por México, cifra que representa el 4.7 por ciento de la población total encuestada. Esta población incluye a mujeres que estaban embarazadas al momento de salir de lugar de origen, así como las que se embarazaron durante el trayecto por México.
Con respecto a los cuidados tenidos durante el embarazo, tres mujeres no buscaron la atención en servicios públicos de salud por falta de dinero o por no saber a dónde ir; dos de ellas se atendieron en consultorios adyacentes a farmacias; dos tuvieron un aborto (no se especifica si inducido o espontáneo). Por su parte, todas las mujeres que buscaron la atención fueron atendidas en algún centro de salud u hospital público. Y nueve mujeres tuvieron un parto durante el trayecto, es decir, en un lugar distinto a Ciudad Juárez.
Sobre este último punto, a cuatro de ellas les hicieron preguntas sobre su situación económica para determinar el costo de la atención; cinco de ellas no tuvieron que pagar nada por la atención; cinco más reportaron haber tenido que esperar por largo tiempo a ser atendidas sin que les explicaran la razón; y tres de las ocho mujeres que parieron en el trayecto expresaron haber recibido comentarios que le parecieron ofensivos o humillantes.
Todas las mujeres embarazadas durante el trayecto reportaron haber tenido preocupación por no tener dinero, situación que concuerda con no haber buscado atención en los tres casos mencionados. En relación con el total de la población encuestada, las mujeres embarazadas tuvieron mayor preocupación por no tener qué comer o beber. De manera similar, este grupo reportó haber sufrido en mayor proporción violencia física y amenazas o intimidación.
La investigación cuenta con dos volúmenes y revela, además, una serie de problemáticas asociadas a la doble vulnerabilidad de ser mujer y una persona migrante.
El documento evidencia que el 92.4 por ciento del total de las encuestadas reconoció que entre sus principales problemas se encuentra la falta de recursos económicos, seguido de no tener suficiente o nada de comida. Casi la mitad de las encuestadas tuvo que dormir a la intemperie; un 61 por ciento reportó haber recibido humillaciones o expresiones de rechazo; y el 19.8 por ciento reportó haber vivido tocamientos inapropiados.
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