Cuando Lourdes Olivares recuerda los meses que estuvo sin ver a sus nietos, se le entrecorta la voz; al hablar de los días difíciles cuando tenía que dejar a su esposo e hija enfermos de Covid-19, su silencio la remonta a ese tiempo.
Su salida a trabajar era por ir a atender muchos más contagiados en los días más álgidos de la pandemia; Olivares forma parte del equipo Covid del Hospital General.
Pese a que se muestra como una mujer con carácter, no puede evitar que se le nuble la vista; son lágrimas que no alcanzan a salir, se contienen mientras su voz regresa.
“A todos nos ha pegado. Yo tuve que dejar de ver a mis nietos, tengo como unos 4 meses que volví a convivir con ellos al cien por ciento”, mencionó.
“Mi esposo estuvo muy grave, una de mis hijas. Se contagiaron en un partido de futbol, ni siquiera fue que yo se los haya contagiado; les pasó como les ha pasado a muchos más donde menos lo esperaban”, agregó.
Sin respeto al Covid-19
Los trabajadores de la Salud como Olivares, han vivido de cerca la angustia de un paciente con coronavirus; para ellos resulta lamentable que pese a que existe la información, la gente siga sin cuidarse.
“Mi vecina perdió a su hijo de 24 años por Covid; mi esposo estuvo a punto de morir. ¿Por qué a la gente todavía no le cae el veinte?”, se cuestiona.
“No es mucho lo que se nos pide, lavarnos las manos, usar cubrebocas. Pero no quieren entenderlo porque dicen que son mentiras del Gobierno”, agregó.
Para la enfermera de casos Covid-19, se ha perdido el respeto a la enfermedad y se ha bajado la guardia.
“Si va uno al centro, anda la gente sin cubrebocas, o lo traen deteniendo la papada”, señaló.
A tomar fuerzas de dónde se pueda
Al haber vivido de manera tan cercana y continuar combatiéndola, Olivares no deja de indignarse con quienes aún afirman que la enfermedad no existe.
“Se queda una sorprendida cuando las personas dicen que no es cierto, que esto no está pasando; que son inventos porque el Gobierno ya no quiere estar pagando a los diabéticos, que los quiere eliminar”, recordó.
A diferencia de esos argumentos, Lourdes piensa en cada día que se tiene que colocar su traje para ingresar al área Covid; recuerda cómo ha visto cuando los pacientes mueren prácticamente solos, sin poder despedirse de su familia.
“Es algo horrible, muy desgastante, estar ahí, agarrándole la mano al paciente, diciéndole que todo va a estar bien, cuando tú ves en el monitor que se está yendo”, dijo.
Palabras dolorosas
“Decir no se preocupe, respire, échele los kilos, o sea, darle ánimo, cuando sabemos que la vida se le está yendo. Es algo horrible, traumático”, agregó.
Para sobrellevar la angustia de tener a su esposo enfermo en casa, Lourdes literalmente y en sentido figurado, se ponía una careta.
Así comenzaba su jornada laboral, colocándose el equipo, ocultando el dolor personal y procurando servir a los convalecientes.
“Llegaba al hospital con una actitud muy fuerte, pero por dentro pensaba que en casa dejé a mi esposo enfermo”, comentó.
Fueron meses de lucha intensa durante el 2020, y aunque en el 2021 los casos han disminuido, todavía existe la crisis de salud.
“Aquí eres el superhéroe del paciente, tienes que darle ánimos, aunque tu ánimo esté en el piso”, puntualizó.


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