Es una muy inusual calurosa mañana de otoño en la Plaza del Periodista, ubicada a un costado del Monumento a Benito Juárez, y pareciera que aquí el tiempo se detiene.
Las personas que se dirigen hacia el Centro Histórico entran y salen de la plaza lo más rápido posible, aceleran el paso en su recorrido por el lugar hecho para honrar la memoria de los periodistas; el olor que predomina en el ambiente es fuerte, a suciedad, y no invita a quedarse por mucho tiempo.
Sin embargo, en los pocos espacios de sombra dentro de la plaza, hay pequeños grupos de personas que permanecen inertes, como si nada de lo que pasara a su alrededor les afectara en lo más mínimo.
Se escuchan las pláticas, se comunican entre murmullos y gritos. Cargan muy pocas pertenencias, la poca vida que pudo caberles dentro de sus mochilas, que llevan de un lado al otro y que protegen como su más grande tesoro.
En el mismo árbol que les provee de sombra, descansan sus sábanas y cobijas, mismas que son los únicos objetos con los que se protegen de los peligros de la noche.
Algunos llevan botes de aluminio que van recolectando con la intención de venderlos y conseguir un poco de dinero y así financiarse unos cuantos minutos adicionales de sobrevivencia.
Uno de ellos, carga una escoba y un recogedor de un lugar a otro y es dirigido por un hombre, quien le encarga la limpieza del lugar.
Son curiosos, ante la gente ajena a su entorno voltean rápidamente y estudian minuciosamente a cualquiera que se acerca, no obstante, son amables y abiertos a tener una conversación, siempre y cuando no involucren cámaras o algún otro aparato que pueda grabarlos.
No les gusta ser vistos, señalan que se sienten cómodos dentro de este lugar, donde los policías y demás autoridades pocas veces suelen molestarlos, por lo que no quieren perder su “espacio privilegiado”, por así decirlo.
Este es un punto de reunión, vienen de distintos lugares de la ciudad y es en este espacio donde decenas de historias se entrelazan entre sí, y comparten anécdotas, comidas, “vicios” y refugios.
Son personas sin hogar, de quien el pasado 10 de octubre, se conmemoró su Día Internacional, estipulado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2018.
La dificultan de encontrarlos y contarlos
En realidad, no hay ninguna cifra exacta que dimensione el tamaño real de la cantidad de los ‘sin techo’, sin importar la escala en la que se mida. A nivel mundial, el esfuerzo más reciente por contabilizar a esta población se hizo en el 2005, que arrojó un estimado de más de 100 millones de personas que no tienen un hogar para descansar en las noches.
Por su parte, de manera regional, resalta un estudio de 2011 realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que identificó que en México había 14 millones de personas sin hogar.
Para establecer una cifra oficial, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) hizo el primer esfuerzo por contabilizar a esta población a nivel nacional con una encuesta especial durante el Censo de Población y Vivienda de 2020.
En aquel entonces, el director general de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, Edgar Vielma, declaró a medios de comunicación la enorme dificultad de realizar este ejercicio estadístico.
Los mayores retos que enfrentaron, fue el ubicar a las personas, que regularmente suelen cambiar de lugar. Además, explica que hay un porcentaje considerable de individuos que padecen de sus facultades mentales, debido al consumo de estupefacientes o algún padecimiento médico.
De igual forma, suelen encontrarse en lugares de muy alto riesgo para los encuestadores.
Según los datos del Inegi, en 2020 se ubicaron en todo el país a 5 mil 778 personas sin hogar. Chihuahua quedó en el decimotercer lugar de la lista con más personas, con un total de 148.
Juárez fue el tercer municipio del estado con mayor cantidad de personas sin hogar (37), superado por Cuauhtémoc, con 40 y por la capital del estado, que tenía un registro de 51 personas bajo este estatus.
Con la estipulación del día internacional, el objetivo de las organizaciones de derechos humanos es visibilizar a esta población, que ocasionalmente suele permanecer oculta, con la intención de crear políticas públicas que eviten que haya personas que no tengan un lugar dónde refugiarse.
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