Semanas atrás, un amigo se preguntaba cómo sobrevive el Gobierno a pesar de los errores, desatinos y falta de experiencia y conocimiento de los políticos. Mi respuesta fue: el Gobierno sigue funcionando a pesar de ellos, porque en su estructura existen personas que cubren esas carencias, empleados que con su compromiso y voluntad sacan adelante la gestión pública.
¿Qué hace que algunas personas se comporten de esta manera?
En esta reflexión, analizaré solamente un aspecto, el compromiso. En las ciencias administrativas, el compromiso de los empleados es un tema de interés, tanto en lo teórico como en lo práctico. En esta variable se manifiesta el grado de apego, identificación y participación en la organización, refleja el acuerdo con los valores y objetivos de la misma, y se asocia en gran medida con sentimientos de satisfacción personal en los empleados. Es así que los empleados se comprometen con las organizaciones con las que comparten valores, y se esfuerzan en ayudarlas para que logren sus metas, porque así actúan de forma coincidente con sus valores.
Existen distintos tipos de compromiso. Trataré de explicarlos, en el caso de los empleados del Gobierno.
En primera instancia, el compromiso afectivo es el más deseable, dado que facilita de forma natural el logro de los objetivos. Esta clase de compromiso se relaciona con la identificación, el involucramiento y el apego emocional del empleado con el Gobierno. En este caso, el empleado se siente identificado y tiene un apego con el trabajo del ente público, labora en él y se involucra en el logro de metas porque “quiere” hacerlo. Se trata de empleados que actúan en beneficio de la institución, buscan la forma de ayudarla a lograr las metas, incluso en ocasiones exceden la responsabilidad de su puesto. Son personas comprometidas con el servicio público, más allá del funcionario o político en turno.
Luego, el compromiso normativo, el cual tiene que ver con un sentido de obligación o deuda. Los empleados con compromiso normativo permanecen en el Gobierno porque se sienten obligados a hacerlo, porque de esa forma sienten que pagan su deuda. En este sentido, valdría la pena preguntarse sobre los motivos asociados a la obligación de permanencia. ¿Trabajan en el Gobierno porque le deben lealtad, o al funcionario? ¿Cuál es el origen de esa lealtad? En este caso, es necesario reflexionar sobre lo que sucede cuando el sentido de deuda concluye o si en realidad les importa que el Gobierno cumpla con sus obligaciones.
Finalmente, el compromiso de continuidad, que se refiere a la percepción de desventajas o problemas en caso de abandonar el Gobierno. En este caso, el trabajador labora en el ente público porque renunciar le genera perjuicios. Esta situación puede asociarse a la percepción de no ser capaz de conseguir otro trabajo, a la edad, la falta de conocimientos o experiencia, o simplemente por el miedo de perder los beneficios de los empleos públicos. Sin duda, algunos de los empleados con este tipo de compromiso seguirán siendo parte de las estructuras públicas, pero permanecerán ahí no tanto porque les importe el trabajo del Gobierno o tengan un sentido de deuda. Trabajarán en el Gobierno simplemente por su propio beneficio.
En resumen, el compromiso organizacional es un elemento principal en el logro de los objetivos del Gobierno. Los héroes más allá de los políticos, son los empleados gubernamentales con compromiso afectivo. Pero, ¿qué tipo de compromiso organizacional prefiere el político en turno?
Aurora Máynez Guaderrama es profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), especializada en Recursos Humanos, Comportamiento Organizacional, Estrategia y Gestión del Conocimiento. Doctora en Planeación Estratégica y Dirección de Tecnología, Maestra en Finanzas y Maestra en Administración
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