Yukiko Motoya (Ishikawa, Japón, 1979) es una escritora que estudió dramaturgia y ha recibido varios premios, como el Noma, el Yukio Mishima y el Kenzaburo Oe, entre otros. En esta ocasión me gustaría hablar de la novela breve Mi marido es de otra especie (2016).
La obra inicia de la siguiente forma: “Un día reparé en que mi cara se había vuelto idéntica a la de mi marido”. Este fenómeno es curioso, pero es común en muchas parejas que pasan mucho tiempo juntas y a partir de este íncipit vamos a recordar esa capacidad mimética tanto de ella como del esposo.
Después de este inicio, la protagonista, Sanchan, y narradora da cuenta de su vida matrimonial, así como de su hermano Senta y su pareja, Hakone, y de unas personas que conoce en el mismo edificio en que ella vive, como la señora Kitae y su gato Sansho, quien ha envejecido y tiene problemas urinarios. La historia está plagada de eventos que pueden considerarse cotidianos, como ir de compras, discutir por la economía o por el tiempo que pasa la otra persona dedicada a asuntos triviales, como los videojuegos en el celular y la convivencia con mascotas, por ejemplo.
Todo parece normal, pero desde el título, la autora nos advierte lo que sucederá, aunque no sepamos bien a bien de qué se trata. No haré spoiler, empero la obra pasa de un realismo de la vida contemporánea a una de tipo fantástico de una manera insospechada.
Retomando el punto inicial de la obra: ¿qué tan enajenados o alienados podemos estar? La medida puede ser nuestra pareja. Sin embargo, en la nouvelle de esta escritora japonesa va de esa relación a la que podemos tener con los videojuegos, y no aquellos súper elaborados de las consolas de su preferencia, sino de los jueguitos en un móvil. ¿Habrá algo más absurdo que engancharse con un videojuego de esos? El asunto es que sí son muy adictivos y no tienen, muchas veces, el mayor chiste. Por eso Sanchan no comprende que su marido pase buena parte del día perdiendo el tiempo.
Esta obra nos lleva a pensar en el nivel de enajenación o alienación en que nos hallamos en el mundo actual y en la cotidianidad rutinaria de una ciudad japonesa o de la nuestra.
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